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Cómo hacer un acueducto romano casero

Construir un acueducto romano casero
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 03.11.22

El Imperio Romano creó grandes infraestructuras que han sido utilizadas durante siglos y que, aún hoy, siguen en pie. Obras de ingeniería que seguimos admirando, como el acueducto, que proveía de agua limpia a poblaciones que se encontraban alejadas de los ríos. Este es el caso del que hay en Segovia, construido para llevar el agua de la Sierra de Guadarrama a la población. Si a tu familia le gustan las construcciones y, además, quieres aportar nociones de historia e ingeniería, prueba a construir un acueducto romano casero con tus hijos e hijas. Te contamos cómo.

Para hacerlos, los ingenieros de la Antigua Roma tuvieron que estudiar a conciencia el terreno para sortear los desniveles y asegurar el recorrido del agua hasta llegar al destino final. Para recrear un escenario con diferencias de altura y edificaciones, recurriremos a sencillas manualidades en cartón y cartulina.

Materiales

  • Plástico fino
  • 1 botella de refresco vacía de 2 litros con su tapón
  • Barreño o recipiente donde recoger el agua
  • Cinta adhesiva fuerte y cinta adhesiva de doble cara
  • Tubo transparente de 10 ml de diámetro
  • Cartón
  • Agua
  • Tijeras
  • Regla
  • Lápiz
  • Marcador para doblar cartón
  • Destornillador
  • Cartulinas de colores y otros materiales de manualidades para hacer las montañas, un castillo y la ciudad o elemento de juego que representen estos espacios y que aporten diferentes alturas al proyecto

Pasos

  1. Empieza por hacer las montañas de las que partirá el agua, un castillo, para aprender a sortearlas, y la ciudad a la que tiene que llegar el agua. Todo ello lo puedes crear con cajas de cereales viejas, cartulinas y unas pinturas de colores. 
  2. Dentro del escenario de la ciudad, tienes que colocar el recipiente (debe ser lo suficientemente grande como para que quepan los dos litros de agua que caben en la botella) que recibirá el agua que llegue de tu acueducto romano casero.
  3. Recorta un rectángulo de cartón con el largo que debe recorrer el agua para llegar desde las montañas a la ciudad. Con ayuda de una regla, haz dos pestañas en los laterales para crear un canalón. Ayúdate de un marcador para hacer el pliegue y crear la forma sin cortar el cartón.
  4. Forra el interior con el plástico pegándolo a la superficie con cinta adhesiva de doble cara.
  5. Lleva el plástico también a la parte exterior (para evitar que pueda mojarse si se sale el agua) y fija con la cinta fuerte.
  6. Coloca detrás de tus montañas un taburete o una pila de libros que te sirva para sostener la botella, que tendrá que estar tumbada y con una ligera inclinación para que el agua que pongamos caiga. Puedes elevar la parte trasera con un corcho y fijar la botella a la superficie con un poco de cinta para que no ruede.
  7. Mide la altura a la que has colocado la botella y haz dos triángulos con una altura ligeramente inferior. Colócalos en posición vertical y une ambos por la base con un rectángulo de cartón que haga que se mantengan en pie.
  8. Esta misma operación tendrás que repetirla para sortear el castillo. En este caso, pon una sujeción para tu acueducto romano casero antes de la construcción y otra, de menor tamaño, una vez que lo hayas pasado.
  9. Pon la canalización entre las piezas de cartón que has hecho, partiendo de la más alta, que se colocará al lado de las montañas, y terminando con la más pequeña. Sitúa el acueducto haciendo el camino que has diseñado.
  10. Usa un punzón o un cúter para hacer un agujero en el centro del tapón de la botella de refresco.
  11. Pasa por el orificio el tubo de plástico; hay que dejar una parte dentro de la botella y otra fuera para que salga el líquido.
  12. Coloca la botella en la parte donde están las montañas y verás como el agua llega sin problema a través de tu obra de ingeniería hasta la ciudad, vertiéndose en el recipiente que hay al final.

Explicación

El abastecimiento de agua en las poblaciones siempre ha sido un problema. Ya en la antigüedad, en Grecia, Babilonia, Persia e India comenzaron a hacer construcciones que portaban el líquido de una fuente que tenía que estar a más altura hasta el destino elegido, situado más abajo. Pero los desniveles en el terreno que crean las montañas y valles ocasionaban problemas en el fluir del agua. Para solucionarlo se crearon los acueductos.

Estos conjuntos de sistemas de irrigación se construyeron desde el 312 a. C. hasta el 226 d. C. bajo el gobierno de los emperadores Augusto, Calígula y Trajano. El sistema está constituido por tuberías, túneles, canales y puentes. Gracias a la gravedad y a la pendiente del terreno, el agua llegaba de las partes altas a las bajas. Para conseguir esa caída, se tenía que crear una pendiente pequeña y constante de 0,1 % por cada kilómetro de construcción.

En contra de lo que se pueda pensar, la mayor parte del sistema de canalización no estaba sobre las filas de arcos, sino que era subterráneo. Una vez determinado el origen del agua, hacían una toma y distintos pozos que recogían el agua que, posteriormente, llegaba a la parte visible de la construcción.