El momento de ir a dormir es, a menudo, encrucijada de rabietas, enfados y conflicto entre adultos y niños. Nuestros hijos tratan de alargar todo lo posible la vigilia y los padres, agotados, intentamos que reúnan sus necesarias horas de sueño. Y poder nosotros también, por fin, sentarnos a cenar, charlar o descansar tras un ajetreado día.
Surgen entonces muchas preguntas. ¿Cómo convertir esa coyuntura, tantas veces difícil, en ocasión de intimidad compartida con nuestro hijo? ¿Cómo mantener la armonía familiar antes de ir a dormir? Te damos algunas recomendaciones.
1. Diseñar una rutina
¿Te imaginas no saber en cada momento lo que vas a hacer después? La planificación, la agenda y el calendario nos dan a los adultos serenidad para afrontar el día a día. Del mismo modo, los niños necesitan una cierta seguridad sobre lo que vendrá a continuación para tener definido el momento de ir a dormir.
La repetición de rutinas, como el baño, la cena o el cuento, ayudarán a tu hijo a no plantearte (o, al menos, a hacerlo cada vez con menos insistencia) la inmensa cantidad de maravillosas alternativas a meterse en la cama. Acompañar este momento con un cuento tiene infinitas ventajas.
2. Leer un cuento antes de dormir
Este sencillo hábito de lectura compartida contribuye a la creación de un ambiente de calma y a la consolidación de la imprescindible rutina para ir a dormir. Sin duda, el anochecer invita a esa intimidad entre padres e hijos, que hará del cuento símbolo y vía de fortalecimiento del vínculo afectivo.
Para que esta rutina tenga éxito, es importante que elijáis juntos el cuento (una narración, una poesía, una historia sencilla) que contribuya a la calma. Procura evitar aquellos que incitan más a la agitación, pues lo excitarán, dificultando el sueño.
