ConsejosOpinión de Nora Kurtin

La soledad de las redes sociales, una conexión que no sustituye a la real

¿Sabías que los casos de suicidios de adolescentes han crecido en los últimos tres años? Pero no solo eso, la edad en que se empieza a detectar este tipo de conductas es cada vez menor. Además, según alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es la principal causa de enfermedad y discapacidad de niños entre los 10 y los 19 años, hasta el punto que entre 2005 y 2012 aumentó un 50% la prescripción de antidepresivos a menores en el mundo.

Las redes sociales son un arma de doble filo, nos pueden ayudar a relacionarnos con los demás, a tener contacto con personas que están lejos, pero a la vez pueden ser un refugio muy peligroso para soledad. Escondernos detrás de una pantalla, tener muchos amigos virtuales y acumular likes no garantiza la buena salud de nuestras relaciones sociales, de hecho, no tiene nada que ver con nuestra condición natural de seres sociales. Es más, todo apunta a que produce exactamente el efecto contrario.

Especialistas en educación y psicólogos insisten cada vez más en la importancia de que nuestros hijos vivan experiencias reales y se relacionen con otros niños, al margen de las pantallas y las tecnologías.

El catedrático de psicología John T. Cacioppo, autor de Loneliness (Soledad) y director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social en la Universidad de Chicago y Stephanie Caccioppo, profesora de psiquiatría y neurociencia en el mismo centro, concluyen que cualquier persona es susceptible de padecer soledad crónica: desde un niño que cambia de colegio, a un joven que deja su ciudad para estudiar o trabajar, pasando por una ejecutiva sin tiempo para sus amistades y relaciones familiares o un anciano viudo con limitaciones físicas para poder visitar a sus conocidos.

Actualmente, muchas de estas personas ven en las redes sociales «refugios relativamente seguros para relacionarse con los demás». Pero, una conexión a través de Internet no sustituye a una real, de igual manera que «cuando un niño se cae y se hace daño en la rodilla, una nota comprensiva o una llamada a través de Skype no sustituye el abrazo consolador de sus padres». El símil no puede ser más claro.

Los seres humanos necesitamos relaciones reales, contacto físico y, al fin y al cabo, sentirnos apoyados y queridos. Educar niños seguros de sí mismos, autónomos y capaces de relacionarse y desenvolverse en nuevos entornos es vital para la salud mental de nuestra sociedad. Enseñemos a nuestros hijos a hacer un buen uso de las redes sociales, mostrémosles sus peligros, y esforcémonos para poner a su alcance oportunidades para que vivan sus propias experiencias con otros niños y al aire libre, lejos de las pantallas.

Desconectemos de las pantallas y reconectemos con el mundo real.

Nora Kurtin, fundadora de Sapos y PrincesasNora Kurtin
Fundadora de Sapos y Princesas

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