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Educación en casa

️ Alejandro Villena: “La pornografía es la comida basura del sexo, los adolescentes deben saberlo”

Alejandro Villena
Alejandro Villena, sexólogo clínico
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 06.07.23

Alejandro Villena es psicólogo general sanitario, sexólogo clínico y director clínico de investigación en Dale una Vuelta, un proyecto social que lleva ocho años concienciando sobre los peligros de la adicción a la pornografía y formando a familias y profesorado para ahondar en todo aquello que tiene que ver con la educación sexual. Además, acaba de publicar el libro¿Por qué no?: Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía.

Según el experto, la accesibilidad a este tipo de contenidos, ha producido que los niños empiecen a consumir pornografía antes de los 16 años: “Generalmente, muchas familias podrán pensar que se trata de algo puntual y esporádico, como pasaba hace algunos años con las revistas. Sin embargo, el tiempo y la forma de consumo en los adolescentes ha cambiado de forma radical, llegando a pasar 1000 horas en los casos más problemáticos”.

Escucha la entrevista completa a continuación:

De qué manera está afectando la pornografía a la sexualidad de los jóvenes

Para el experto, estos adolescentes “pornificados” (de la cultura de la pornografía) han convertido el sexo en un producto, cuando, en verdad, se trata de una experiencia compartida en la que tiene que haber respeto, empatía y comunicación. La pornografía se ha alejado de todo esto y ha creado una sexualidad digital, artificial, compulsiva y despersonalizada en la cual se empiezan a producir riesgos de cosificación y objetivación de las personas, entre otros. 

La sexualidad es un nosotros y la pornografía es un yo sin el tú. La sexualidad es intimidad y la pornografía es un escaparate. 

“A mis pacientes les transmito un mensaje positivo sobre la sexualidad. Y les animo a hacer un análisis sobre la pornografía, planteando dilemas como la cosificación o las faltas de respeto, y animándoles a llevar a cabo un pensamiento crítico”, añade Villena. 

Cómo abarcar el tema con los adolescentes

Según el experto, “es cierto que hay que tener cuidado de no parecer ‘muy carca’ al tratar el tema. Por eso, hay que estar conectado a su realidad, conocer su lenguaje y las aplicaciones en las que ellos se mueven, estar modernizado y actualizado en este sentido. Sin embargo, uno de los errores que se está transmitiendo es que parece que porque hablemos de una sexualidad que vaya ligada a la afectividad, estamos exponiendo un modelo conservador o anticuado, y no es cierto. El problema es que estamos disociando tanto el buen trato al otro y el buscar el bien del otro de la sexualidad, que lo que hacemos es permitir barbaridades como la violencia y otro tipo de prácticas en las que se humilla a las personas. Por lo tanto, hay que estar conectados a su realidad para poder transmitirles que la sexualidad consiste en conectar a un nivel más profundo con otra persona, lo que lo puede hacer más placentero aún”.

¿Por qué muchos adolescentes no son capaces de disfrutar del sexo?

“La pornografía les somete a un examen y les genera mucha presión y expectativas irreales. Por eso, cuando tienen un encuentro sexual en la vida real, lo que les produce es mucha frustración e incapacidad para excitarse y hasta se les puede alterar el deseo. Todo se debe a esta habituación a una sexualidad muy digital, en la que se le acaba enseñando al cuerpo que la pornografía es la forma de disfrutar de la sexualidad, alejándose mucho de un modelo humano”, añade Alejandro Villena. 

“En la pornografía siempre pierde la mujer”

“Hay un sexólogo español que dice que en las pelis de Hollywood siempre ganan los buenos, pero en la pornografía siempre pierde la mujer, ya que es un objeto para el placer del hombre. Por su parte, el varón siempre suele ser un sujeto dominante, rudo, que somete, que denigra y que humilla. Estos roles y jerarquías que se han asumido en la pornografía son uno de los grandes problemas, algo que luego imitan muchos adolescentes e incorporan a su imaginario sexual. Asimismo, hay estudios que revelan que un 26 % de las jóvenes aceptan como algo normal que su pareja, en algún momento, pueda perder los nervios y pegarles. La sexualidad se ha convertido en una especie de bandera de la libertad en la que a veces parece que no podemos cuestionar nada. El filtro que se pasa ahora es el de todo está bien y todo es permisible. Por eso, se cuelan todo tipo de comportamientos en los que parece que el ser humano es un animal que no tiene control sobre sí mismo”, comenta el sexólogo. 

