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Padres de hoy. Manual de uso práctico. Conquistando lo básico

Criar a un niño es una tarea muy complicada, y desgraciadamente, no existe un libro de instrucciones que nos diga qué debemos hacer y qué no, pero sí que podemos saber cuáles son las diferentes opciones con las que contamos los padres en esta ardua, pero satisfactoria labor.

Es por ello que desde Sapos y Princesas queremos ayudarte con este manual de uso práctico que te ayudará a aclarar tus ideas. Ya te hemos contado anteriormente los estilos de crianza que existen y en esta ocasión te hablamos de los aspectos más esenciales: el sueño, la alimentación y la disciplina.

Conquistando lo básico

La actitud respecto al sueño, la comida y la disciplina que emplearás para educar a tu hijo, afectará su forma de crecer de manera importante. Aquí vamos a compartir algunas ideas:

1. Cómo hacer que tu hijo duerma

Desde que nacen, los bebés tienen patrones de sueño muy diferentes, y los padres, también, ya que cada uno intenta sobrellevar las noches interrumpidas de distintas maneras.

Generalizando, hay dos tipos de actitudes u opciones que tomar durante los primeros años de vida de nuestro hijo: atender a sus llantos hasta que se duerma o no hacerlo. Muchos padres dudan constantemente sobre la estrategia que deben seguir. Hay quienes creen en entrenamientos para dormir, incluyendo a muchos expertos del sueño, aunque entre ellos mismos no se pondrían de acuerdo acerca de qué opción tomar.

Hay algunos padres que aseguran que la técnica de dejar al bebé llorar, ha mejorado los patrones de sueño, tanto de su hijo como de ellos mismos. Pero también hay padres que encuentran muy dura la idea de dejar que el bebé llore durante la noche, y creen que no le hará ningún bien seguir esta pauta de continuo.

Puedes intentar cualquiera de las dos técnicas, pero recuerda, hay algunos bebés que no importa lo que hagas para remediarlo: no duermen bien. Pero hay algo de lo que los padres tienen que ser muy conscientes, las privaciones del sueño pueden llegar a afectar sus niveles de eficiencia y rendimiento en el trabajo, además de sus relaciones sociales. Así que pide ayuda cuando la necesites, bien sea de tu pediatra, de una persona de confianza o un familiar.

2. Hora de dormir

Para los niños más mayores, las reglas para dormir son más claras: Hay que apagar los dispositivos electrónicos, leer en voz alta a la hora de dormir o cualquier tipo de ritual que pueda ayudarle a quedarse dormido. Establecer rutinas regulares y patrones de sueño para la hora de dormir será más importante a medida que los niños crezcan y se espere que permanezcan más tiempo despiertos y alerta durante las horas de clase. Dormir lo suficiente de manera regular e ir a la escuela bien descansado ayudará a los niños a desenvolverse con más facilidad y a tener también una mejor conducta social. Tener los dispositivos electrónicos fuera del dormitorio (y apagarlos unas horas antes de dormir) se vuelve más y más importante a medida que los niños crecen, y, la verdad sea dicha, tampoco es un mal hábito para los adultos.

Cuando tu hijo llega a la adolescencia, su reloj interno cambia y se programa de manera que puede permanecer más tiempo despierto y dormir por la noche de un tirón, por lo que las clases en los centros escolares comienzan a una hora más temprana. De nuevo, una buena higiene del sueño familiar, sobre todo en cuanto a las pantallas en el dormitorio se refiere, puede ayudar a que los adolescentes se desconecten y tengan el descanso necesario. Al tomaros el sueño en serio, como un componente vital para la salud y la felicidad, los padres están enviando un mensaje importante a los niños de cualquier edad.

3. Cómo alimentar a tu hijo

No hay nada más básico para la paternidad que el acto de alimentar a tu hijo. Pero incluso al amamantar, hay que tomar decisiones. Los pediatras actualmente recomiendan amamantar exclusivamente durante los primeros seis meses, y luego continuar haciéndolo mientras se les da de comer nuevos alimentos sólidos. Las madres que amamantan merecen el apoyo y la consideración de la sociedad en general y del lugar de trabajo en particular, pero no siempre lo reciben y en muchas ocasiones, se les hace sentir que es algo de lo que avergonzarse o inadecuado. Como consejo, haz lo que mejor funcione para ti y para tu familia.

Niños comiendo
Niños comiendo en el campo | Fuente: Pixabay

A medida que el niño crece, comienza a tomar más decisiones acerca de qué le gusta y qué no, por eso, estos primeros meses (de los 6 a los 18) son tan importantes; ese primer año comiendo alimentos sólidos, es un gran momento para darle a tu hijo una variedad de comida para saborear y probar, lo que hará que se expandan sus gustos y que en el futuro, no sea quisquilloso con la comida.

