ConsejosPsicología y salud mental

Cómo detectar si tu hijo está malcriado y solucionarlo a tiempo

Hoy en día los padres estamos volcados en nuestros hijos. Practicamos una educación en positivo e intentamos estar atentos a sus necesidades. Pero a veces nos damos cuenta de que nuestro hijo está malcriado. Le estamos dando todo y nuestro hijo tiene reacciones que no esperábamos, como enfadarse cuando no consigue ese juguete que nos pide o no querer volver del parque cuando llega la hora.

El problema se agrava cuando los propios padres no lo vemos o nos lo estamos negando a nosotros mismos. Cuando el comportamiento consentido de nuestro hijo se convierte en un patrón habitual ya no se trata de una rabieta puntual o una fase sino que se ha convertido en un problema.

niños jugando en el jardínEl niño malcriado

En ese momento los padres tenemos que volver a establecer los límites e intentar que nuestro hijo no se comporte como un niño malcriado. “Muchos padres y madres ya saben que tan equivocada es una educación excesivamente autoritaria como una excesivamente protectora, consentidora y permisiva. Frecuentemente, tanto los padres, como profesores son incluso conscientes cuando cometen errores para con los niños, pero se confiesan desorientados respecto a cómo hacerlo mejor; y ante la duda, prefieren anteponer los deseos de niños a los suyos propios y caen en un estilo inconsecuente, en el cual pasan de un extremo (consentidor) al otro (autoritario), dependiendo de la situación, de las circunstancias o de lo nerviosos que se ponen”, nos explica Alfred Adler en La crianza desde la Psicología Individual.

Tenemos que empezar a actuar cuanto antes y cambiar nuestra actitud cuando nuestros hijos no se comporten como es adecuado. Descubrirlo y aceptarlo es el primer paso para poder arreglarlo. Su conducta no solo puede afectar a su comportamiento en casa sino también a su actitud en el colegio, en la universidad e incluso en su vida adulta.  Os vamos a dar cinco sencillos consejos para arreglarlo y que vuestro hijo vuelva a ser el mismo que hace unos meses.

1. Los padres somos siempre padres

Aunque nos encanta que nuestros hijos nos vean como amigos, los padres somos siempre padres. Tienen que saber que pueden contar con nosotros cuando tienen problemas. Pero también deben respetar nuestra autoridad y los límites que marcamos en casa. Tenemos que intentar que siempre nos tengan respeto y que no nos traten igual que sus amigos. No se pueden enfadar como hacen con sus compañeros ni gritarnos y mucho menos tener conductas agresivas. Somos sus padres, su referencia, su pilar, su modelo, su ejemplo.

2. Mantenernos firmes

Las armas de nuestros hijos son el enfado y el llanto incontrolado. Normalmente los padres nos solemos rendir cuando las utilizan. No somos de hierro. Pero los padres aunque nos duela tenemos que mantenernos firmes y no claudicar al primer lloro.

3. Poner límites

Nuestros hijos no pueden hacer siempre lo que quieran. Por ejemplo no pueden poner los pies en la mesa ni comer con las manos. Si en algún momento se comportan mal y se saltan los límites tenemos que darles opciones controladas. Les podemos dejar tomar decisiones sobre algunos temas como tomar un helado de fresa o vainilla pero sobre otros no. Por ejemplo no se pueden saltar normas como la hora de irse a la cama o creer que pueden pegar a su hermano. No, en ese caso, tenemos que tomar medidas para cambiar su actitud.

padre levantando a su hijo4. No son el centro del universo

¿Cuántas veces nos hemos cruzado con unos padres para los que sus hijos son el centro del universo? Nuestros hijos viven en sociedad y tienen que aprender a convivir con los demás. Tenemos que regañarles cuando hagan algo mal y reconocer sus progresos. Pero no podemos darles un trato especial por cada cosa que hagan bien. Son importantes pero sus hermanos, sus compañeros, sus amigos o sus vecinos también son importantes. Tienen que aprender a comportarse con los demás, a ceder el paso a los mayores, a pedir perdón y a dar las gracias.

5. No pueden ser siempre felices

Los padres queremos que nuestros hijos sean felices todo el tiempo pero esto es imposible. No podemos hacer o comprar todo lo que quieran para que no se enfaden. En ocasiones por su bien tenemos que decirles que no. Si le damos además todo lo que quieren no estaremos haciendo nuestro papel de padres. Hay que saber negarse cuando es necesario.

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