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Dr. Carlos González: “El virus de la COVID mata, el machismo también”

vacuna covid embarazada
Fuente: Canva
Sapos y Princesas
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Fecha de actualización: 19.07.22

“El machismo mata más que el virus”, rezaba una pancarta en aquella manifestación del 8 de marzo, justo antes del primer confinamiento. Por desgracia, el virus ha acabado matando mucho más. Pero también el machismo ha ayudado al virus a matar en un trágico y vergonzoso episodio: la denegación de la vacuna a mujeres embarazadas o lactantes.

Excluidas de los estudios

Ya desde mayo de 2020, varias cartas al director en importantes revistas médicas reclamaban la inclusión de mujeres embarazadas y lactantes en los estudios de las vacunas contra la COVID-19 (PMC7220166, PMC7831663, PMC7723327). El 16 de octubre, la FIGO (Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia) hizo público su apoyo a esa petición. Era ya un poco tarde para incluir a embarazadas en los estudios en curso.

Excluirlas, tanto a ellas como a las madres lactantes, de los estudios de aquellos medicamentos que probablemente van a necesitar no es ‘protegerlas’ de los supuestos riesgos del experimento, sino todo lo contrario. Supone ponerlas en peligro cuando tengan que tomar el medicamento en cuestión y no se disponga de datos fiables. Y la vacuna contra la COVID no era algo que tal vez, excepcionalmente, alguna embarazada tendría que tomar algún día, sino algo que millones de mujeres gestantes necesitaban con urgencia.

Mayoría de mujeres entre los profesionales de la salud 

Estaba claro desde el principio que los profesionales sanitarios iban a ser, tras los ancianos, uno de los primeros grupos en vacunarse. Porque se estaban exponiendo a un grave riesgo y porque un sanitario enfermo podía, a su vez, contagiar a sus pacientes. La mayoría de los profesionales de la salud, alrededor de la mitad de los médicos y una abrumadora mayoría de enfermeras, auxiliares o cuidadores de ancianos, son mujeres. Y un buen número de ellas están, o estarán en un momento dado, embarazadas o dando el pecho.

Además, la COVID, al igual que la gripe, puede causar graves complicaciones a las gestantes, por lo que, lógicamente, en cada grupo de edad hubiera sido prioritario vacunarlas a ellas antes que a otras personas. No hubo embarazadas en los primeros estudios sobre las vacunas; pero, en realidad, tampoco era imprescindible. Porque tenemos amplia experiencia en el uso de otras vacunas, y no había ningún motivo razonable para sospechar que las elaboradas contra la COVID pudieran causar problemas en el embarazo o la lactancia.

vacuna contra la covid y machismo: mujeres profesionales de la salud
Una abrumadora mayoría de los profesionales de la salud son mujeres | Fuente: Canva

Lo que se observa en otras vacunas inactivadas

Las vacunas inactivadas, que no contienen virus vivos, como todas las de la COVID-19, son seguras durante el embarazo. De hecho, se recomienda vacunar a todas las embarazadas contra la gripe, para protegerlas a ellas y al bebé, y contra la tosferina, para proteger al recién nacido con los anticuerpos que recibirá a través de la placenta. Como la vacuna de la tosferina no está comercializada separadamente, en la práctica todas las embarazadas se vacunan también contra la difteria y el tétanos.

Durante la gestación, solo se consideran contraindicadas las vacunas de virus atenuados o vivos, especialmente la de la rubeola. Pero es más una tradición que una verdadera contraindicación; durante décadas, miles de embarazadas han sido vacunadas por error, y jamás se ha observado que la vacuna produzca malformaciones. Y solamente una vacuna, también de virus vivo, la de la fiebre amarilla, se considera contraindicada durante los primeros nueve meses de lactancia, puesto que se han observado algunos casos excepcionales de infección en bebés (de menos de dos meses) a través de la leche materna.

De modo que, aunque no hubo estudios previos en mujeres embarazadas y lactantes, tampoco había ningún motivo teórico para no vacunarlas, particularmente en el curso de una terrible pandemia donde los muertos ya se contaban por millones.

Enfermera vacunando contra la COVID-19
Las vacunas inactivadas, como las de la COVID-19, no contienen virus vivos | Fuente: Canva

Las reclamaciones de los expertos

El 27 de octubre, el vicepresidente del ACOG (Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos) envió una carta abierta al director del ACIP (Comité Asesor de Prácticas de Inmunización de los Centros para el Control de Enfermedades, CDC), que a la sazón estaba decidiendo sobre la futura campaña de vacunación. En ella “urgía al ACIP a incorporar a las mujeres embarazadas y lactantes, de forma clara y explícita, en su plan de distribución y priorización de la vacuna contra la COVID-19”.

