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Psicología y salud mental

Montse Sánchez Povedano, psicóloga clínica: “En los trastornos de conducta alimentaria, el ‘bullying’ se convierte en un espejo de horror”

tratamiento de los TCA en la adolescencia
Uno de los síntomas más comunes en este tipo de trastornos es la obsesión por el peso
Sapos y Princesas
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Fecha de actualización: 04.05.21

Montse Sánchez Povedano es psicóloga clínica y tiene tras de sí 25 años de experiencia en el tratamiento de los TCA, es decir, los trastornos de la conducta alimentaria. Se trata problemas complejos, de alteraciones graves en torno a la ingesta de comida entre las que se incluye la obsesión por el peso y la imagen corporal. En España los sufren unas 400.000 personas, de las que alrededor de 300.000 son adolescentes y jóvenes.

El culto al cuerpo que fomentan las redes sociales contribuye a agravar la situación y el bullying es uno de los factores desencadenantes más destacados de esta enfermedad. Así nos lo explica en esta entrevista la fundadora y directora de eātica, una clínica que ofrece un servicio personalizado para su tratamiento específico. Esta es la conversación que mantuvimos con ella:

SyP: ¿Qué es exactamente un TCA y qué peculiaridades tiene cada uno de ellos?

M.S.P.: Es un trastorno emocional. A menudo simplificamos su origen como una obsesión por el cuerpo, pero es mucho más complejo y está relacionado con ciertas variables personales, biológicas, situaciones familiares, conflictos o traumas, entre otras. El equipo de eātica acumula más de 25 años de experiencia en el tratamiento de TCA, y sabemos que detrás de los síntomas siempre hay conflictos que debemos abordar para una adecuada resolución de los casos.

SyP: ¿Cuáles son los más frecuentes?

M.S.P.: La anorexia nerviosa, caracterizada por la pérdida de peso asociada a una restricción en la alimentación y conductas purgativas o exceso de actividad física. La bulimia, en la que se dan atracones compensados normalmente con prácticas de vómito o abuso de laxantes. Y el trastorno por atracón, con presencia de ingestas excesivas y descontrol alimentario, con restricción alimentaria u otras formas de compensación.

Pero los TCA se mueven en un continuum. Es habitual que la historia de un paciente se inicie con anorexia para ir derivando en bulimia o trastorno por atracón. Lo importante es que existe un mismo núcleo común en todos los casos, independientemente de cómo se manifiesten, y es una necesidad de control sobre la figura, el peso y la comida que limita un funcionamiento saludable en los diferentes órdenes de la vida.

SyP: ¿Hay algunas causas específicas que lo provoquen?

M.S.P.: Los TCA responden a diversas causas: aspectos de vulnerabilidad o predisposición personales, familiares, biológicos y sociales, como la presión por una estética de la delgadez. Entre los factores personales más determinantes está el perfeccionismo, la baja autoestima, la dificultad en las relaciones sociales y los sesgos cognitivos. Y entre los factores familiares, son destacables las historias de TCA en las madres, la conflictividad en el núcleo de convivencia o el antecedente de abuso de dietas.

Existe un mismo núcleo común en todos los casos, independientemente de cómo se manifiesten, y es una necesidad de control sobre la figura, el peso y la comida que limita un funcionamiento saludable en los diferentes órdenes de la vida.

SyP: ¿A qué indicadores tienen que prestar atención los padres para detectar si su hijo está padeciendo un TCA?

M.S.P.: Como padres, debemos alertarnos si observamos algunos cambios de comportamiento, como un estado depresivo e irritable, una insatisfacción personal constante o una fuerte tendencia al aislamiento.

En cuanto a la alimentación, son señales de alarma el uso injustificado de dietas restrictivas, el interés por cocinar para los demás y controlar la alimentación o el hecho de poner excusas para no comer (por ejemplo, ‘ya he comido fuera’). También el sentimiento de culpa por haber comido, o acciones como encerrarse en el baño después de comer.

Los intentos de esconder el cuerpo (con ropa ancha o evitando el bañador) y el ejercicio físico excesivo también son indicadores. Y evidentemente, debemos actuar rápido si detectamos una pérdida de peso injustificada, la interrupción de la menstruación, vómitos autoinducidos o el uso de laxantes.

SyP: ¿Qué es lo primero que tienen que hacer ante cualquier sospecha?

M.S.P.: Ante cualquier sospecha es fundamental hablar con el familiar afectado, escucharlo sin criticismo, sin despreciar o menospreciar su discurso, entenderlo como la expresión de una dificultad grave en su vida.

A partir de aquí, acudir a la consulta de un profesional especializado en TCA, que pueda tener el conocimiento necesario para evaluar la dimensión del problema y orientar sobre el mejor tratamiento para ese momento.

Como padres, debemos alertarnos si observamos algunos cambios de comportamiento, como un estado depresivo e irritable, una insatisfacción personal constante o una fuerte tendencia al aislamiento.

SyP: Una vez confirmado el diagnóstico, ¿cómo tendría que ser el día a día en casa? ¿Qué consejos daría a los padres para gestionar la situación?

M.S.P.: Lo más importante es confiar en el equipo que está tratando al paciente. Porque afecta a toda la unidad familiar y, por tanto, esta última tiene un gran protagonismo en su resolución.

