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Psicología y salud mental

Cómo debemos hablar con los niños sobre noticias aterradoras como la actual guerra en Ucrania

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Fuente: Canva
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 24.03.23

Hablar con los niños sobre noticias aterradoras como las que últimamente presenciamos sin descanso en los medios de comunicación no es una tarea sencilla. Para afrontarla de la mejor manera, hay que tener en cuenta diferentes aspectos, tal y como explica Abigail Gewirtz en una entrevista para la revista del Greater Good Science Center de la University of California Berkeley, institución que estudia la psicología, la sociología y la neurociencia del bienestar, a la vez que enseña habilidades para fomentar una sociedad próspera, resistente y compasiva.

Esta profesora de psicología de la Arizona State University, cuya investigación explora las intervenciones para fortalecer a los afectados por acontecimientos traumáticos, ha pasado los últimos veinte años trabajando para ayudar a los padres a ser los mejores maestros de los menores con el fin de ayudarles, especialmente en tiempos difíciles, a desarrollar su resiliencia.

¿Qué podemos hacer los padres antes de afrontar estas conversaciones?

1. Tomar conciencia de la situación

Con esa experiencia a sus espaldas, Gewirtz reflexiona acerca de una falsa ilusión típica de los progenitores. Aunque nos encanta pensar que sabemos a qué están expuestos los niños, cuando están cursando la etapa de Educación Primaria realmente lo desconocemos. Lo que sí sabemos, en cambio, es que tienen teléfonos móviles cada vez más temprano. Una ventana que les da acceso, ya sea en su dispositivo o en el de algún amigo, a imágenes de la guerra, incluidas las que no deseamos que vean.

Hoy estamos hablando de Ucrania, afirma. De imágenes de gente huyendo de sus casas, de bombas cayendo sobre hospitales, de cosas horribles, en definitiva. Y lo que estamos viendo ocurre con el telón de fondo de una pandemia devastadora que ha matado a millones de personas en todo el mundo. La gente, como mínimo, lo está sintiendo. Tendemos a pensar que operamos a partir de una base emocional. Y, si ese es el caso, la correspondiente a los últimos dos años ha sido francamente dura.

2. Ponerle nombre a lo que sentimos

Parece no apreciarse una tregua dentro de tal tendencia. Como padres, el simple hecho de asumirlo es un primer paso realmente poderoso e importante. La razón es que hasta que no reconoces cómo te sientes y cuál es tu nivel de estrés, no eres capaz de ayudar a los demás. Nos anima, por tanto, a que pensemos e identifiquemos dichas emociones para, a continuación, empezar a pensar en cómo podemos contribuir a encontrarnos mejor.

3. Buscar refugios emocionales

Sugiere que, con el fin de conseguirlo, nos preguntemos qué puede calmarnos de un modo más eficaz. Que pensemos qué podemos que hacer por nosotros mismos, incluso con la ayuda de tu pareja o de algún amigo, cuando el estrés nos desborda. Una actitud preventiva que ella describe como ponerse un chaleco salvavidas antes de ayudar a los demás.

Cómo ser sinceros con ellos sin asustarlos

La principal complicación de hablar con los niños sobre noticias aterradoras es conseguir ser honestos y sinceros y evitar, al mismo tiempo, que conozcan detalles sangrientos, horribles y espantosos. El paso inicial para afrontar ese escenario requiere enfrentarnos a nuestras propias emociones en torno al tema antes de interactuar con ellos.

Por ejemplo, nuestro hijo podría preguntarnos a los 7 años, después de ver imágenes de otros menores con la ropa rota y huyendo de sus viviendas destruidas, si nos va a pasar lo mismo a nosotros. Es posible que, por un momento, nos veamos superados por nuestras propias emociones debido a lo espantoso que es el asunto en sí y, llevados por ellas, digamos algo de lo que luego podamos arrepentirnos del tipo “sí, es terrible, esto podría llevarnos a otra guerra mundial si no tenemos cuidado. ¿Quién sabe lo que pasará? Tengo mucho miedo”.