Las embarazadas que sean trabajadoras sanitarias, personal de emergencia o tengan enfermedades de base “deberían tener prioridad para vacunarse, al mismo tiempo que sus iguales no embarazadas”. El Reino Unido fue el primer país en aprobar la primera vacuna, la de Pfizer, el día 2 de diciembre, y en un primer momento excluyeron a las mujeres embarazadas o lactantes. Estados Unidos evitó caer en el mismo error cuando aprobó la vacuna el 11 de diciembre.

La web de la FDA, en su información para el público general, decía entonces: ¿Pueden las mujeres embarazadas o lactantes recibir la vacuna COVID-19 de Pfizer-BioNTech? Aunque no hubo estudios específicos en esos grupos, no hay contraindicación para que las mujeres embarazadas o lactantes reciban la vacuna. Las embarazadas o lactantes deberían comentar con su proveedor de atención médica los beneficios y riesgos potenciales de la vacunación. Los estudios clínicos se hicieron más tarde.

Hoy, año y medio después, la información sigue siendo la misma. En dicha web se repite el mensaje: ¿Pueden las mujeres embarazadas o lactantes recibir la vacuna COVID-19 de Pfizer-BioNTech? No hay contraindicación para que las mujeres embarazadas o lactantes reciban la vacuna. Las mujeres embarazadas o lactantes deberían comentar con su proveedor de atención médica los beneficios y riesgos potenciales de la vacunación.

La ficha técnica de la EMA

Cuando por fin la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprobó la vacuna, el 21 de diciembre, la ficha técnica decía: Embarazo: La experiencia con el uso de Comirnaty en mujeres embarazadas es limitada. Los estudios en animales no sugieren efectos perjudiciales directos ni indirectos con respecto al embarazo, el desarrollo embriofetal, el parto o el desarrollo posnatal (ver sección 5.3). Solo se debe considerar la administración de Comirnaty durante el embarazo si los posibles beneficios superan los posibles riesgos para la madre y el feto. Lactancia: Se desconoce si Comirnaty se excreta en la leche materna. En la citada ‘sección 5.3’ se explicaba que las ratas de laboratorio habían recibido cuatro dosis humanas completas de vacuna antes y durante la gestación, sin que se observasen efectos adversos.

El documento ha sido actualizado y en julio de 2022 dice: Si está embarazada o cree que podría estar embarazada, informe a su médico, enfermero o farmacéutico antes de recibir esta vacuna. Comirnaty se puede utilizar durante el embarazo. Una amplia cantidad de información sobre mujeres embarazadas vacunadas con Comirnaty durante el segundo y el tercer trimestre no ha demostrado efectos negativos sobre el embarazo ni en el recién nacido. Aunque la información sobre los efectos en el embarazo o el recién nacido después de la vacunación durante el primer trimestre es limitada, no se ha observado ningún cambio en el riesgo de aborto espontáneo. Comirnaty puede ser usado durante la lactancia.

Las sucesivas autorizaciones

En el Reino Unido, la decisión de no vacunar a las embarazadas generó fuertes protestas de los profesionales y de las mujeres afectadas, que, al principio, eran la misma cosa: las profesionales de la salud eran las únicas mujeres en edad fértil que se habían de vacunar en las primeras semanas. Ya el 30 de diciembre de 2020, las autoridades británicas autorizaron la vacunación de embarazadas y madres lactantes.

En España, el 15 de enero de 2021, la web del Ministerio de Sanidad no “prohibía” la vacunación, pero tampoco se mostraba muy entusiasta: Aunque no hay ninguna indicación de problemas de seguridad en la vacunación de embarazadas, no hay evidencia suficiente para recomendar su uso durante el embarazo. En términos generales, debe posponerse la vacunación de embarazadas hasta el final de la gestación. Si la embarazada tiene alto riesgo de exposición o alto riesgo de complicaciones, puede valorarse la vacunación de manera individualizada.

Vacuna contra la COVID y machismo: mujere dando el pecho  a su hijo
Las madres lactantes también tenían que solicitar una valoración individualizada | Fuente: Canva

Vacuna y lactancia

Tampoco hay datos sobre los posibles efectos de la vacuna durante la lactancia, ni sobre la producción de leche ni sobre el lactante. Aunque teniendo en cuenta el tipo de vacunas actualmente autorizadas —Comirnaty, de Pfizer/BioNTech, y la vacuna frente a la COVID-19 de Moderna—, no se considera que suponga un riesgo para el lactante. Por lo que, en el caso de mujeres que amamantan y que tienen alto riesgo de exposición o alto riesgo de complicaciones, puede valorarse la vacunación de manera individualizada. No sería necesario suspender la lactancia durante los días posteriores a la vacunación.

