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La importancia del diagnóstico precoz en TDAH: principales síntomas

El TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad ha estado siempre rodeado de controversia. Es uno de los trastornos psicológicos que más dudas generan, que más diagnósticos incorrectos parece esconder, y que más detractores tiene.

Sin embargo, que el TDAH existe es innegable, y son numerosas las investigaciones científicas que demuestran su condición genética.

De hecho, según el Doctor Mateu Servera, de la Universidad de les Illes Balears, el gran avance de la última década ha sido pasar de considerar el TDAH un trastorno de conducta, a considerarlo un trastorno del neurodesarrollo.

Colocado en el lugar que merece dentro de la clasificación diagnóstica de los trastornos mentales que establece la Asociación Psiquiátrica Americana, su delimitación se hace más fácil.

Es cierto que ha podido haber muchos diagnósticos incorrectos, tal vez no más que en otros trastornos, pero sí con más propaganda porque afecta a niños, y porque conlleva en muchos casos el uso de medicación.

Lo cierto es que el TDAH es un trastorno complejo, de límites diagnósticos difusos, que a menudo supone un reto para el clínico que ha de evaluar y diagnosticar al niño. Sin embargo, también es cierto que se estima una prevalencia en población normal en torno al 5%, lo que significa que en una clase de 25 niños, uno tendrá TDAH.

Parece que hay más niños con TDAH que antes, o que es un trastorno emergente. En muchos casos lo que ocurre es que esos niños antes simplemente eran los que “no servían para estudiar”, “los que no valen” o los que se portaban mal. Ahora, poder diagnosticar las dificultades a todos los niveles que supone tener TDAH, permite a su vez proporcionar al niño los apoyos que necesita para que llegue a la edad adulta con las mismas oportunidades y el mismo nivel de bienestar emocional y de adaptación escolar, familiar y social que cualquier otro niño.

Como padres, ¿en qué debemos fijarnos?

Hay tres tipos de TDAH: el inatento, el hiperactivo/impulsivo y el combinado.

1. En el subtipo inatento

Prevalecen síntomas relacionados con la inatención. Algunos de los síntomas que presentan los niños con Déficit de Atención son los siguientes: no presta atención suficiente a los detalles, le cuesta mantener la atención en tareas, no parece escuchar cuando se le habla, no sigue instrucciones ni finaliza tareas, tiene dificultades para organizar tareas o actividades, evita o le disgusta dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido, extravía objetos, se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes y es descuidado en las tareas diarias.

Por lo general, son niños despistados, ensimismados, tardan muchísimo en hacer los deberes…etc. En ocasiones padres o maestros refieren que suspenden por errores tontos o que se lo sabían y lo han olvidado, lo que generalmente no es un problema de memoria o de no saber lo que se pregunta, sino de atención.

2. El subtipo hiperactivo / impulsivo

  • A menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento o abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado.
  • A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo (en adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud)
  • Frecuentemente tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio y «está en marcha» o suele actuar como si tuviera un motor.
  • A menudo habla en exceso, precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas y tiene dificultades para guardar los turnos.
  • A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (p. ej. se entromete en conversaciones o juegos).

3. El subtipo combinado

Presenta síntomas de ambos grupos. Todos los niños presentan este tipo de conductas a veces, la diferencia se produce cuando interfieren significativamente en la adaptación del niño, es decir, cuando suponen problemas para él o para el entorno a nivel académico, social o familiar.

Por ello, si nuestro hijo presenta estos síntomas en una frecuencia e intensidad que consideramos excesiva, sería recomendable consultar con un profesional. Es importante también no olvidar que el TDAH no se puede diagnosticar antes de los 6 o 7 años.

Por otro lado, tener un diagnóstico a tiempo y poder proporcionar al niño la intervención adecuada, es un gran factor de protección para prevenir otros problemas que puede conllevar el TDAH en la adolescencia y adultez como adicciones, problemas de conducta, ansiedad y depresión.

Úrsula Perona
Psicóloga infantil
Colaboradora de Sapos y Princesas

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