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La ‘nueva masculinidad’ según Ritxar Bacete, autor de ‘El Poder de los chicos’

La ‘nueva masculinidad’ según Ritxar Bacete, autor de ‘El Poder de los chicos’
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 14.03.19

Ritxar Bacete, activista, padre, formador y autor de El Poder de los chicos, explica que aunque no queramos “somos parte del problema de la inequidad, pero también podemos ser parte de la solución. Para esto, lo primero que deberíamos hacer es tomar conciencia de que tenemos un problema y sabiendo que si no tomamos cartas en el asunto, inevitablemente estaremos trasladando ese mismo problema”. Pero, ¿cómo podemos educar en igualdad desde la infancia? Como experto en la causa, nos da las claves sobre la “nueva masculinidad” y nos explica cómo aplicarla en casa.

Sapos y Princesas: ¿Cómo es el papel masculino en la sociedad actual en la que nos encontramos?

Ritxar Bacete: La masculinidad está en crisis, y los hombres también. Su papel en la sociedad está en un punto tremendamente contradictorio. Es más que evidente que el género femenino ha revolucionado las relaciones humanas, con procesos de empoderamiento que han supuesto la incorporación sistemática de mujeres, (extraordinariamente preparadas, por cierto), en el mundo del empleo, la política, la universidad, el deporte o la investigación. Pero la otra mitad de la población, que somos el otro sexo, no nos hemos incorporado de forma similar a asumir la parte de los cuidados que nos corresponde: nosotros no llegamos al 6% de las personas que reducen su jornada o toman una excedencia para cuidar a nuestros hijos. Es decir, por un lado afirmamos estar a favor de la igualdad en un porcentaje elevadísimo (un 96%), pero luego nos cuesta practicarla en el día a día.

SyP: A pesar de la lucha de las mujeres y de los activistas, ¿crees que todavía existen muchos jóvenes con ideas machistas? ¿Qué podemos hacer desde la sociedad para cambiar esta mentalidad?

R.B.: El machismo está en el ADN de nuestra cultura. Todos hemos nacido en un contexto en el que se valora de forma distinta lo que hacemos mujeres y hombres, pero sobre todo, se nos prepara de una forma sistemática, inconsciente y muy eficaz, para desempeñar roles distintos. Aunque la realidad va cambiando poco a poco hacia modelos más igualitarios, y cada vez más niñas juegan a fútbol, corren en sus patines o juegan a ser científicas, no se está produciendo el camino inverso en los niños, al menos con la misma fortaleza, y sigue siendo muy difícil que un chico pueda salir al parque con su carrito, jugando con sus muñecas.

A día de hoy seguimos penalizando que los varones cuiden, sean tiernos, sensibles o empáticos. Todo esto impacta en las posibilidades de desarrollarse en libertad que heredan, nuestras virtudes y avances, pero también nuestras sombras e incapacidades. Por tanto, para cambiar esta mentalidad, hay que empezar por la cultura de desigualdad que seguimos replicando, y esto sólo se puede hacer con el ejemplo de las acciones: si los hombres asumimos una mayor responsabilidad en los cuidados, nuestros hijos serán más cuidadores; si somos más pacíficos, ellos también lo serán. De esta forma, afectará positivamente, tanto en los niños como en las niñas, que multiplicarán sus posibilidades de empoderamiento, desarrollo y felicidad. Porque de eso se trata, de buscar vidas que merezcan la pena ser vividas.

SyP: ¿En qué momento comenzaste a darte cuenta de los aspectos machistas de la sociedad? ¿Qué fue lo que te llevó a involucrarte en este causa?

R.B.: Empecé a ser consciente del sustrato machista de forma progresiva desde que era bien pequeño. Cuando eres niño, llegas a una sociedad que ya está montada y que tiene preparadas para ti una serie de expectativas. Si eres chico, te pedirá que seas competitivo, que demuestres tu fuerza, que ocultes tus emociones, tu vulnerabilidad. La potencia y el éxito socializador en base a un modelo sexista se basa en cumplir con unas expectativas para obtener premios, reconocimientos o liderazgo. Mientras que si te sales del camino marcado, se te penalizará, marginándote o dañándote, aunque sea muchas veces de forma sutil. Y en ese contexto yo competía, jugaba a fútbol y peleaba con compañeros, pero a pesar de mi relativo éxito, sentía que me faltaba algo importante que descubrí con el tiempo: poder ser yo mismo.

Sin embargo, si algo fue clave en mi toma de conciencia personal, fue el hecho de no soportar el dolor ajeno. Sentía en mi propia piel cuando en la infancia se maltrataba al más débil, cuando había que reírse del que era más sensible, o cuando teníamos que participar en el maltrato a algún animal para demostrar la hombría. La resistencia a ese arquetipo dominante y absurdo fue lo que me llevó a involucrarme en la causa de la lucha por la igualdad.

Entrevista a Ritxar Bacete

SyP: ¿Crees que educamos de forma diferente a los niños y a las niñas? ¿Cómo crees que debería ser el modelo educativo para ambos?

R.B.: Como soy optimista por naturaleza, creo que cada vez educamos de forma más libre, igualitaria, consciente y pacífica. O al menos, ese es el modelo deseable o el más extendido entre las madres y los padres. Otra cosa bien distinta es que aunque estemos avanzando, seguimos viviendo en una cultura en la que se definen de forma muy marcada las expectativas y estereotipos. De hecho, cuando vamos a tener una criatura, lo primero que necesitamos saber es el sexo, y a partir de este hecho, aparentemente tan poco trascendente para la vida, como es nacer con pene o vagina, empezamos a imaginar, a proyectar el futuro de ese nuevo ser. En ese proceso, que es profundo e inconsciente, trasladamos los prejuicios que siguen siendo dominantes y que fueron los mismos con los que yo fui socializado. Por lo tanto, aunque yo quiera enseñar de una forma igualitaria, terminaré influyendo desde mis propias limitaciones. Avanzar hacia la equidad supone un proceso contradictorio y siempre inacabado, repleto de retos y ventajas, pero también de contradicciones.

Cuando hablamos de educar en igualdad, no estamos hablando de hacer una tabla rasa, se trata de algo mucho más complejo y maravilloso: acompañar a los niños, en un contexto de apego seguro, para que sean lo que deseen ser, desarrollando todo su potencial y sus habilidades humanas. Hay que tener en cuenta, que el sexismo, o lo que es lo mismo, potenciar de forma radical en las chicas lo femenino o en los chicos lo masculino, genera limitaciones en ambos. Ser expresivo o empático, no es femenino, sino una capacidad humana; el liderazgo no es masculino, sino una capacidad humana.

SyP: ¿Cómo podemos instaurar una pedagogía basada en la equidad desde la infancia?

R.B.: Hay una frase que se atribuye a Gandhi que me parece muy significativa: “sé tú mismo el cambio que quieres ver en el mundo”. Por tanto, para instaurar una pedagogía basada en la equidad desde la infancia, lo más eficaz no es abrazar y practicar un discurso igualitario, sino tener prácticas cotidianas que lo sean. Según vienen a demostrar distintas investigaciones, la figura paterna (o el segundo referente de apego), tiene un impacto decisivo en las posibilidades de empoderamiento de las chicas.

Así, el hecho de que un padre esté presente y sea pacífico, friegue, planche, acompañe al pediatra, y gestione la agenda escolar, tendrá como consecuencia que su hija sea más autónoma, y tal vez decida ejercer una profesión contrahegemónica o no habitual en las chicas. Según se explica desde la evidencia empírica, las niñas que han tenido un padre que marcaba la diferencia siendo igualitario, trasladan a sus hijas que sus posibles parejas, también lo van a ser, por lo que ellas podrán ser lo que deseen, porque tendrán equipos parentales (compañeros de vida), que serán capaces de asumir responsabilidades.

La magia de la equidad hace que los hijos de estos hombres más igualitarios, también se vean beneficiados, resultando ser más pacíficos, pero también libres para decidir ser ingenieros, unos maravillosos enfermeros o profesores de educación infantil. No olvidemos que esta pedagogía está enfocada a la libertad, que no es otra cosa que prepararles para que disfruten de una vida que merezca la pena, desde el músculo la compasión y la empatía.

Entrevista a Ritxar Bacete

SyP: ¿Cómo definirías la “nueva masculinidad” y qué significa para ti? ¿Cómo podemos transmitirles este concepto a nuestros hijos?

R.B.: Creo que por suerte, la “nueva masculinidad” es muy vieja. Es decir, a lo largo de la historia de la humanidad, si sabemos observar, siempre encontraremos hombres buenos, pacíficos y cuidadores que no han pasado a formar parte de la memoria, porque esta acción no ha tenido valor de cambio, frente a otros guerreros, aventureros, conquistadores, de quienes conservamos nombres de calles y escultura, aunque en realidad su biografía destaque por haber sido unos auténticos sátrapas.

Para mí lo realmente nuevo es que estamos en disposición, quizás por primera vez en la historia (al menos en la conocida), de que el modelo dominante sea el de los hombres completos, aquellos que son capaces de liderar desde la ternura, quienes resignifican la idea del poder desde la compasión, las relaciones de paz o la ternura.

