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Psicología y salud mental

Vuelta al cole: cómo afrontar de nuevo la rutina sin desesperar

Volver a la rutina en septiembre
Fuente: Canva
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 02.09.19

Septiembre es un mes de comienzos y de vuelta a la rutina. Sin duda, una época complicada. Venimos de una temporada de horarios relajados, sin tener que madrugar de lunes a viernes, sin clases y con muchas menos responsabilidades. En fin, una mecánica totalmente distinta. Pero no desesperemos, podemos conseguir que tanto nuestros hijos e hijas como nosotros retomemos el camino con buen pie.

¡Que las pilas recargadas duren mucho!

No hace tanto, hablábamos sobre cómo afrontar las vacaciones para que se cumplieran todas nuestras expectativas, ¡el tiempo pasa volando! Pero hemos tenido unos días para desconectar, para asentar nuestras ideas, replantearnos lo que está por venir y, por supuesto, para descansar. Tanto la parte más reflexiva como aquella más orientada a la calma, han dejado en cada uno de nosotros sensaciones placenteras que, en conjunto, nos han permitido ‘recargar las pilas’.

Si queremos que esta energía positiva nos acompañe durante un tiempo, lo mejor que podemos hacer es tratar de dosificarla, en nosotros y en nuestros hijos. No se trata de asociar el final de las vacaciones con la ‘vuelta a la guerra’.

Posiblemente hayas estado valorando aquello que fue bien en el curso anterior, así como lo que sería apropiado modificar. Y los cambios en una dirección específica y deseada no se producen solos. La familia es un sistema que funciona como mecanismo; para entendernos, nos sirve la analogía de las ruedas de un reloj y sus engranajes: si una de ellas gira, todas lo harán hacia uno u otro sentido. Y estos cambios deberán producirse en dos planos: académico y relacional, íntimamente ligados entre sí.

Volver a la rutina sin desesperar
Separemos en lo posible el ámbito laboral del familiar | Fuente: Canva

Consejos para volver a la rutina de la mejor manera posible

1. Dejar el trabajo en la oficina

Las cargas laborales y el estrés son algunos de los lastres que trae consigo la rutina y, por lo general, comienzan pronto a hacerse visibles. Aunque a veces nos cueste, la mejor receta para sobrellevar la situación es separar lo más posible los diferentes ámbitos. Es decir, los problemas del trabajo se quedan allí. Fuera del horario laboral, no soy mecánico, empleado de banca, ni psicólogo. Soy padre, soy madre, soy pareja, soy yo. ¿Realmente solucionamos algo dándole vueltas y más vueltas a las cosas a deshora?

2. Aprovechar los momentos de tiempo libre

Volver a la rutina no implica olvidarse por completo de los momentos de desconexión y calma. Mantengamos aquellas actividades que, con cierta adaptación, podamos continuar realizando. Obviamente, pasar el día en la playa no va a ser posible, pero sí terminar la jornada dando un buen paseo o aprovechando en un parque o una terraza los placeres del buen tiempo. ¡Y sigamos sacándole todo el partido a los fines de semana como válvula de escape!

3. Organizarse es importante

Organicemos las obligaciones y los deberes, pero hagámoslo con cabeza. ¿Es necesario cerrar los objetivos semanales el primer día? ¿Es aconsejable mandar al niño a estudiar dos horas la primera tarde? Ellos, no han tenido quince días de vacaciones, han tenido dos meses, un descanso tan amplio como necesario acorde a su edad y estadio evolutivo. Pasar de cero a cien resultaría totalmente abrumador, así que empezar gradualmente es, sin duda, lo más razonable.

4. La motivación lo es todo

Convendría dirigir las primeras tomas de contacto con los libros desde la motivación, no desde la obligación. Son niños, no tratemos de hacerles ver el sentido que tiene estudiar y las consecuencias en su futuro, son incapaces de tomar distancia a largo plazo; lo sabemos, son cortoplacistas por antonomasia. Así pues, promovamos el mismo objetivo de una forma motivadora porque es lo más eficaz.

5. Empezar de cero

En los niños, el tiempo tiende a dividirse en cursos académicos y no en años. Por lo tanto, su lema es ‘curso nuevo, vida nueva‘. Empecemos de cero. Al contrario de lo que suele ser habitual, en lugar de comenzar con una serie de objetivos y restricciones —y a medida que los primeros se vayan cumpliendo, las segundas irán disminuyendo—, empecemos con una serie de metas (deberes) y una normalidad en lo que a ‘premios’ se refiere (derechos). A partir de aquí, es conveniente ir jugando con las consecuencias que su actitud y esfuerzos traigan consigo, tanto para bien, como para mal.

6. Y, sobre todo, ¡paciencia!

La vuelta al cole, ver a los amigos, empezar de nuevo con la rutina de las clases, las actividades extraescolares y el cambio de horario se convierten en una bomba emocional. Es, por un lado, una experiencia excitante, pero por otro, una situación monótona y aburrida. Una vez más, dependerá en gran medida de los adultos que los rodean que estas emociones sean bien gestionadas y redirigidas de forma adaptativa. Así que seamos comprensivos, tengamos paciencia y acompañémoslos en el camino.