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Alimentación y crisis climática: los riesgos del modelo actual

Alimentación y crisis climática
Fuente: Canva
Sapos y Princesas
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Fecha de actualización: 31.10.19

Los estragos, cada vez más evidentes, que trae consigo el calentamiento global piden a gritos la llegada de maneras más sostenibles de explotar el medio ambiente. Y es que alimentación y crisis climática son dos conceptos, según los expertos, íntimamente relacionados en ambos sentidos. Mientras que un uso correcto de los recursos ralentizaría el deterioro planetario, el saludable estado de nuestro hábitat incrementaría la efectividad de los métodos de obtención de comida.

El deterioro de nuestros recursos alimentarios

Las catástrofes en forma de largas sequías o devastadoras inundaciones son solo algunas de las consecuencias evidentes del progresivo cambio climático. La FAO sostiene que este tipo de episodios meteorológicos extremos “tendrán un impacto negativo en la disponibilidad de alimentos, el acceso a los mismos, su estabilidad y su utilización, así como en los bienes y oportunidades de los medios de vida, tanto en zonas rurales como urbanas”.

Este organismo de la ONU, destinado a velar por la alimentación y la agricultura a nivel mundial, anuncia otra amenaza: la de la aparición de nuevas plagas y enfermedades. Las causas, según afirman, residen en el aumento de las temperaturas y el consiguiente cambio en las condiciones de humedad, que podrían crear hábitats propicios para la proliferación de algunos animales y agentes patógenos.

El impacto negativo de esta cruda realidad en nuestras masas de agua continuará mermando los recursos pesqueros, una fuente imprescindible en nuestra alimentación y sustento económico de unos 200 millones de familias a lo largo y ancho del globo terráqueo. Y, por si fuera poco, los cultivos que dependan de muchos de esos lagos y ríos también se verán perjudicados.

alimentación y crisis mediática, influencia en la pesca
Alimentación y crisis mediática, dos amenazas reales para nuestros caladeros de pesca | Fuente: Pixabay

Los efectos negativos del actual modelo

La relación entre alimentación y crisis climática, como anticipábamos al comienzo, alberga repercusiones mutuas. Cuanto más afectan las altas temperaturas a la proliferación de nuestros recursos nutricionales, las explotaciones para obtenerlos siguen unos métodos cada vez más agresivos y perjudiciales para el entorno natural.

Tal y como ha cuantificado el último informe especial sobre cambio climático y tierra del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático), casi la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero vienen causadas por la agricultura, la silvicultura y otros usos humanos de la tierra. Por su parte, guiándonos por los datos de esta misma institución, el 70% del consumo mundial de agua dulce se destina a abastecer los distintos cultivos existentes. Unas cifras que evidencian la necesidad de adoptar decisiones inmediatas que eviten o reduzcan los riesgos y generen beneficios para la sociedad.

Si pasamos a observar el uso que hacemos de nuestros alimentos, esta organización de especialistas de la ONU calcula que el derroche de los mismos protagoniza en torno a un 10% del calentamiento global provocado por el hombre. Puntualizan, además, que entre una cuarta y una tercera parte del total de la comida procesada a nivel mundial, se pierde o se desperdicia, algo difícil de asumir si tenemos en cuenta los problemas de malnutrición presentes en tantas sociedades.

Desechos, alimentación y crisis climática
A los problemas derivados de alimentación y crisis climática, se une el del desperdicio de comida | Fuente: Pixabay

Los pasos a seguir que recomiendan los expertos

Las líneas de mejora marcadas por la FAO siguen una constante homogénea: la sostenibilidadAdaptando cada una de las fases del modelo a este principio, proponen una transformación inmediata en los siguientes sentidos:

1. La agricultura como parte de la solución

Que los actuales procedimientos agrícolas y ganaderos agraven las negativas influencias entre alimentación y crisis climática no significa, por supuesto, que haya que dejar de cultivar o de criar animales. En su lugar, se recomienda:

  • Un manejo más eficaz de los servicios del ecosistema
  • Una disminución de los cambios del uso de la tierra y de la deforestación que conlleva
  • Un empleo de variedades de cultivos vegetales más eficientes
  • Un manejo más estudiado del suelo orgánico
  • Un mejor control de los incendios accidentales
  • Una nutrición de más calidad para el ganado, así como un tratamiento ordenado de sus residuos

2. La adaptación humana al cambio climático

Para evitar que el suministro de alimentos se ralentice o interrumpa en algún momento por cuestiones derivadas del calentamiento global, es aconsejable:

  • Optimizar las variedades y procesos de cultivo, eligiendo los más adecuados para la nueva realidad climática
  • Perfeccionar el diagnóstico temprano de las previsiones meteorológicas

3. El uso inteligente del agua

Depender del agua procedente de la lluvia no es suficiente. Por contra, se debe fomentar un aumento de la productividad con una implantación de sistemas de irrigación y un manejo adecuado de los recursos hídricos locales. Concienciar a nuestros hijos, a través de la información y de conductas responsables, es la mejor manera de que interioricen lo crucial que resulta no malgastar este valioso recurso.

4. La producción alimentaria responsable

No solo es indispensable promover programas y políticas de producción respetuosas desde el punto de vista ecológico. Otro de los retos es el manejo y aprovechamiento de los excedentes, una práctica que ya es una realidad en muchos países, incluido el nuestro, gracias a la actividad de algunas empresas que evitan que se deseche la comida que no se ha vendido. El proceso, tan sencillo como necesario, se basa en recoger los sobrantes diarios de fabricantes, tiendas y restaurantes y comercializarlos a un precio reducido, siempre bajo estrictos controles de calidad que garantizan su buen estado.