¿Te imaginas que un día los niños no supieran jugar al escondite? ¿O que no supieran cómo subir a un árbol o cómo mirar las nubes para encontrar en ellas formas increíbles?
En la actualidad, los niños y las niñas están expuestos a un alto consumo de pantallas y dispositivos electrónicos, un hecho que puede generar una falta de creatividad y una menor capacidad de relacionarse con su entorno natural y social que no les beneficia en absoluto. Fruto de esta circunstancia, nace Leo no sabe jugar, un precioso cuento escrito por el conocido autor infantil, educador y humorista Miguel López, ‘El Hematocrítico’, al que acompañan las ilustraciones de la aclamada Lyona. Con él pretenden reivindicar la importancia de fomentar el juego tradicional y espontáneo en la infancia, porque con él consiguen explorar y aprender del mundo que les rodea de una manera directa, más completa y enriquecedora.
El poder del juego
En este entretenido cuento conoceremos a Leo y su pandilla, un grupo de niños y niñas del futuro que solo saben distraerse con sus gafas virtuales. Pero un día, un gato muy travieso les estropea su artilugio electrónico y, de pronto, todos ellos tienen que ponerse a pensar en cómo pasar su tiempo libre y aprender a divertirse de verdad. Aquí vemos que el aburrimiento puede convertirse en una oportunidad valiosa para el aprendizaje, y Leo y sus amigos se darán cuenta de que para jugar solo se necesitan las ganas y el poder de la fantasía, que está en sus mentes.
Jugar con los amigos estimula la imaginación y la capacidad de resolución de problemas, además de ser un factor clave para un buen desarrollo físico, mental y emocional. Este cuento devuelve el protagonismo a los valores de la diversión y el compañerismo de la mano de dos autores reconocidos y expertos en la literatura infantil.
