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Cómo influye la voz de una madre en el desarrollo del cerebro de su hijo

Que los niños prefieren la voz de su madre a la de otra cualquier persona en el mundo es algo que todos sabemos. De hecho, desde la etapa uterina, en pleno desarrollo de sus vías auditivas, el feto ya puede detectar los diferentes sonidos y ruidos que provienen de su madre. Tras el nacimiento, los bebés son capaces de identificar cuál es la voz de su madre, y reconocen y distinguen su voz entre el resto de voces femeninas que escuchan.

Un estudio de 2014 llevado a cabo en recién nacidos prematuros demostró que reproducir una grabación de la voz de la madre mientras que los bebés succionaban un chupete era suficiente para mejorar el desarrollo de las habilidades de alimentación oral y acortar su estancia en el hospital.

Desde la etapa uterina, en pleno desarrollo de sus vías auditivas, el feto ya puede detectar los sonidos y ruidos que provienen de su madre.

La voz de una madre puede calmar a un niño en situaciones estresantes, reduciendo los niveles de cortisol, la hormona del estrés y aumentando los niveles de oxitocina, la llamada hormona social.

Diversas investigaciones científicas han demostrado que la voz de una madre activa la corteza prefrontal anterior y la región temporal posterior izquierda en los bebés más que una voz desconocida, ayudando al bebé a desarrollar el habla

Pero, ¿qué sucede cuando los niños crecen? Daniel Abrams, un neurobiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, y su equipo de investigadores se propusieron responder a esta pregunta usando la resonancia magnética funcional, una técnica de neuroimagen que mide la actividad cerebral detectando cambios metabólicos en el flujo sanguíneo.

La voz de una madre activa la corteza prefrontal anterior y la región temporal posterior izquierda en los bebés más que una voz desconocida, ayudando al bebé a desarrollar el habla. 

Los investigadores examinaron a 24 niños con edades comprendidas entre los 7 y 12 años, con un coeficiente intelectual medio, sin trastornos del desarrollo y criados por sus madres biológicas. Mientras estaban en la máquina de resonancia magnética, los niños escuchaban grabaciones de palabras sin sentido pronunciadas por sus madres o por otras mujeres. Como resultado, los niños pudieron identificar con precisión la voz de su madre más del 97% de las veces en menos de un segundo.

Esta conexión neuronal entre el cerebro del niño y la voz de la madre tiene una influencia directa en el desarrollo de las habilidades de comunicación social.

El equipo investigador planteó la hipótesis de que escuchar la voz de su madre produce más actividad en las llamadas regiones de voz selectiva, implicadas en el reconocimiento de la voz y el procesamiento del habla, en comparación con las ocasiones en las que escucharon voces femeninas desconocidas. Este patrón de actividad cerebral se puede comparar con una huella neuronal, en la que la voz de una madre pone en funcionamiento una actividad específica en el cerebro de su hijo. Los investigadores descubrieron que esta conexión neuronal entre el cerebro del niño y la voz de la madre tiene una influencia directa en el desarrollo de las habilidades de comunicación social.

La mayoría de nosotros llevamos la voz de una madre en los patrones neuronales de nuestro cerebro.

Aunque aún quedan algunas cuestiones que resolver al respecto: ¿cómo se manifiesta este comportamiento en los niños con autismo? ¿Cómo cambia esta huella neuronal en la adolescencia y en la edad adulta?

Las respuestas a estas preguntas siguen sin conocerse, pero está científicamente demostrado que la mayoría de nosotros llevamos la voz de nuestra madre en los patrones neuronales de nuestro cerebro: las historias a la hora de dormir, la conversación en la hora de la cena y la charla que escuchamos antes del nacimiento nos identifican. Esta huella neuronal permite el desarrollo emocional y la comunicación social no solamente en la infancia, sino a través de todas las etapas de nuestra vida.

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