4 Conversaciones incómodas que todos los padres debemos abordar en algún momento con los niños

A lo largo de la crianza de nuestros hijos e hijas, tenemos la ocasión de vivir numerosas experiencias positivas que siempre recordaremos. Sus primeras palabras, sus primeros pasos, sus cumpleaños, su paso al colegio, los viajes en familia y un sinfín de momentos más que siempre permanecerán en nuestras mentes. Pero no siempre es todo tan agradable. En contraposición, es inevitable pasar por otros trances que, aunque nos gustaría evitar, debemos afrontar con entereza por el propio bien de los niños. Uno de ellos lo componen las diferentes conversaciones incómodas que hemos de mantener con ellos en un momento dado.

Pese a las situaciones tensas que puedan generarse, no hay que planteárselas como algo negativo, sino todo lo contrario. De hecho, con el tiempo tenderemos a recordarlas como vivencias entrañables, sobre todo por su contribución a convertirlos en individuos más preparados para la vida adulta. Al fin y al cabo, es otra manera de demostrarles que los queremos y que nos preocupamos por ellos, dejando a un lado nuestros intereses y centrándonos en su bienestar.

1. La inexistencia de personajes fantásticos

Durante las primeras etapas de la infancia, muchas familias prefieren mantener intacta la ilusión de infantil sobre la existencia de seres fantásticos, entre los que destacan los Reyes Magos, Papá Noel y el Ratoncito Pérez. Pero, lógicamente, tarde o temprano llegará el momento en que la realidad se revele ante sus ojos, ya sea por nuestra propia iniciativa o por interferencias externas.

Cuando eso ocurra, sería conveniente adquirir su compromiso firme en lo que respecta a guardar el secreto ante otros amigos y familiares de similar o menor edad que todavía no lo sepan. Y, por supuesto, la nueva situación no tiene por qué implicar una pérdida del encanto que rodea a esos entes especiales. Sobre todo en lo tocante a la época navideña, durante la que se puede conservar la magia que desprenden las decoraciones típicas, las sorpresas o las inolvidables reuniones con nuestros seres queridos.

2. En qué consiste la muerte

Por desgracia, en un momento dado de su existencia, nuestros hijos tendrán que afrontar la muerte de algún animal que forme parte de la familia o, lo que es aún peor, de alguna persona cercana. Frente a dicha circunstancia, no quedará más remedio que entablar una de las conversaciones incómodas que todo padre o madre debe abordar antes o después.

La manera de explicar a los niños en qué consiste la muerte dependerá, en gran medida, de las creencias particulares de cada uno. En algunos casos, la charla se enfocará hacia las convicciones religiosas en cuestión. Cuando se lleve a cabo un estilo de crianza laico, esa comunicación irá en consonancia con la evidencia científica de que toda materia ni se crea ni se destruye, sino que se transforma.

En este último supuesto, eso sí, puede ser conveniente no entrar en demasiados detalles, especialmente si los niños todavía se encuentran en una fase temprana de su desarrollo. El motivo es que algunos pueden tardar en asimilarlo e incluso padecer traumas temporales que les atormenten por la mera idea de dejar de existir. Ya se dirijan a su situación concreta o a la de nosotros u otros de sus seres más próximos.

3. El divorcio

Puede que nunca sea necesario comunicarles, en nuestro caso específico, que nos vamos a separar por el simple hecho de que eso nunca ocurra. No obstante, por muy bien que marche nuestra relación de pareja, sería beneficioso despertar su conciencia en torno a un suceso que atraviesan, cada vez en mayor número, las unidades familiares de hoy en día.

En cualquier caso, cuando decidamos sacar el tema, sería importante medir nuestras palabras, sobre todo si no se corresponde con nuestra situación particular. O, dicho de otra forma, no es preciso atormentarles al respecto sin necesidad. Una vez que entiendan la situación, algo probablemente más sencillo de lo que pensamos por la existencia de ejemplos cercanos que ya conozcan, es más probable que estén preparados en el hipotético caso de que nos ocurra a nosotros.

Sea como fuere, antes de finalizar la conversación, sería conveniente insistir en que, cuando unos padres se divorcian, no tiene por qué cambiar nada a peor. De hecho, si ambos son capaces de conservar una buena sintonía basada en la confianza y el respeto, siempre estarán disponibles a la hora de atender sus necesidades y seguir compartiendo momentos como lo hacían antes.

4. La sexualidad

Viendo que las nuevas generaciones recurren, cada vez más, al porno como fuente de su educación sexual, sería buena idea anticiparnos a tal posibilidad e iniciarles nosotros en la materia. Aunque es probable que en los colegios les instruyan y reciban nociones de educación sexual, en mayor o menor medida, en dicho sentido, se trata de un ámbito que debería englobarse con total naturalidad en la crianza.

Puede que nos haga sentir incómodos, pero eso no implica que podamos eludirlo. Los rodeos y las fábulas no son vías adecuadas en las que apoyar estos mensajes. Por el contrario, la información sincera y precisa resulta mucho más fructífera para su entendimiento. Eso sí, en función de la etapa de su desarrollo, podremos quedarnos en una explicación básica, en la que les transmitamos en qué consiste el ciclo reproductivo del ser humano, o ir más allá. En este último supuesto, ya entraríamos en lo relativo a las relaciones placenteras y saludables entre dos personas, en los métodos anticonceptivos y en la necesidad de prevenir las enfermedades de transmisión sexual.