ConsejosPsicología y salud mental

Cómo evitar el sufrimiento de los niños ante un divorcio

A menudo veo en mi consulta hijos de padres recién separados. Son niños y niñas inmersos en una situación dramática, en la que no tienen ningún control ni posibilidad de escape. Sufren mucho, a veces más de lo que los padres creen. Porque a ellos muchas veces no se lo cuentan. Porque otras, aunque se lo cuenten, están tan inmersos en su propio dolor que no pueden recoger el de otro. Sea por lo que sea, a mí sí que me lo cuentan. Y es desgarrador:

  • “Echo tanto, tanto de menos a mi padre, que no lo puedo soportar”
  • “Si supieras cómo se odian, es horrible”
  • “Todo el tiempo interrogándome: ¡no lo soporto! Al final le miento para que me deje en paz!”
  • “Estoy harto de que me hablen mal uno del otro. ¿Es que no se dan cuenta de que yo los quiero a los dos?”
  • “Se divorciaron por mi culpa. Yo me portaba tan mal, y ellos se peleaban por mí todo el rato”
  • “Estoy harta de hacer maletas. Ya no sé ni dónde vivo”

Todas estas frases son verídicas. Me las han dicho niños en la consulta.

¿Qué podemos hacer? ¿Podemos evitar de alguna manera todo esto a nuestros hijos?

Cuando una pareja toma la decisión de separarse, a menudo quiere “acabar cuanto antes”. Por ello, la gran mayoría de las veces se actúa de manera precipitada, en “caliente”, sin dar tiempo a planificar y organizar todo de la mejor manera, sin  preparar a los hijos, etc.

Después, cuando pasa la tormenta, y se materializa la separación, vienen los arrepentimientos. A menudo se ha actuado de manera impulsiva, movido por las emociones, y no de manera racional. Los padres recién separados, tras unos meses me cuentan que hubieran hecho las cosas de otra manera. Qué tal vez esta o aquella no fue la mejor decisión.

Por eso, ante una decisión TAN importante, y con un impacto tan grande en la vida de padres e hijos, creo que vale la pena tomarse el tiempo que sea necesario.

Cuando tomamos la decisión de casarnos, ponemos fecha para dentro de un año. Y esperamos pacientemente un año ese momento. Y nos vamos preparando. Pero cuando nos separamos, todo tiene que hacerse corriendo. Y eso tiene sus consecuencias. Puede que no sea agradable, pero a veces ese sacrificio por un tiempo vale la pena, sobre todo para los niños.

“Necesitamos un plan”

Eso me dijo una pareja que iba a separarse el otro día. Y así es.

En primer lugar: asesoramiento. Informarse. Y no solo de los aspectos legales. Informarnos de qué y cómo lo podemos hacer. Hay varios profesionales que pueden orientaros en ese sentido: el mediador y el psicólogo. En España el uso de la mediación no está demasiado extendido, y es una lástima. Porque confiar en una persona ajena a vosotros, neutral, objetiva, profesional, y que hayáis buscado conjuntamente facilita mucho las cosas.

El mediador va a tratar de conseguir acuerdos y os va a ayudar a negociar de una manera adecuada. Cuando uno entra en un proceso de mediación aparca la lucha. En el juzgado se “pelea”: uno gana y otro pierde. Aquí no. Aquí ganáis ambos porque aunque cada uno deba ceder en algunos aspectos, se busca el bien común. Y os aseguro que vale la pena.

Otro profesional que puede ayudarnos es el psicólogo forense. Estos profesionales están formados en psicología jurídica. Generalmente, tienen también formación en psicología clínica. Mejor buscarlo de manera conjunta, para sacudiros ese temor de que no sea imparcial, ya que aunque los profesionales siempre lo son, a los padres a veces les cuesta confiar si es el otro progenitor el que lo ha elegido. Para evitar suspicacias, mejor buscarlo entre los dos.

¿Y cuál es su función? El psicólogo forense lo que hace es analizar la estructura familiar, evaluar a todos los miembros del sistema familiar y conocer en profundidad las dinámicas y relaciones familiares. De esta manera, este profesional puede hacer una recomendación sobre aspectos claves en una separación, como el tipo de custodia más recomendable.

Y siempre va a tener en cuenta el “superior beneficio del menor”

Psicólogo de pareja. Sí, parece paradójico, pero es otro profesional que puede ayudarnos en este proceso. Tenemos la idea de que la función de un psicólogo de pareja es “solucionar” los problemas de pareja. Pero a veces su función es ayudar a la pareja en el proceso de ruptura.  También en ocasiones es necesaria una terapia individual. Si uno es capaz de resolver su duelo de una manera más adaptativa, probablemente actúe de una manera más sosegada, y no tan emocional. Y evitar actuar en lo relativo a los hijos desde el odio, el despecho, la venganza etc. hacia la ex pareja.

Vale la pena invertir un poco de tiempo y dinero para intentar que el proceso de la separación sea lo más beneficioso posible para todos. Sobre todo para los más pequeños. Ellos, cómo decía, solo son víctimas en este proceso. Sufren, y mucho.

Por Úrsula Perona
Psicóloga infantil
Colaboradora de Sapos y Princesas

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