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Juegos y hábitos para enseñar a los niños a cuidar el planeta

Enseñar a los niños a cuidar el planeta es parte de nuestro compromiso como padres. En este decálogo de buenos hábitos que os ofrecemos aquí, encontraréis algunos consejos que podréis incorporar a vuestro día a día. De este modo colaboraremos en una importante e ineludible tarea: salvaguardar el medioambiente e inculcar en nuestros hijos la responsabilidad que todos tenemos en alcanzar este propósito.

1. Ahorra toda el agua posible

Desperdiciar agua es una de las formas más nocivas de atacar a nuestro planeta. Hay muchos pequeños gestos que pueden ayudarnos a ahorrar, algunos de ellos son instalar reductores de caudal en nuestros grifos; no poner la lavadora o el lavavajillas a media carga, a no ser que tengan programas específicos para este tipo de lavado sin malgastar agua ni electricidad; y, por supuesto, cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes o fregamos cacharros. Incluso cuando nos lavamos las manos, mientras nos enjabonamos, debería estar cerrado y abrirse solo para aclarárnoslas.

Para concienciar a nuestros hijos de esta tarea, podemos proponerles comprobar al lavarse los dientes la cantidad de agua que se puede ahorrar tan sólo cerrando el grifo, colocándoles debajo del mismo un cubo que almacene el agua mientras dejan el grifo abierto.

2. Haz compost casero

Si tienes un jardín o una buena terraza con muchas plantas, puedes hacer tu propio compost casero, que simplemente es abono de origen natural, una alternativa a los fertilizantes del mercado respetuosa con el medio ambiente. Para hacerlo, lo primero que necesitas es un compostador. Puedes comprarlo, pero también está la opción de fabricarlo tú mismo con un recipiente adecuado, por ejemplo, una jardinera grande que tengas sin usar, una caja de fruta de madera o un palé de obra. Es esencial que no esté en contacto directo con el suelo para facilitar la entrada del aire, por lo que convendría apoyarlo en unos tacos de madera o algún otro objeto.

Para obtener el compost, hay que rellenar el recipiente con capas alternas de distintos productos húmedos o verdes y secos, siempre orgánicos. La primera capa debe ser de materiales secos: ramas, piñas, serrín de maderas no tratadas, cáscaras de frutos secos, de huevo… Encima ya podemos ir añadiendo residuos húmedos: hojas frescas, restos de cortar el césped, de fruta y verdura, bolsas de infusiones y posos de café… Luego ya solo hay que seguir añadiendo residuos, alternando las capas del mismo modo. Además, de vez en cuando habrá que regarlo, tratando de que la humedad penetre bien, pero sin encharcarlo. Y también removerlo un poco, sin mezclar las capas, para propiciar la aireación.

Después de unos siete meses, podremos ir retirando del fondo del recipiente el compost listo para abonar nuestras plantas o nuestro huerto. Si quieres más información, consulta el estupendo Manual del compostaje del Ministerio de Medio Ambiente.

3. Reducir, reutilizar y reciclar

Esta triple regla de oro para gestionar bien los residuos es básica para enseñar a los niños a cuidar el planeta. Porque, aunque avanzamos en el reciclaje, aún no lo hacemos demasiado en los dos primeros mandatos. Generamos demasiada basura, de la cual la mayoría son envases y envoltorios muy voluminosos y complicados de reciclar. Debemos evitar adquirir productos con exceso de embalaje y, cuando vayamos a comprar, elegir los que estén en envases de vidrio, de plástico que no sea PVC o en lata. Ojo también con tirar a la basura artículos tecnológicos, o al desagüe o al suelo productos como pintura, aceite de automóvil, amoníaco y muchos otros químicos porque humedecerán la tierra y terminarán en los depósitos de agua subterránea, y son altamente contaminantes.

Todos estos productos deben llevarse a un Punto limpio. Si queréis que nadie de la familia se salte las normas del reciclaje, nada mejor que nombrar cada semana un inspector del reciclaje entre vuestros hijos. Será el encargado de vigilar que todos los miembros de la familia reciclen correctamente e incluso podrá poner pequeñas multas. Para serlo deberá conocer bien todas las normas para un reciclaje adecuado, que podéis consultar aquí.

4. Desplázate en bici o en transporte público

El transporte es responsable en España de un tercio de las emisiones de CO2, por lo que evitar el uso del coche reduce los gases invernadero y la contaminación del ambiente. Para colaborar con un aire que dé gusto respirar, utiliza el transporte público en tu día a día e incluso la bicicleta. Esta última, además de ser beneficiosa para el medio ambiente, mejora tu salud, ya que te desplazas mientras haces ejercicio. ¡Todo son ventajas!

Además, hay muchos sitios a los que podemos ir andando y a los que a veces, por pereza, vamos en coche. Si no te queda más remedio que usar el vehículo propio, a la hora de renovarlo busca uno que consuma lo menos posible y baraja la opción de un modelo eléctrico o híbrido.

5. Opta por una alimentación responsable

Los alimentos ecológicos, además de ser más saludables, contaminan menos, ya que provienen de una agricultura y una ganadería extensivas que no usan productos químicos sintéticos para aumentar su rendimiento o para luchar contra las plagas. Otras medidas que colaboran tanto con el planeta como con nuestra salud son reducir el consumo de carne y comprar pescado con el que hayan utilizado pesca de anzuelo o palangre en lugar de redes, mucho más invasivas con el ecosistema marino. Además, debemos evitar beber agua embotellada si nos es posible: incrementa el gasto de energía y genera residuos innecesarios.