¿Y si planean un embarazo?

Si en el momento de recibir la vacuna la mujer piensa que puede estar embarazada, puede retrasarse la vacunación. En el caso de mujeres que planean quedarse embarazadas en el futuro, las vacunas frente a la COVID-19 actualmente disponibles son vacunas de ARNm que no contiene virus vivos, por lo que es muy probable que no ocasione problemas en el feto ni en la embarazada. En cualquier caso, si se está planeando un embarazo, como medida de precaución, se pueden esperar 2 semanas tras la administración de la segunda dosis.

El panorama era desolador. Es cierto, no había estudios sobre el uso de la vacuna durante el embarazo y la lactancia. Tampoco había estudios específicos sobre la vacunación de pacientes con lupus, con Alzheimer, con insuficiencia renal, con marcapasos, portadores de HIV, inmunodeprimidos, con leucemia, diabéticos y otros enfermos. Pero a ninguno de ellos se le intentó negar la vacuna; al contrario, la mayoría se consideraron pacientes de riesgo y se les vacunó de forma prioritaria. Solamente a las embarazadas y lactantes se les llegó a negar la vacuna o, en el mejor de los casos, se les transmitió el nada tranquilizador mensaje de que “no hay datos”.

El argumento del ‘alto riesgo’

La condescendiente oferta de vacunar a las embarazadas “de alto riesgo” parece una broma de mal gusto. Al comienzo de la tercera ola había cientos de muertos al día, no podíamos salir del municipio ni cenar en un restaurante ni reunirnos con la familia y nos podían poner una multa por ir sin mascarilla por la calle, pero algunas embarazadas, al parecer, no necesitaban vacunarse porque no tenían un alto riesgo.

Lo de esperar dos semanas antes de quedarse embarazada es ridículo. “Como medida de precaución” ¿contra qué? No había ningún peligro imaginable y, si lo hubiera, no había ninguna prueba de que ese peligro desaparece precisamente a las dos semanas.

Incluso hoy, cuando ya se cuenta con numerosos estudios que muestran que la vacuna no es solo compatible con el embarazo y la lactancia, sino especialmente recomendable para proteger a la madre y al bebé, es frecuente encontrar ese absurdo consejo de “comentar con su proveedor de atención médica los beneficios y riesgos potenciales de la vacunación”. No se hace tal recomendación a los trasplantados de riñón o a los que acaban de sufrir un infarto.

Vacuna contra la COVID y machismo: Mujer embarazada
Las mujeres debían consultar los beneficios y riesgos de la vacuna en su caso particular | Fuente: Canva

¿Por qué solo las mujeres embarazadas o lactantes han de comentar esos beneficios y riesgos?

Cuando los hospitales estaban colapsados y los sanitarios agotados, cuando la mortalidad por cáncer, cardiopatía y otras enfermedades aumentaba porque se habían retrasado los diagnósticos y los tratamientos, ¿los médicos tenían que dedicarse a explicar individualmente, a cada madre, los beneficios y riesgos? ¿Las embarazadas tenían que ponerse en peligro acudiendo al centro de salud y esperando junto a otros pacientes para recibir esa información? ¿Los comités de expertos de la FDA o de la OMS pensaron “nosotros no tenemos datos y no sabemos qué recomendar, mejor que le pregunten a su médico de cabecera, que seguro que tiene más información”?

A ver, el balance de riesgo/beneficio, en enero de 2021, era bastante obvio: COVID, más de dos millones de muertos, más de 50.000 en España. Vacuna, entonces, 30 millones de dosis administradas sin apenas efectos secundarios graves (y hoy, tras 12.000 millones de dosis, algunos se obcecan en decir que la vacuna mejor estudiada de la historia es “experimental”).

“Solo se debe considerar la administración durante el embarazo si los posibles beneficios superan los posibles riesgos.” Esta frase es una perogrullada que, por desgracia, puede leerse desde hace décadas en los prospectos de muchos medicamentos.

Un plazo aún más largo

Obviamente, nadie, en ningún caso, bajo ninguna circunstancia, debe tomar un medicamento si el riesgo supera al beneficio. Pero solamente a las embarazadas y madres lactantes las consideran tan estúpidas que hace falta recordárselo. Si ya la información de nuestro Ministerio era más restrictiva que la de las autoridades europeas, otras autoridades fueron todavía más lejos.

El 21 de enero, la web de información para el público de la Generalitat recomendaba esperar tres meses tras la vacunación antes de quedarse embarazada (¡y los insensatos del Ministerio únicamente aconsejaban dos semanas!) Eso sí, “no se recomienda la interrupción del embarazo después de la vacunación voluntaria”.