La única forma eficaz de transmitirlo es poniéndolo en práctica en lo que somos, y esto sólo se puede conseguir desde lo que hacemos en el día a día.

SyP: ¿Qué fue lo que te llevó a escribir El poder de los chicos?

R.B.: Después de más de 20 años trabajando por la igualdad, plasmé mi experiencia vital y profesional en un ensayo titulado Nuevos hombres buenos. La masculinidad en la era del feminismo (Península). Al finalizarlo, me di cuenta que tenemos muchas razones para estar profundamente esperanzados con las niñas, ya que su proceso de transformación y empoderamiento (a pesar del camino que nos queda por recorrer para lograr la equidad real), va en paralelo al de las mujeres y podemos decir que es imparable.

Las librerías están repletas de colecciones dirigidas a las niñas, a su empoderamiento o a generar referentes positivos con los que se puedan identificar. Pero, ¿qué hay para los niños? Me puse a investigar y me quedé horrorizado al comprobar que no había ni un solo ejemplar dirigido a los chicos que tuviera en cuenta cómo el sexismo les afecta e influye y, entonces, me puse manos a la obra.

Pero en el fondo, lo que me llevó a escribir El Poder de los chicos, es ser padre. Tengo dos hijas y un hijo, y creo que lo mejor que puedo hacer por ellos, es que las niñas puedan seguir su proceso de empoderamiento, para ser lo que ellas deseen. Pero, de la misma forma y por las mismas razones, deseo también que mi hijo pueda crecer fuerte, tierno, sano, pacífico y con una elevada visión de la justicia, eligiendo el tipo de hombre que quiera ser. Este es un libro escrito pensando en Alain, desde el amor profundo que siento por él, pero haciendo extensiva la confianza que tengo en él, a todos los demás, porque merecen ser acompañados en su propio proceso de emancipación.

SyP: ¿El libro es apto tanto para niños como para niñas? Si fuera El poder de las chicas, ¿cómo lo enfocarías?

R.B.: Es un libro que viene a cubrir un hueco porque actualmente no hay ninguno parecido en el mercado y que va dirigido específicamente a los chicos, varones, teniendo en cuenta la especificidad socializadora que hace que les tratemos en base a una expectativa socialmente aprendida, y que también les limita.

Esta narración pretende que los niños puedan jugar y ampliar las fronteras que las personas adultas les seguimos imponiendo a través de los estereotipos. Es un gimnasio para trabajar la inteligencia emocional, al mismo tiempo que propone referentes positivos y les ofrece información e historias, incluso de animales donde los machos son cuidadores. Todo para que puedan formar su propio ‘yo’ y elegir.

Si fuera El poder de las chicas, tendría muchos elementos comunes, pero otros tendrían en cuenta la especificidad de la socialización sexista que seguimos haciendo. Les invitaría a hacer un discurso en público, a practicar deportes en los que no suelen estar presentes las chicas o a presentarse a delegadas de curso. Sin embargo, eso ya está hecho con libros existentes como Rebel Girl. Lo que es innovador en estos momentos es incorporar la preocupación por los varones.

SyP: ¿Por qué crees que este libro es importante? ¿Para qué edades está especialmente recomendado?

R.B.: Se trata de un libro importante porque ha sido el primero, pero también porque abre espacios de trabajo con los chicos desde la confianza, y aunque cuenta con una potente base teórica y pedagógica detrás, lo hace desde la apuesta por la práctica, por hacer cosas extraordinarias. Invita a los niños a cultivar la fuerza que hay en la empatía, en la escucha o en el reconocimiento de la vulnerabilidad. Además, tiene el objetivo fundamental de acompañar en un proceso de reconexión con las emociones y el cuerpo, para que estén al servicio de sus propias vidas, y no del cumplimiento de una idea estereotipada y limitante de lo que se sigue definiendo.

Este es un título que va a abrir camino y seguramente llegarán otros para cubrir este espacio de atención y preocupación por ellos desde una perspectiva de género. Y todos serán bienvenidos, porque nos hace mucha falta contar con ese punto de vista y a apoyar a los chicos como padres, pero también como educadores o desde el profesorado.

Pero este libro es relevante también porque de forma indirecta va dirigido también a que nosotros, los adultos, reflexionemos sobre el papel que jugamos en la reproducción de las desigualdades y en los arquetipos que estamos trasladando en casa. O por el contrario, nos puede dar pistas y ampliar certezas sobre lo que estamos haciendo de forma exitosa, que seguramente es mucho.