La recuperación de un TCA es un proceso que requiere mucho esfuerzo por parte de todos. Hay que dejar de lado la culpa. Ni pacientes ni familiares tienen la culpa de la aparición del trastorno. En el mismo sentido, resulta necesario evitar la hostilidad y la crítica hacia la persona que lo padece. Debemos entender que es un problema emocional y, por ese motivo, no podemos poner el foco solamente en los síntomas.

SyP: ¿En qué consiste el tratamiento? ¿Hay varios tipos?

M.S.P.: Primero realizamos varias entrevistas con la paciente (9 de cada 10 son mujeres) y la familia. Estas nos permiten conocer y valorar la situación actual, los hechos relacionados con el inicio del trastorno, la historia de tratamientos e intentos para solucionarlo. Con todo ello, se establece un diagnóstico y se orienta el tratamiento que mejor responda a las necesidades particulares de cada caso concreto. Existen distintos recursos: ambulatorio, hospital de día o tratamiento residencial.

En cualquiera de estos recursos, el plan se personaliza al máximo, tomando en cuenta la edad de la paciente, la situación de la familia, el modo en que se expresa la enfermedad, el tiempo de evolución, etc. El seguimiento lo lidera un equipo interdisciplinar, formado por psicólogo, psiquiatra, médico y enfermería, entre otros.

Durante el tratamiento, se toman en consideración todos y cada uno de los aspectos de la vida de la persona afectada: médicos, individuales, familiares, sociales, educativos, laborales, de ocio y alguno más si es necesario.

Además, se abordan las distintas causas que subyacen bajo el trastorno y no solo los síntomas. Se realizan terapias individuales y grupales, y se trabaja también con las familias, esenciales en el proceso de superación. A su vez, el equipo médico y nutricional se ocupa de la realimentación y los posibles problemas orgánicos que puedan estar asociadas en cada caso a la patología alimentaria.

SyP: ¿Durante la pandemia se ha incrementado los casos de TCA?

M.S.P.: Sí, han aumentado. Y también se han complicado los ya existentes.

SyP: ¿A qué cree que se ha debido?

Algunos TCA, sobre todo la bulimia, son invisibles durante un tiempo. Las causas del incremento de casos o de su empeoramiento han sido las restricciones sociales —que conllevan aislamiento—, la modificación de las rutinas diarias —que aportaban un marco de estabilidad— o los cambios en los planes y proyectos de vida para los niños y jóvenes.

También hay que destacar el uso incorrecto de las redes sociales, con un incremento de las horas de uso de dispositivos móviles y el consumo de contenidos muy focalizados en la alimentación, el ejercicio físico y la imagen corporal.

SyP: ¿Puede existir alguna relación entre el bullying y los TCA?

M.S.P.: El bullying está descrito como uno de los factores precipitantes de mayor importancia para un trastorno de la conducta alimentaria. Una persona con ciertas características de vulnerabilidad para padecer un TCA puede muy fácilmente acabar desarrollándolo por haber estado sometida a una situación de acoso. Y más aún si las burlas y las agresiones han tenido su aspecto físico como diana.

Especialmente en la preadolescencia y adolescencia, que es cuando se desarrollan estas alteraciones, la aceptación y la pertenencia al grupo son esenciales. La autoestima se fundamenta en ello, hay una comparación constante con los demás, con los modelos que se quieren seguir. Y el ajuste con ellos determina la satisfacción que el adolescente siente de sí mismo.

La exposición a las redes sociales hace que ese universo de comparación y aprobación se magnifique y complica mucho ese proceso de aceptación. En los trastornos de conducta alimentaria, el bullying, y especialmente desde las redes sociales, se convierte en un espejo de horror. Es la confirmación de una desaprobación, que lleva a muchos al aislamiento social y a centrarse en buscar el éxito en lo único que pueden controlar: su propio cuerpo.

La exposición a las redes sociales hace que ese universo de comparación y aprobación se magnifique y complica mucho ese proceso de aceptación.

SyP: ¿Es posible prevenir un TCA?

M.S.P.: Sí. Hay que hacer un trabajo de prevención y sensibilización, y la familia es clave para ello. Una de las primeras pautas para prevenir TCA es hacer una ingesta juntos al día, que sea un momento para fomentar la comunicación, la escucha activa (no solo dar consejos y predicar).

También es de gran ayuda evitar normalizar una dieta, a no ser que sea necesaria y se haga por prescripción médica. A la vez, hay que controlar la autonomía de la alimentación del adolescente, fomentarla, pero siempre con supervisión. Lo mismo se puede decir del uso, y abuso, de la actividad física.

Otro elemento clave es ayudarles a convertirse en personas autónomas: no hacer por ellos las cosas que pueden hacer solos. Eso ayudará a entrenarlos en la frustración. Y fomentar la autoestima, el amor y la aprobación no vinculados únicamente a consecución de logros. Por el contrario, hay que potenciar la estima incondicional, la aceptación de tu hijo a cambio de nada.

Los padres también debemos modular los comentarios críticos sobre el aspecto físico y enseñar a nuestros hijos a cuestionar los mensajes de los medios de comunicación y las redes sociales, controlando el uso de dispositivos móviles.