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‘Madre de día’, un hogar y una escuela alternativa para los más pequeños

Madre de día
Fuente: Canva
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 20.09.23

¿Qué es una madre de día? Para explicarlo empezaremos diciendo que, cada vez más, las familias se deciden por sistemas alternativos para la educación de sus hijos e hijas, por las innumerables ventajas que ofrecen frente al método de enseñanza tradicional. Dentro de esas innovadoras ofertas existen muchas conocidas, como los colegios Montessori, Waldorf, Reggio Emilia y las escuelas El Bosque, entre otras. Pero hay una que aglutina una variedad de las pedagogías alternativas dentro de un formato diferente y común: las madres y los padres de día.

Esta figura hace referencia a profesionales de, al menos, una de las metodologías pedagógicas mencionadas que trabajan en su propia casa con niños y niñas de 0 a 6 años, y con una ratio máxima de cuatro pequeños alumnos.

Los derechos de la infancia son la base de su forma de proceder, pues su labor surge por y para los niños, que están inmersos en un mundo adulto con una gran demanda de conciliación. Y, entre todos ellos, los que miman especialmente son el derecho a un hogar durante sus tres primeros años de vida, al juego, a tener figuras de apego que miran por sus necesidades, al movimiento libre y a formar parte de la comunidad circundante, entre otros.

Una misión de vida

1. Acompañamiento respetuoso

Todas las madres y padres de día comparten una misión de vida común de acompañamiento respetuoso a la infancia, y la vocación es el sustento diario de su quehacer. Muchas de ellas están en la Cooperativa de Madres de Día, y gracias al esfuerzo conjunto que hacen en ella, son una opción legal en la Comunidad de Madrid, en Navarra y en las zonas rurales de Galicia de más de 5.000 habitantes.

2. Un hogar que es prolongación del primero

La etapa con la que generalmente trabajan es la de 0 a 3 años, aunque a veces se abarca también la más amplia de 0 a 6. En la primera, los niños y las niñas precisan del calor del hogar y de su familia, además de vínculos sanos y un acompañamiento respetuoso, un trato que no los considere como personas incompletas, sino como seres con un potencial inmenso y con necesidades muy diferentes a las de los adultos.

3. Un espacio plenamente adaptado

Una madre de día abre su propia casa y la adapta para acoger a la infancia, pues el calor del hogar es un agente imprescindible para el correcto desarrollo físico, psíquico y emocional de los más pequeños. Asimismo, propicia una entrada paulatina y sin imposiciones en la sociedad, y la llevan a cabo saliendo al entorno cercano y compartiendo actividades comunitarias.

5. Atención individualizada

Tienen una ratio de máximo cuatro niños y niñas para poder practicar una verdadera educación individualizada. De este modo, los menores son realmente los protagonistas de su aprendizaje, lo que hace que se sientan valorados y motivados individualmente.

6. El juego, motor de su desarrollo

Los cuidados personalizados y de calidad se unen a unos espacios especialmente cuidados, adaptados y seguros para los más pequeños. Se apuesta siempre por el juego como motor de aprendizaje, el movimiento libre, el contacto con la naturaleza y el respeto por todas y cada una de las facetas de ese ser único al que acompañan. Todo ello, vertebrado por las pedagogías alternativas que predominen en cada casa.

7. Comunicación continua con las familias

Así, los hitos evolutivos de la infancia se van sucediendo de manera natural, en un ambiente de tranquilidad y confianza que asegura su desarrollo integral. Para alcanzar este objetivo es imprescindible que cada casa se adecúe a las necesidades de los niños y niñas, y que la comunicación con las familias sea continua y personalizada, ya que se trabaja conjuntamente en su educación.

Una madre de día siempre observará y estará disponible física y emocionalmente, para lo cual deberá regular su quehacer diario y amoldarlo plenamente al pequeño grupo que tenga en ese momento.

Como es lógico, en los grupos conviven mezclados niños y niñas, generalmente desde los 0 a los 3 años, lo que fomenta el aprendizaje de los roles y las habilidades sociales que requiere una educación para la vida, pues nos relacionamos con individuos muy diferentes en nuestro día a día.

8. Educación respetuosa

En este ambiente hogareño se hace más factible tener en consideración las decisiones familiares en cuanto a la educación natural y respetuosa con la infancia. Por ejemplo, ofrecer una alimentación autorregulada por el bebé (BLW), favorecer la lactancia materna, el control de esfínteres en calma, respetar el ritmo de evolución de sus habilidades motoras, practicar el porteo con los más pequeños, acompañar sus sentimientos teniéndolos en consideración, así como fomentar su autonomía y autocontrol, entre otras cosas.

9. Contacto con la naturaleza

Actividades como saltar en los charcos, descubrir la flora y fauna de nuestro entorno, conocer nuestro barrio y nuestra cultura, manipular el barro, el agua y la arena, tener experiencias positivas con la comida, regular los biorritmos con las siestas, o trabajar y jugar según necesidades se hacen posibles con espacios, tiempos, ratios y personas que forman vínculos adecuados.

10. Trabajar las emociones

Estos vínculos se potencian con cada niño y niña de la casa de manera individual, lo que posibilita un correcto desarrollo emocional, tan decisivo a la hora de establecer aprendizajes. Hay estudios que demuestran que los menores que tienen buena relación con el centro escolar, en este caso con la madre de día, y establecen un nexo de calidad, aprenden y evolucionan mejor.

En resumen, las madres y los padres de día son profesionales de los métodos pedagógicos alternativos que ofrecen un hogar con la ratio muy reducida para favorecer la conciliación familiar desde la perspectiva del respeto a la infancia y la innovación educativa.

Inés Lahora
Proyecto Personitas