Cada niño es un mundo, y cada uno come de una manera diferente: algunos son voraces y comen de todo, mientras que otros son altamente selectivos y no comen prácticamente de nada. Para ponerle remedio, puedes probar a dejarles comer por su cuenta. Al dejarles jugar con su comida aprenderán sobre textura, sabor e independencia. Construye desde un principio los aspectos sociales de comer, para que el niño crezca pensando en la comida bajo el contexto de tiempo en familia, y vea a otros miembros familiares comer una variedad de comida sana, mientras hablan y pasan el tiempo junto. Ni qué decir tiene que cualquier dispositivo electrónico, incluido el televisor, está completamente prohibido a la hora de la comida.

Los padres, generalmente, se preocupan por los niños que son selectivos al comer, y por supuesto por los niños que comen demasiado y ganan peso muy rápido. Puedes ayudar a que tu hijo coma una variedad de comida casera, en lugar de productos procesados, a que coma a la hora de la comida y meriende a la hora de la merienda, en lugar de picar la comida entre horas, y que coma para satisfacer el hambre, en lugar de experimentar la comida como una recompensa o un castigo.

No cocines comidas especiales para un niño selectivo, pero tampoco conviertas la hora de comer en un campo de batalla.

Algunos consejos para probar son:

  • Intenta un juego con los niños más pequeños: comer el arcoíris. Se trata de tener muchos colores diferentes en sus platos (calabaza naranja, pimientos rojos, maíz amarillo, cualquier cosa verde, y así sucesivamente).
  • Llévalos al supermercado o mercados pequeños y déjalos elegir algo nuevo que les gustaría probar.
  • Déjalos ayudar en la preparación de la comida.
  • Utiliza alimentos que les guste de maneras diferentes
  • Algunos niños comerán casi cualquier cosa, si en el plato hay pasta o si está en un relleno dentro de un bollo.
  • Ofrece muestras de lo que todos los demás están comiendo.
  • Encuentra algunas alternativas como último recurso para cuando tu hijo no coma nada de lo que le ofreces. (Muchos restaurantes prepararán algo simple fuera del menú infantil, como pasta sola o arroz.)

Por encima de todo, anima a tu hijo a que siga saboreando. Y no pasa nada porque utilices siempre la misma verdura si a tu hijo le encanta.

La conclusión a todo esto es simple: Mientras tu hijo vaya creciendo, no te angusties demasiado.

Las comidas en familia también son importantes para los niños más mayores, incluso mientras experimentan los cambios biológicos del crecimiento adolescente. Mantén ese contexto social el máximo tiempo que puedas, incluso durante la complicada agenda escolar de la secundaria y el bachillerato. Conserva la mesa familiar como una zona libre de pantallas, y seguid hablando y comiendo juntos.

4. Cómo aplicar la disciplina

Los niños pequeños no están aún civilizados y parte del trabajo de ser padre implica una cierta cantidad de trabajo correccional, es algo inevitable. Con los niños de 3 a 6 años, necesitas ser paciente y constante, que es otra forma de decir que necesitarás expresar y reforzar las mismas reglas una y otra y otra vez. Las pausas funcionan muy bien con algunos niños y los padres deben fijarse en esos momentos cuando ellos (los padres) también los necesiten. En serio, tómate un respiro cuando sientas que la forma de actuar de niño está fuera de control.

La distracción es otra buena técnica; no necesitas enzarzarte en una pelea cada vez que un niño se comporta mal, si puedes desviar el comportamiento y evitar una pelea. El mensaje disciplinario general es el de que a ti no te gusta ese comportamiento, pero le quieres igualmente.

Piensa más en cumplidos que en castigos. La disciplina física tiende a producir comportamientos agresivos en los niños. Ten en mente que siempre es una victoria paterna si puedes estructurar una situación en la que el niño gane privilegios (tiempo para ver la tele, por ejemplo) por buen comportamiento, en lugar de perderlos como un castigo. Busca comportamientos positivos para alabar y recompensar, y el niño querrá repetir la experiencia. Pero inevitablemente, la paternidad implica un cierto número de momentos en el que hay que hacer de poli malo. Mírate en el espejo y repite lo que nuestros padres siempre nos han dicho a nosotros: “Soy tu padre/madre, no soy tu amigo/amiga”.

Como padres, debemos tratar de regular la conducta de nuestros hijos o ayudarlos a que ellos mismos la regulen y no tratar de legislar sus pensamientos.

  • Está bien que estés enfadado con tu hermano o tu compañero de clase, pero no le pegues.
  • Está bien sentirse molesto o frustrado, siempre y cuando te comportes adecuadamente.

Y si alguna vez crees que no te has comportado bien con tu hijo o te has pasado un poco con un castigo, intenta sacarle la parte positiva. Ofrece una sincera disculpa paternal y aprovecha la circunstancia para enseñarle a pedir perdón y perdonar.

Ahora que ya hemos conquistado lo más básico, en este manual para padres de hoy pasamos a otros aspectos que van un paso más allá. No te pierdas nuestros artículos sobre:

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