Esa clase de respuesta puede asustar mucho a un niño pequeño porque le transmite que sus referentes paternos se sienten impotentes, aterrorizados y abrumados. Por eso, lo aconsejable es conservar esos pensamientos en nuestras mentes, dejarlos a un lado y pensar en lo que queremos compartir con los niños. Gewirtz recomienda que, en esos supuestos, seamos reflexivos y no nos dejemos llevar por los sentimientos.

Proporcionar la información justa

Durante las primeras etapas de desarrollo, resulta verdaderamente importante ayudar a que los menores comprendan dónde está aconteciendo el conflicto, que en este caso no es en España sino en Ucrania. Además, hay que explicarles lo que está ocurriendo en términos sencillos sin aportarles más información de la que puedan entender o de la que deseamos que posean.

Por supuesto, cada padre se guía por sus propios valores y tiene que decidir qué quiere compartir, matiza la experta. Con un niño de 7 años, como planteaba antes, podríamos decir: “sí, hay una guerra, lo cual es algo malo porque algunas personas tienen que huir de sus casas para estar a salvo. Algunos de esos niños se parecen a ti, podrían tener tu misma edad y eso debe de dar mucho miedo. No obstante, esa guerra está ocurriendo muy lejos de nosotros. Aquí, los adultos estamos haciendo todo lo posible para mantenerte a salvo. Ese es nuestro trabajo, proteger a los niños, al igual que el de los líderes del país es intentar cuidar a toda la gente”.

Considera que este sería un buen punto de partida para hablar del heroísmo del presidente Zelensky, sin ir más lejos. Es muy importante, cuando se habla de la guerra a un preadolescente, destacar el heroísmo tanto de los líderes como de la gente común. Lo que sí especifica Gewirtz es que una interacción de tal índole solo debe producirse después de haber tenido la oportunidad de escuchar lo que nuestros hijos piensan, saben y han oído. Del mismo modo, es conveniente saber si están preocupados y validar sus sentimientos antes de proceder.

Empatía y solidaridad con otros niños
Es positivo que nuestros hijos aprendan a solidarizarse con sus semejantes | Fuente: Canva

Cómo proceder cuando nosotros mismos tenemos una relación directa con los acontecimientos

Maryam Abdullah, la entrevistadora, pregunta a la especialista acerca dos circunstancias concretas. La primera, que los padres hablen a los niños sobre la invasión de Ucrania cuando ellos mismos han tenido que huir de allí o de otra zona de conflicto en algún momento dado. En segundo lugar, plantea el hipotético caso de que se tengan parientes en una zona de guerra.

Se trata de situaciones similares, reflexiona la psicóloga clínica, en el sentido de que cuanto más cerca estamos de este tipo de experiencias bélicas, más difícil es para nosotros, como adultos, ser capaces de procesar nuestras propias emociones. Si nos vimos forzados a escapar de entornos similares, como pudieron ser también Siria, Irak o Afganistán, albergaremos mayores niveles de estrés cuando veamos que otros tienen que pasar por lo mismo.

Llamamos a estas experiencias recordatorios traumáticos, concepto que hace referencia a algo, ya sea un olor, una imagen, un sonido o un sabor, que nos transporta a las terribles vivencias negativas en las que nos hemos visto inmersos. Lo que sabemos de estos fenómenos, prosigue, es que nos ponen más al límite y nos hacen más propensos a reaccionar y a dejarnos vencer por nuestros sentimientos. Por eso es aún más relevante para los que hayan pasado por un trance así sentirse cuidados, así como tomarse un tiempo para serenarse antes de responder a las dudas de los menores.

A partir de qué edad podemos hablar con ellos sobre un posible conflicto nuclear

En tiempos de guerra y amenaza, las redes sociales pueden ser una herramienta increíblemente valiosa para que las personas que no tienen acceso a las noticias habituales, como los ucranianos, puedan comunicarse con los demás. Sin embargo, como todos sabemos, a veces son una fuente muy peligrosa de desinformación. Ante esto, nuestros hijos son muy vulnerables porque les resulta más difícil distinguir qué es realidad y qué es ficción.