Esta narración pretende que los niños puedan jugar y ampliar las fronteras que las personas adultas les seguimos imponiendo a través de los estereotipos

SyP: Un padre que no ha sido criado con la mentalidad de equidad, ¿cómo podría manejar el tema con los niños?

R.B.: El sexismo está en la cultura, y todos nosotros, (y todas vosotras también), estamos impregnados de los valores dominantes de esta sociedad, y el machismo ha sido una parte fundamental que nos ha condicionado en la construcción de la parte más profunda de nuestra identidad.

Queramos o no, somos parte del problema de la inequidad, pero también podemos ser parte de la solución. Pero para esto, lo primero que deberíamos hacer es tomar conciencia de que tenemos un problema y sabiendo que si no tomamos cartas en el asunto e iniciamos un proceso personal de transformación, inevitablemente estaremos trasladando ese mismo problema.

Después de tomar conciencia tenemos que leer, formarnos y conversar mucho con otras familias, ya que la transformación, para ser exitosa, ha de ser colectiva.

El tercer ingrediente sería el ensayo error, la praxis. Por ejemplo, es muy probable que ante una situación de estrés y conflicto, en más de una ocasión, hayamos respondido con agresividad e incluso con violencia, aunque sea verbal. Pues bien, no se trata de flagelarnos por nuestros errores, sino de aprovechar la oportunidad para mirar hacia adentro, tomar conciencia de que tal vez no nos mostraron a nosotros a gestionar las emociones, y que para enseñar a nuestros hijos a hacerlo, tenemos que aprender, olvidando el modelo autoritario que probablemente esté detrás de las reacciones no apropiadas.

Y la buena noticia está en que poco a poco, los hombres nos estamos dando cuenta que el feminismo y la igualdad, no solo están contribuyendo a la democratización de las relaciones, así como a una ampliación de las posibilidades de ser y estar en el mundo de las mujeres, sino que un cuestionamiento de los roles rígidos y sexistas, también nos libera a nosotros. La paridad en lo personal y lo político, es un regalo que ha llegado para quedarse.

Entrevista a Ritxar Bacete

SyP: A día de hoy, tenemos mucha conciencia de personajes reales y ficticios femeninos que transmiten la igualdad pero, ¿qué ocurre con los varones activistas? ¿Crees que se les da la suficiente visibilidad?

R.B.: Uno de los objetivos de El poder de los chicos, es precisamente poner en valor la existencia de hombres comprometidos, humanistas, fuertes, imperfectos, vulnerables o sensibles que pueden convertirse en referentes extraordinaros de valores humanistas para nuestros hijos. Hay que tener en cuenta que aprendemos a ser lo que somos, no tanto por lo que nos dicen, sino por lo que vemos e imitamos, especialmente en los referentes, tanto los públicos y famosos, como los más próximos, como los padres. Así, en El poder de los chicos, recojo pequeñas biografías como la del cantante Alfred García, Pau Gasol, Daniel Radcliffe o Federico García Lorca, al lado de mujeres importantes como Clara Campoamor, Malala, Yousafzai, Raquel Riba o Rosa Parks. Todos son imprescindibles para construir ese universo simbólico que necesitamos para construir identidades igualitarias.

Si nos fijamos bien, las niñas empiezan a tener referentes muy fuertes, incluso desde las princesas de Disney, desde Vaiana a Mérida, pasando por Elsa y Ana. Sin embargo, vivimos una verdadera sequía de nuevos modelos positivos para los chicos. Se da la paradoja que para ellos, siguen perviviendo con mucha fuerza aquellos que surgieron en los años 50 y 60 del siglo pasado, como Spiderman o Hulk, cuyos poderes residen casi exclusivamente en su fuerza física, siendo paradigmático el caso de Hulk, cuyo poder se activa cuando se frustra y es incapaz de controlarse, pasando de la ira a la violencia de forma automática. Esto nos tiene que llevar a hacernos varias preguntas: ¿por qué no hay súper héroes masculinos positivos que acompañen el cambio que queremos?, ¿por qué si los hay para las niñas?, ¿qué consecuencias puede tener de cara al futuro que las niñas tengan referentes mucho más diversos, potentes y complejos y que los niños sigan funcionando con los del siglo pasado?, ¿cómo impactará en unas y en otros?, ¿qué conflictos acarreará?

SyP: ¿Qué poderes tienen los chicos? ¿Cómo lo definirías en una frase?

R.B.: Los chicos son maravillosos y atesoran todos los poderes que necesitan para ser libres y felices: tienen la fuerza y la energía necesaria para ser lo que ellos quieran ser. Porque merecen ser libres y felices.

Por Sandra González


El poder de los chicos

Libros que rompen estereotipos. El poder de los chicosAutor: Ritxar Bacete
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