ConsejosPsicología y salud mental

El uso de los videojuegos, ¿cuándo pasa de hobbie a enfermedad?

Recientemente, ha sido publicada la inclusión de la adicción a los videojuegos en la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), lo que dota a este hobby de un carácter oficial en lo que a su asunción como enfermedad respecta. Como su nombre indica, la CIE es un sistema de clasificación de los diferentes trastornos mentales y, revisado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) basándonos en rigurosos estudios estadísticos, es considerada una de las Biblias en el sector de la Salud Mental.

Las adicciones han estado siempre presentes en este y otros manuales de referencia en Psicología y la Psiquiatría. En los últimos años, las más comunes son la adicción al cannabis y al alcohol, coexistiendo con otras cada vez más frecuentes y en sintonía al desarrollo de nuestra sociedad, como es la adicción a las compras, la comida o el sexo. De este modo podemos diferenciar entre adicciones fisiológicas (a sustancias) y adicciones conductuales (aquellas en las que se lleva a cabo alguna actividad cotidiana).

No obstante, debemos ser cautelosos para diferenciar entre la existencia de una adicción con lo que esta conlleva, o la existencia de un abuso, es decir, un consumo o ejercicio excesivo de determinadas sustancias y/o actividades.

¿Qué es una adicción?

En un intento de aproximarnos al trastorno por adicción, aunaremos los criterios más significativos a la hora de identificar tal problemática, tanto para aquellas adicciones relacionadas con sustancias, como para aquellas de orden más comportamental.

Estas se basan en la existencia de un modelo problemático de uso/consumo que provoca un deterioro o malestar significativo para la persona adicta que, a grandes rasgos, se manifiesta de la siguiente manera.

Adicción a los videojuegos

1. Tiempo e intensidad

Se invierte mucho tiempo y recursos en todo aquello que guarde relación con el consumo o actividad en cuestión, bien sea para conseguirlo, bien sea una vez adquirida la sustancia o el momento para llevarlo a cabo. Además, su utilización/consumo es cada vez más frecuente e intenso.

2. Falta de control

Tal dedicación es motivada por un deseo o necesidad “incontrolable”, existiendo reacciones de irritabilidad y estados de ánimo desagradables cuando no puede efectuarse, lo que es conocido síndrome de abstinencia.

3. Intermitencia

Existen momentos intermitentes en los que se valora la existencia de un problema realizando esfuerzos por abandonar o cesar en tal consumo/ejercicio, lo que acaba resultando un fracaso que, a su vez, es aliviado con una nueva dosis del estímulo adictivo.

4. Incumplimiento en otras áreas

Este uso/consumo lleva al incumplimiento de los deberes fundamentales en el trabajo, la escuela o el hogar, así como dificultades sociales o interpersonales en cuanto al abandono o reducción de las mismas.

5. Incremento incontrolado

Desarrollo de una respuesta de tolerancia que implica un consumo/uso cada vez mayor para conseguir el efecto deseado, de modo que la cantidad y el tiempo empleado aumentarán de forma simultánea a las consecuencias negativas que conlleva.

Sin embargo, hablaremos de abuso cuando realmente existan marcadores que indican un empleo inadecuado en lo que a la cantidad y frecuencia se refiere, de este modo como notorias consecuencias asociadas en el plano académico, laboral y social, pero sin coexistir aún los tres indicadores adictivos per se: tolerancia, dependencia y abstinencia.

¿Qué promueve el desarrollo de una adicción?

Encontramos numerosos factores en lo que respecta a la aparición y desarrollo de una conducta adictiva, de esta manera como a su mantenimiento.

Centrándonos de nuevo en la adicción a los videojuegos, factores ambientales y sociales adquieren gran relevancia. Nos encontramos en una sociedad cada vez más “electrónica”, el uso de estos dispositivos no se limita a determinadas áreas o sectores, sino que está incluido en el día a día del individuo, prácticamente, desde su nacimiento.

