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Alimentación en familia

Picar entre horas puede ser beneficioso para la salud de los niños

picar entre horas
Si picar entre horas significa tomar alimentos saludables, no hay problema
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 22.01.22

“Mamá, tengo hambre”. “No comas ahora, porque luego no vas a cenar”. “¿Acabas de cenar y ya tienes hambre?” ¿Te suenan estas preguntas? Vamos a analizar aquí por qué picar entre horas no es intrínsecamente malo. Muy al contrario, puede ser beneficioso siempre y cuando se trate de bocados saludables y se tomen en el momento apropiado.

Está dentro de nuestros patrones alimentarios

No ingerir mucha cantidad durante las comidas principales, perder el interés al poco rato de que se sienten a la mesa o sentir hambre antes de la siguiente comida son situaciones habituales durante la infancia. La evidencia científica asegura que los snacks forman parte de nuestros patrones alimentarios, sobre todo en la infancia, una etapa en la que el entorno es más interesante que sentarse a comer.

Lo cierto es que picar entre horas no perjudica el estado de salud, como muchos creen. Si lo que los niños toman es saludable y se les ofrece en el momento adecuado, tiene una importante función en su dieta. Aunque puede favorecer el desarrollo de problemas de salud, como el exceso de peso, este riesgo existe también cuando se hacen malas elecciones en las comidas principales. No es la práctica de este hábito, sino la sensación de hambre y la calidad del tentempié, lo que determina su perjuicio o beneficio.

Qué ventajas tiene picar entre horas

Aunque no existe consenso científico sobre qué son los snacks, la mayoría de las recomendaciones dietéticas oficiales, como la que figuran en la Guía del Gobierno de Canadá y la de Nueva Zelanda, incluyen pautas sobre qué conviene elegir, qué evitar y destacan también sus principales beneficios:

1. Mejorar la calidad de la dieta global

Esto es especialmente interesante durante la etapa infantil, ya que a menudo no terminan las raciones de las comidas principales y, por tanto, estas no les aportan la cantidad de nutrientes necesarios para su desarrollo. Los snacks pueden reajustar estos requerimientos dietéticos, por lo que combinar distintos grupos de alimentos cuando comen entre horas puede ser satisfactorio y nutritivo. Por ejemplo, con unos picos de pan, elaborados con harina integral, y un puñado de almendras estaríamos aumentando la ingesta de fibra y calcio diaria.

2. Mantener la energía

Dado que los niños suelen estar activos física y mentalmente, tomar algo entre las comidas principales les servirá para seguir adelante.

3. Recuperarse después del ejercicio físico

El argumento es el mismo que en el punto anterior: después de hacer deporte o de participar en juegos que les produzcan mucho desgaste necesitan recuperar la energía con algo de comer.

4. No llegar muy hambriento a la siguiente comida

Tampoco interesa que se sienten a la mesa con un hambre excesiva, pues comer en exceso tampoco les beneficia.

La calidad y la planificación, dos requisitos básicos

Muchos alimentos que comemos a lo largo del día pueden proceder de estos tentempiés, así que es importante cuidar su calidad y no caer en ingestas inconscientes.

Una buena estrategia para no dejarnos llevar por un consumo impulsivo es la planificación. Llevar encima algún snack nos permite tener comida saludable accesible cuando sientan hambre, ahorrar dinero y ajustar nosotros mismos la ración. Es frecuente comprar alimentos envasados en formato monodosis y, en estos casos, es la industria la que decide la cantidad, no nuestra sensación de hambre o la de nuestros hijos.

En casa también ayuda tener opciones a la vista y accesibles, como un táper con fruta cortada en el frigorífico o un frutero lleno.

No utilizar los alimentos para apaciguar emociones

Aunque parezca una obviedad, es fundamental que los niños coman cuando sientan hambre. No debemos ofrecer comida para calmar emociones y lo cierto es que esta práctica es muy recurrente en la infancia. Si un niño siente aburrimiento propongamos un juego, un paseo o un baile. En caso de que esté triste, hablemos del motivo. Y si se ha caído del columpio, démosle un abrazo o un beso o, si la cosa es más grave, acudamos a un centro de salud.

Los niños están aprendiendo a etiquetar sus sentimientos y es posible que a menudo nos digan que tienen hambre, pero podrían estar aburridos, cansados o necesitar nuestra atención. Ayudémosles a identificar estas emociones y a no confundirlas. Las chucherías, las galletas, el chocolate u otros alimentos no modifican las emociones ni atenúan el dolor. Esta costumbre favorece la tendencia a convertirse en adultos que no saben divertirse sin sentarse alrededor de una mesa o calmar su estrés sin una copa de vino o algo de comer.

En conclusión: es preciso cuidar la calidad de lo que ingerimos para mantener nuestra salud y bienestar, independientemente de la hora o el momento en que lo hagamos.

A continuación, te proponemos un snack en el que hemos combinado dos grupos de alimentos: las frutas y los lácteos.

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Un tentempié muy saludable: frambuesas rellenas de yogur | Fuente: @cgcampins

Frambuesas rellenas de yogur natural

Tardamos lo mismo preparándolas que comiéndolas. Lava las frambuesas, llena una manga pastelera —o, si no tienes, puedes usar una bolsa de plástico y hacerle un corte en un extremo— con dos cucharadas de yogur natural. Rellena las frambuesas con él y sirve. Encuentra más ideas en: @cgcampins

Cristina González-Campins
Periodista especializada en Nutrición y Salud