Una posibilidad que debería movernos a los padres, independientemente de la edad de los niños, a ayudarles a entender que hay hechos y rumores y que, para diferenciarlos, deberían acudir a nosotros. Gewirtz, no obstante, desaconseja que nos limitemos a desmentir los bulos. En su lugar, resulta más adecuado invitarles a investigar por ellos mismos o, mejor aún, todos juntos como actividad familiar, si los datos en cuestión son verdaderos o falsos.

Dicho lo anterior, no recomienda hablar de un posible conflicto nuclear durante fases tempranas de la infancia. Un adolescente de 16 años, en cambio, ya conoce algo sobre la historia de este tipo de amenazas. En ese caso sí ve bien recurrir al pasado y reconocer que pueden ocurrir cosas peligrosas cuando un país invade a otro. No obstante, nos insta a destacar ante ellos, por otra parte, la existencia de figuras encargadas de negociar para evitar tales extremos. También sería buena idea resaltar el hecho de que a nadie le gustaría que el conflicto llegara a esos horripilantes términos, por lo que la gente hará todo lo que pueda por evitarlo.

Cómo detectar signos de estrés en nuestros hijos y de qué forma actuar al respecto

Según la experta, existen diversas señales que podrían apuntar hacia una preocupación obsesiva de los niños por los acontecimientos. Entre ellas, destaca las siguientes:

  • Tienen problemas para dormir, algo apreciable si vemos que empiezan a venirse a nuestra habitación por las noches. O bien que permanecen parte de las horas de descanso enganchados al móvil.
  • Manifiestan una inquietud progresiva.
  • Abordan frecuentemente temas existenciales como el sentido de la vida o el peligro de una guerra nuclear.
  • Sus pensamientos negativos llegan a afectar a actividades cotidianas como las lectivas, las deportivas o las sociales.

    Conductas obsesivas por las noticias aterradoras
    La validación de sentimientos, esencial para prevenir conductas obsesivas | Fuente: Canva

Cuando apreciemos que los menores parecen desbordados por los acontecimientos, la psicóloga no es partidaria de restringir las conversaciones. A algunos padres les preocupa que, si permiten que sus hijos hablen, se alteren cada vez más y se vean inmersos en un bucle negativo. En esos escenarios, la especialista sugiere que validemos sus sentimientos y les propongamos un descanso, como leer un libro, ver la televisión o salir a pasear al perro, entre otras opciones, antes de retomar la interacción.

Si observamos, en cambio, que los niños lloran mucho más de lo que solían hacerlo antes, debemos prestar atención. En el supuesto de que tales síntomas se prolonguen durante un mes o más, explica que ha llegado el momento de recurrir a un profesional de la salud mental. Algo aplicable a actitudes propensas a las autolesiones o a la pérdida de las ganas de vivir.

La prevención, una herramienta esencial antes de hablar con los niños sobre noticias aterradoras

Como principal medida preventiva antes de hablar con los niños sobre noticias aterradoras, Gewirtz aconseja abordar temas cotidianos e incluso aburridos en las épocas en las que todo esté tranquilo. Propone que nos tomemos 10 minutos de manera habitual para mantener charlas “sobre cualquier cosa y sobre nada”. Lo verdaderamente relevante no es el asunto en sí, añade, sino convertir esos momentos en una costumbre.

“Tengo cuatro hijos. Recuerdo aquellos días en los que todo lo que había que hacer era conseguir que todos salieran de casa para ir al colegio vestidos y habiendo desayunado. Lo que es fácil de olvidar en la confusión de la crianza son las conversaciones que van más allá de un ‘¡deprisa!’, un ‘llegamos tarde’ o un ‘ponte los zapatos’”. Si podemos dedicar algo de tiempo para interactuar de la manera descrita anteriormente, concluye, será mucho más fácil departir sobre cosas serias cuando el mundo se presente como un lugar terrorífico.