ConsejosOpinión de Nora Kurtin

Libros: alimento para el cerebro y para el criterio propio

Más allá del placer que nos proporciona la lectura, leer es ante todo un ejercicio de la mente. La mueve y la desarrolla presentándonos mundos distintos al que nos rodea. Leer fortalece y enriquece nuestra inteligencia, como el ejercicio físico fortalece los músculos.

De la misma forma que favorecemos la práctica de deportes en nuestros hijos desde temprana edad, es fundamental que también potenciemos el desarrollo de sus facultades mentales, y así ayudarles a prevenir el fracaso escolar.

Pero, la lectura no solamente facilita el aprendizaje, con ella los niños desarrollan su criterio propio frente a los acontecimientos que la vida les presenta. Desde el mismo momento en que seleccionamos lecturas, estamos ofreciendo valores, perfilando una ética, una manera de ser y de vivir. Gracias a la lectura, la inteligencia se fortalece en estos principios.

Leer es viajar, es conocer otras realidades y otras maneras de pensar, es ofrecer a nuestros hijos una visión amplia del planeta y sus habitantes. Leer es abrirnos, conocernos y aceptarnos, y por lo mismo, aceptar a los demás.

Leer puede servir para reír, crecer, comprender, descubrir, soñar, quererse y además, disfrutar con nuestros hijos.

Leer es una aventura que empieza en la niñez y que no acaba nunca. En las primeras lecturas, los padres somos los emisores, participamos activamente e intentamos, a través de nuestros gestos, tonos e intensidad, contagiar y transmitir la emoción y despertar la imaginación de nuestros hijos. Así, vamos forjando la inteligencia, los afectos y los significados.

En la primera infancia, leer significa placer, juego, imaginación, descubrimiento, y sobre todo, momentos de atención exclusiva de los padres. Para que este enfoque hacia la lectura no se distorsione, es preciso que vayamos adaptándonos a las evoluciones de nuestros hijos.

Los primeros lectores necesitan nuestro apoyo, a través de una escucha activa, y motivándolos en su aprendizaje y autonomía. En la siguiente fase, cambiemos la relación con el libro, sentándonos junto a nuestros hijos y disfrutando de la lectura que cada uno elija.

Como en tantos ámbitos de la vida, el amor a la lectura, dependerá en buena medida de lo que nuestros hijos puedan imitarnos.

Aprovechemos las puertas que nos abre la lectura para relacionarnos con nuestros hijos y ayudarlos a crecer como personas.

Nora Kurtin, fundadora de Sapos y PrincesasNora Kurtin
Fundadora de Sapos y Princesas

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