La tecnología, un arma de doble filo

Según Villena, “si le damos un móvil al niño, le estamos proporcionando un pequeño cine pornográfico. A ningún padre se le ocurriría darle hachís, por ejemplo, a su hijo, pero, sin embargo, le estamos dando acceso ilimitado a contactos con extraños y a material sexual explícito. Yo soy muy ‘hater’ con respecto al tema de la tecnología, y por eso creo que habría que revisar los móviles de forma progresiva, hay que ir dándole intimidad al adolescente, pero cuando tienen 8 o 10 años, aún está bajo nuestro paraguas”. 

Inocencia pornificada: cuando su primer contacto se produce en edades tempranas

“Cuando acceden al porno en edades tan tempranas, ni siquiera lo quieren, lo buscan, ni lo desean. Es completamente antinatural. Ni el cerebro ni el cuerpo están adaptados para digerir todo eso. Es como si a un bebé de tres meses le damos un chuletón, no está preparado para masticarlo porque no tiene dientes. Por lo tanto, cuando un niño consume pornografía, de alguna forma, ocurre lo mismo: no está preparado para digerir todo ese contenido, lo que le produce una indigestión sexual con emociones muy variadas: culpa, vergüenza y, a la vez, se les activa el cuerpo y sienten excitación. Todo eso les va dejando una impronta y una huella muy triste, porque su primer contacto con la sexualidad, que debería ser más inocente y progresivo, acorde al desarrollo evolutivo, se altera y se acelera”, agrega.

Adicción al porno: ¿cómo detectarla?

El hecho de que haya acceso ilimitado a la pornografía, sin un control legal ni político, está aumentando el riesgo de adicciones. Para Alejando Villena, “lo ideal, en estos casos, es que los adolescentes tengan tanta confianza con sus familias, que sean capaces de contarlo, pero esto no pasa a menudo, por lo que los padres deben realizar un ejercicio de observación. Ser conscientes del uso que hacen del teléfono móvil y de la tecnología: si, por ejemplo, llevan el smartphone al cuarto de baño o si pasan muchas horas con él, así como detectar también cambios en su comportamiento o si están empleando un lenguaje muy sexualizado. Determinadas conductas nos pueden servir como referentes de señales de alerta. Hay variables psicopatológicas como la hiperactividad, la obsesividad, los trastornos de personalidad, la ansiedad o la incapacidad para regular algunas emociones que hacen que el porno se vuelva como una forma de equilibrio y de compensación de esos estados de ánimo disfuncionales. También, otros problemas como traumas o abuso pueden predisponer a un mayor consumo, donde la adicción al porno es la punta del iceberg de otros problemas más graves”. 

Por qué es tan importante la educación afectivo-sexual y cómo plantearla en casa

“Hay que hablar y comunicar. Aunque, primero, es muy importante que las familias se formen, ya que probablemente no hayan recibido una educación sexual adecuada y sana. Es fundamental, también, anticiparse y generar espacios donde se hable del tema con naturalidad, sin mentir, diciendo la verdad y llamando a las cosas por su nombre. Vinculando siempre la sexualidad con lo que tenga que ver con el respeto y la afectividad”. 

El experto recomienda tener una charla sobre sexo y sobre lo que se van a encontrar en internet en torno a los 9 años, “ya que sobre esa edad ya están exponiendo al porno. Pero, desde más pequeños, se puede hablar de la reproducción, de las diferencias entre hombres y mujeres, se puede prevenir el abuso sexual y plantear las emociones”. También, plantea aprovechar cualquier pregunta que hagan los niños o alguna noticia que salga en los medios para explicarles algunos temas, así como ver series y películas juntos, para aprovechar la oportunidad de iniciar algún tipo de conversación. 

En definitiva: “Hablar, hablar y hablar es la clave para que las familias puedan generar un vínculo sano con sus hijos y la mejor prevención del mundo”. 

Escucha la entrevista completa a continuación: