ConsejosPsicología y salud mental

¿Qué le estoy haciendo a mi hijo cuando le grito?

Los tiempos cambian pero los padres seguimos utilizando los gritos para educar a nuestros hijos. ¿Se puede educar de otra forma? Por supuesto que sí. Si nuestros hijos solo nos hacen caso cuando les gritamos y regañamos, está claro que obedecen por miedo.¿Harían lo mismo con estímulos positivos?

Gritar es un mal hábito que no es fácil evitar. Necesitamos tener un gran autocontrol sobre nuestras emociones. A menudo nuestros hijos nos sacan de nuestras casillas y afloran en nosotros sentimientos como la rabia o la ira. Muchas veces no podemos controlarnos. El problema es que los gritos pueden afectar al desarrollo de nuestros hijos.

Un estudio de la Universidad de Pittsburgh publicado en Child Development ha revelado que gritar a los niños con regularidad, como una forma de disciplina, encierra numerosos riesgos para su desarrollo psicológico, entre ellos la posibilidad de que desarrollen conductas agresivas o, al contrario, híper tímidas. Según el estudio los niños con padres agresivos son más propensos a darle prioridad a las relaciones con sus amigos y a tener comportamientos que les hacen sentir bien a corto plazo, en lugar de centrarse en una meta a futuro.

Tenemos que buscar nuevas estrategias para comunicarnos y conectar con nuestros hijos. A la larga los gritos les pueden perjudicar y pueden desarrollar una extrema timidez o comportamientos agresivos.

Antes de gritar a nuestros hijos tenemos que pensar en las consecuencias. Una buena idea es contar siempre hasta 10 para poder controlar nuestra ira. En más de una ocasión nos ayudará a calmarnos y a buscar otras alternativas para regañar a nuestros hijos.

Madre que grita a sus hijos

Empezar a conectar desde el respeto

Si gritamos a nuestros hijos nunca lograremos conectar con ellos. Marcaremos siempre una barrera entre ellos y nosotros. Los más pequeños reaccionarán llorando pero los mayores nos responderán con su silencio e indiferencia. Tenemos que comenzar una nueva relación basada en el diálogo con nuestros hijos y no gritarles cuando tengamos que regañarles.

Esto no significa que no podamos regañar a nuestro hijo. Si queremos que cambie su comportamiento tenemos que buscar estrategias diferentes a los gritos y castigos. Tenemos que escuchar cualquiera de sus razones sea buena o mala y dialogar con ellos para lograr entender su actitud.

Tenemos que ponernos en su lugar, en sus cuatro, seis o diez años, y comprender su comportamiento. Debemos saber que nunca harán las cosas a la primera, se equivocarán y volverán a repetir los mismos errores. Son niños y aunque les gritemos, no podemos esperar otra actitud. Si cada vez que hacen algo mal nos sentamos con ellos y les explicamos la razón por la que se han portado mal y cómo deberían comportarse, llegará un momento en que nos harán caso. Paciencia, diálogo y comprensión son las claves para comunicarnos con nuestros hijos.

No gritar a nuestro hijo

Razones para no gritar a nuestros hijos

Antes de gritar a nuestros hijos tenemos que pensar en las consecuencias. Una buena idea es contar siempre hasta 10 para poder controlar nuestra ira. En más de una ocasión nos ayudará a calmarnos y a buscar otras alternativas para regañar a nuestros hijos. Os vamos a dar varias razones para no gritar a nuestros hijos y cambiarlo por una actitud positiva.

1. No es efectivo

Si siempre gritamos a nuestros hijos, llegará un momento que no nos escucharán. Nos oirán como el que escucha llover. Tenemos que mantener con nuestros hijos interacciones positivas diarias si queremos provocar en ellos un cambio de comportamiento. Debemos recordar que nuestros hijos son niños y que no van a cambiar de un día para otro.

2. No gestionan bien sus emociones

Si nuestros hijos aprenden que cuando algo sale mal hay que gritar, llegarán a adultos sin aprender a gestionar sus emociones. Nuestros hijos se convertirán en adolescentes que perderán el control ante cualquier controversia o problema. Tenemos que enseñarles a controlar su ira y su rabia desde pequeños y a aprender a resolver situaciones difíciles. Y debemos hacerlo desde el ejemplo.

3. Aprenden con miedo

La obediencia y el buen comportamiento nunca deben depender del miedo. El aprendizaje siempre requiere tiempo y paciencia. Si queremos que nuestros hijos no tiren la toalla, nunca deben aprender con miedo. Si les gritamos habitualmente crearemos una pared invisible entre ellos y nosotros y marcaremos una distancia con ellos.

No gritar a nuestro hijo4. Menos autoestima

Si les gritamos con asiduidad nuestros hijos pueden sufrir problemas de autoestima en un futuro. Sentirán que no estamos orgullosos de ellos y que a pesar de sus esfuerzos nunca consiguen sus objetivos. Lo mejor es que aprendamos a controlar nuestras emociones y dejemos de esos comportamientos agresivos. Una buena ideal es hacer un pacto familiar para intentar dejar de gritar en la comunicación con nuestros hijos en familia. Al principio seguro que nos costará un poco y cometeremos errores pero lograremos a la larga una mejor comunicación familiar.

5. Necesitan paciencia

Si queremos que nuestro hijo nos obedezca tenemos que escucharle y tener paciencia. Olvida los gritos y los castigos e intenta hablar con tu hijo con calma de las normas familiares. Explícale las razones por las que está mal lo que ha hecho y cómo lo debería hacer. Tenemos que ayudar a nuestros hijos a gestionar bien sus emociones. Si lo conseguimos nuestros hijos serán unos adolescentes equilibrados y responsables.

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