En los primeros meses de vida se dispone a los bebés una alfombra en la que pueden entretenerse con multitud de luces y sonidos, un sinfín de estímulos “en pro del desarrollo perceptivo”; entre los 12 y los 36 meses ya se incluye entre las recomendaciones de grandes casas de juego la primera tablet como medio de aprendizaje de letras, palabras, animales y colores; y, ya en edad escolar, estos dispositivos comienzan a suplir las pizarras y libros de texto tradicionales cada vez en un mayor número de centros.

Adicción a los videojuegos

Es decir, aboguemos o no por este estilo de vida, lo cierto es que cada vez son menos las oportunidades con las que contamos para continuar en un estilo más tradicional y menos estimulante artificialmente hablando.

Desde un enfoque más íntimo, cercano al niño o adolescente en cuestión ¿cuántas veces hemos tratado de aliviar una rabieta o una discusión sin éxito alguno, finalizando esta con un entretenido video en YouTube o el juego más actual de la PlayStation?

Estos dispositivos adquieren así varias funciones claras: favorecer una autonomía/independencia poco adaptativa respecto a terceros, es decir, fomentar periodos de soledad sin un objetivo en particular, sino para ser ocupados por dispositivos: sustituimos la compañía humana por la máquina; aliviar momentos de intensa y desagradable emocionalidad; y una inmediatez reforzante en todos sus aspectos, promoviendo unos niveles de tolerancia a la frustración cada vez menores.

¿Qué hay detrás de un adicto a los videojuegos?

Nos encontramos así con personas cuya necesidad y deseo de jugar se ve motivada por un contexto y un aprendizaje, y que actualmente adquiere una serie de funciones con respecto a su personalidad y momento vital:

  • Un contacto social facilitador para aquellas personas con bajos recursos y habilidades sociales, personalidades introvertidas en quienes las relaciones presenciales tornan en amenazantes y estresantes.
  • Un locus de control interno, propio, en una realidad paralela. Personas rígidas, con carácter y necesidad de control en quienes genera gran frustración la incapacidad de llevarlo a cabo en una interacción real, los videojuegos dan la oportunidad de tener el control absoluto sobre tu vida, plasmada esta en un rol o personaje determinado.
  • Sensaciones placenteras, de descarga emocional y satisfacción inmediata sin necesidad de demora y sin estar en contacto con una incertidumbre durante largos periodos.
  • La evitación de una realidad estresante, unas horas alejadas de problemas, obligaciones y responsabilidades y, por lo tanto, unas horas de desconexión absoluta.

¿Qué debemos hacer si percibimos tal problema en nuestros hijos?

En todo momento debemos ser conscientes que una adicción esconde una serie de problemas y desajustes de la forma menos angustiosa, es decir, suple una serie de necesidades, deseos y desavenencias. Por todo ello, no debemos arrebatar a la persona el único medio de bienestar, tranquilidad y satisfacción percibido como disponible, sino equilibrar un contacto cada vez menor con tal hobby por una serie de estrategias y recursos a los que acudir y que reporten beneficios similares.

  • Hablar con la persona en cuestión, ponerle en contacto con el papel adquirido por tal conducta y la importancia asumida en su día a día, haciéndole visibles las consecuencias negativas de tal abuso.
  • Promover un ambiente de comprensión y apoyo en el que pueda permanecer sin la necesidad de huir hacia mundos y vidas ficticias, lo que puede traducirse en un clima familiar acogedor, de respeto y diversión.
  • Mantenernos disponibles y con iniciativa a la hora de buscar y compartir alternativas saludables como un deporte, actividades de ocio o apoyo en sus obligaciones y deberes.
  • Gestionar los momentos de contacto con los videojuegos de modo que no pasemos de “todo a nada” en cuestión de días, sino estructurar un horario en el que tal actividad tenga cabida disminuyendo progresivamente en frecuencia e intensidad.

Andrea Vega Seoánez
Psicoterapeuta
 MásQuePsicología

Ver más
ConsejosPsicología y salud mental
×