Preparar la llegada de un hermano resulta muy necesario porque es una de las situaciones familiares que más preocupan a los padres y madres ante un nuevo embarazo y también una de las que más estresan a los niños. Y aunque tener celos de un nuevo miembro de la familia a edades tempranas es algo normal que no debe angustiarnos, cuidar determinados aspectos de la relación con nuestros hijos e hijas ayudará mucho, como veremos.
Lo más importante es tratar la situación con normalidad, ya que debido a las características propias de los niños pequeños (egocentrismo, impulsividad y carencia de comprensión racional), es normal que haya reacciones emocionales algo complicadas hasta que se adapten a la nueva situación. Debemos entender, en primera instancia, que su cerebro no tiene establecidas las conexiones necesarias para interpretar racionalmente las experiencias y sacar conclusiones.
Naturalidad y comprensión
Los padres y las madres tienen un papel muy relevante en este proceso. La actuación de los adultos ha de basarse en la naturalidad y en la comprensión hacia el menor. Puede ocurrir que al principio muestren conductas que nos intranquilicen o alguna regresión, en el sueño, en la alimentación o en algún otro aspecto, pero si tratamos el asunto con sencillez y franqueza y no les demostramos preocupación, suele desaparecer a los pocos días.
Debemos empezar por asumir el hecho de que, cuando son pequeños, no pueden comprender lo que es un ‘embarazo’. No tienen capacidad para anticiparse e interpretar una situación que aún no existe. Lo que sí pueden hacer es observar y sentir los cambios que se van produciendo en la familia: ven que a su mamá le crece la tripa, que ya no les cogen tanto en brazos, que a veces están cansadas, que las personas del entorno pueden variar sus actitudes hacia ellos y les hacen preguntas en relación con su hermanito.