6. Ahorro energético en casa

Una medida que beneficia tanto al planeta como a nuestro bolsillo. Apaga las luces y los equipos electrónicos siempre que no los estés usando, mantén bien aislada tu casa, lava la ropa con agua tibia y, en vez de subir la calefacción, abrígate un poco más. Cuando corresponda cambiar bombillas, reemplázalas por LED; son más caras pero tienen una duración 10 veces mayor y consumen menos. Para implicar a los niños en el ahorro, convertidlos en responsables de que todas las luces estén apagadas cuando no se usen (puede turnarse con el inspector del reciclaje). Podéis que crear un póster entre todos con los nombres de los miembros de la familia y las fechas. El que se deje la luz encendida al salir será sancionado por el responsable con una ‘X‘ bajo su nombre. ¡El que menos tenga al final de la semana será premiado con algo que le guste mucho y que decidiréis entre todos!

7. Reutiliza el papel

Desperdicia el menor papel posible. Si tienes que imprimir, reutiliza siempre que puedas hojas ya usadas y emplea, preferiblemente, papel reciclado. Muchas entidades emisoras (bancos, compañías eléctricas y de gas, de telefonía…) ya envían de manera electrónica sus facturas, lo que supone un ahorro de papel muy considerable y nos evita, además, acumular en casa montones y montones de documentos. Si no es tu caso, ponte en contacto con ellas y pídeles que te las manden por e-mail. ¿Y cómo podemos reutilizar el papel? Pues empleándolo para hacer la lista de la compra, para dejar notitas a los miembros de tu familia, usándolo para hacer esquemas para estudiar y repasar…

Incluso puedes confeccionar con los niños un sencillo cuaderno casero: corta unas hojas al tamaño que quieras, haz unos agujeros con una taladradora de papel y júntalas en un taco, con la cara no escrita hacia arriba. Pasa un cordón bonito por los orificios y emplea alguna cartulina que tengas en casa para las tapas. Deja que ellos las decoren con unas pinturas y que usen este cuaderno para lo que quieran. Con pequeños gestos como este conseguirás enseñar a los niños a cuidar el planta.

8. Consume de forma responsable

El consumismo es uno de los grandes males de nuestra época y tan perjudicial para nuestra cuenta bancaria como para el medio ambiente. Tenemos que aprender a diferenciar el ocio del consumismo y a ser responsables a la hora de comprar. Elijamos preferiblemente productos elaborados en nuestro entorno cercano, reciclemos la ropa y, si tenemos que hacer un regalo, hagámoslo pensando en el uso que se le va a dar; a veces los niños tienen tantos regalos que no valoran ninguno. A la hora de ir a comprar, lleva siempre una bolsa de tela en tu bolso para evitar las bolsas de plástico.

9. Lleva bolsas reutilizables al supermercado

El consejo anterior enlaza con este otro, y es esencial que se generalice a todas las formas de consumo, porque nuestros mares están seriamente amenazados por los residuos plásticos. Uno de los comercios en los que más se necesitan las bolsas es en los supermercados, porque es donde hacemos compras más abundantes y de forma más frecuente. Desde que se obligó a cobrar las bolsas de plástico en los establecimientos, su uso ha disminuido considerablemente.

Ahora, por fortuna, todas las grandes superficies tienen a disposición del cliente bolsas reutilizables, de buen tamaño y gran resistencia. Compensa comprarlas y habituarse a llevarlas al ir a comprar. Si tienes que trasladarte en coche al supermercado porque está lejos de tu casa, lo mejor es dejarlas en el maletero.

10. Busca alternativas sostenibles al plástico

Debemos evitar los alimentos envasados en plásticos y optar, en la medida de lo posible, por los que se compran a granel. Un caso claro son las frutas y verduras. Afortunadamente, para guardarlas y pesarlas, algunas grandes superficies están apostando por las bolsas biodegradables o compostables. Pero la opción más ecológica son las reutilizables, de malla de algodón orgánico. Es cierto que implican un gasto inicial, pero tampoco es tan alto y duran mucho tiempo. Las botellas de plástico para llevar agua u otras bebidas cuando vamos a hacer ejercicio, al campo… son otro claro ejemplo y resultan muy fáciles de sustituir por una reutilizable.

¿Y las pajitas de plástico que tanto tardan en descomponerse? Pues hay varias posibilidades, porque las comercializan de acero inoxidable, de cristal, de bambú e incluso de papel resistente de uso alimentario. Y si podemos evitar los utensilios de plástico desechables (platos, vasos, cubiertos…), que son otro de los elementos que causan graves daños a la fauna marina y que no son imprescindibles, pues mucho mejor. Aunque suele ser un recurso cómodo para las fiestas infantiles, los hay muy monos de plástico reutilizable que no pesan ni se rompen y se pueden lavar en el lavaplatos sin problema. Y, un último consejo que deberás interiorizar y también transmitir para enseñar a los niños a cuidar el planeta: si no te queda más remedio que comprar un producto en envase de plástico, recíclalo en el contenedor amarillo.

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