Imagine que hablamos de otra situación: “No se dispone de datos sobre la vacunación en personas diabéticas. Si un diabético se vacuna voluntariamente, no se recomienda la eutanasia” ¿Es tranquilizador o más bien terrorífico?

Se permite la vacuna a los donantes de sangre
No se desaconsejaba, en cambio, la donación de sangre después de haberse vacunado | Fuente: Canva

La donación de sangre

Más asombrosa aún es la comparación entre lo que decía dicha web sobre la lactancia y la donación de sangre: Tampoco se recomienda la vacunación a las mujeres que estén amamantando a sus hijos, porque no se sabe si la vacuna se excreta a través de la leche materna. En todo caso, la vacunación se ha de posponer hasta que haya terminado la lactancia materna. Soy donante de sangre. ¿Podré continuar colaborando con este acto de solidaridad? Sí. En general se puede dar sangre después de haberse vacunado. Es decir, a ver si alguien lo entiende: si la madre se vacuna, el bebé puede recibir una transfusión de su sangre, pero no puede tomar su leche. Se ve que la leche de las mujeres tiene algo que convierte la mínima cantidad de cualquier sustancia, incluyendo la vacuna, en un peligrosísimo veneno.

Embarazadas, sin vacuna ni baja laboral

En la práctica, en las primeras semanas, cuando se vacunaban los profesionales sanitarios, la decisión dependió de diversos directores de hospitales, comités de riesgos laborales, médicos de empresa o simplemente de cualquiera que ese día estaba pinchando e interpretaba a su modo las recomendaciones, ya de por sí absurdas, de las autoridades.

Me consta que a muchas doctoras y enfermeras, incluso a algunas que trabajaban en cuidados intensivos, se les negó la vacuna porque estaban embarazadas o dando el pecho pero no, no se les concedió la baja laboral. Tuvieron que seguir jugándose la vida, embarazadas y sin vacuna.

Muchas tuvieron que mentir, negar su embarazo o afirmar que ya habían destetado a sus hijos. Algunas fueron obligadas a dejar de amamantarlos. Otras, a firmar un papel de ‘conforme’ en el que se hacían responsables de las terribles consecuencias de vacunarse. O escucharon comentarios del tipo “bueno, si quieres te vacunas, pero bajo tu propia responsabilidad”. Como si no nos hubiéramos vacunado todos bajo nuestra propia responsabilidad, siendo mayores de edad, en pleno uso de nuestras facultades, en un país en que la vacunación no es obligatoria.

Más argumentos para los negacionistas

A las que por aquel entonces me preguntaban por el tema, les recomendaba que exigieran un documento firmado por la persona que se negaba a vacunarles, “por si me pasa algo, para saber a quién tengo que denunciar”. La negativa a vacunar a las embarazadas y madres lactantes las puso en peligro a ellas, a sus bebés, a sus familiares y amigos y a sus pacientes. Contribuyó a disminuir la confianza de la población general en la vacunación y a dar argumentos a los negacionistas: “si la vacuna es tan segura, ¿por qué a mi prima, embarazada, le han dicho que no se vacune?”.

Cuando las recomendaciones oficiales empezaron a cambiar, muchas embarazadas e incluso algunos profesionales siguieron desconfiando: “antes decían que no, ahora dicen que sí, ¡no se aclaran ni ellos!”.

El principio de precaución del que hablaban algunos no nos da derecho a inventarnos supuestos peligros absurdos ¿Pueden las embarazadas subir en ascensor? ¿Pueden volar en avión las mujeres que dan el pecho? ¿Se puede ver la tele durante el embarazo?

Fue como si, en un naufragio, en lugar del clásico “¡las mujeres y los niños primero!”, alguien hubiera gritado: “¡esas mujeres, que no suban a los botes; se podrían marear!”.

Las consecuencias

Al final, como era de temer, en otoño de 2021 se notó un aumento de las embarazadas no vacunadas que ingresaban en cuidados intensivos. Algunas murieron, y las autoridades de pronto despertaron y empezaron a recomendar clara y rotundamente la vacunación de las gestantes.

Demasiado tarde, sin que nadie asumiera su culpa ni pidiera perdón. Han muerto madres. Han muerto porque alguien les negó, sin ningún motivo racional, la vacuna. Solo a ellas, solo a las madres, solo por ser mujeres. Vendrán otros virus. Es de esperar que esta vergonzosa discriminación no se vuelva a producir, que ninguna embarazada haya de morir porque le nieguen la vacuna o el medicamento que necesita.

Dr. Carlos González
Pediatra y escritor