Ocio en casaJuegos para niños

La importancia de potenciar el desarrollo sensoriomotriz para la estimulación en los niños

El desarrollo sensoriomotriz es la base y soporte sobre el que posteriormente se asientan el resto de desarrollos más complejos. Sin embargo, la educación sensorial suele quedar en un segundo plano, dando por hecho que los sentidos se van a desarrollar por la propia existencia. Pero cometemos el error de no fomentar actividades sensoriales desde edades tempranas, pensando que este desarrollo no requiere ninguna estimulación educativa, ya que la educación sensorial está en la base de una correcta estimulación y sólida educación.

Podemos aprovechar cuando salimos al aire libre para jugar con nuestros hijos, los paseos y escapadas a la naturaleza con los niños se convierten en perfectas oportunidades. La montaña, el río, un merendero, hay multitud de opciones para disfrutar de colores, olores y sonidos. Por eso os proponemos diversos juegos que podéis poner en práctica con vuestros hijos para educar los sentidos en la naturaleza y fomentar además la inteligencia naturalista.

1. El Tacto

Es el sentido que utiliza el niño para explorar su entorno a través de sus primeros juegos, y lo coordina con la vista. ¿Cómo educar el tacto en el medio natural? Con juegos sensoriales. Vamos a recoger un puñado de palos, ramas, piedras, hojas, todo aquello que tengas disponible en el campo.

En función de la edad podemos:

  • Tocar los diferentes materiales (0 – 18 meses)
  • Clasificar en función de la forma, palos, piedras y hojas (18 – 32 meses). Podemos añadir dificultad tapando los ojos, o clasificando por rugoso-liso (a partir de los 24 meses)
  • Escoger 4 elementos del campo (piedras, palos y hojas) y colocarlas en determinado orden. Tras tocarlas detenidamente, mezclarlas e intentaremos volver a colocarlas en el mismo orden recordando en qué orden habíamos tocado (a partir de los 32 meses). También podemos hacerlo, para añadir dificultad, con los ojos tapados, añadiendo más piezas, o haciendo el juego, pero con piezas del mismo elemento (4 palos o 4 piedras, por ejemplo), vamos aumentando y regulando la dificultad del juego en función de la edad.

2. La Vista

Es el sentido más desarrollado. En la estimulación de este sentido debemos tener en cuenta que en los juegos visuales se debe incluir la educación del sentido cromático. Este sentido conecta con el resto de sentidos, proporcionándoles un conocimiento explícito de los objetos y elementos.

Algunas opciones de juego serían:

  • Describimos lo que nos rodea con detalles, como si de una postal se tratara. Cuando nuestros niños son bebés, les vamos indicando cosas del paisaje como un pájaro, el río, una flor, las nubes… y a medida que crecen indicamos más detalles y colores, como la flor blanca y amarilla, las piedras del río, la forma de las nubes. Además, así  desarrollamos el vocabulario específico y como con todos los juegos en la naturaleza, fomentamos la inteligencia naturalista (desde los 0 meses)
  • Si de casa llevamos varias fichas de cartulina de pequeño-mediano tamaño con diferentes gamas de cada color, podemos jugar a observar de qué color es el cielo, el agua, las nubes, la hierba, etc. e indicar qué color o gama de cada color le corresponde (a partir de los 24 meses)
  • Observar lo que nos rodea detenidamente contando qué cantidad hay de cada elemento que observamos. Posteriormente, con los ojos tapados, enumerar los elementos y la cantidad de ellos que se recuerdan. En función de la edad, comenzaremos sin tapar los ojos, señalándoles el objeto y contando con ellos (0 – 32 meses). Después podremos taparles los ojos e intentar que recuerden lo que han visto y su cantidad (a partir de 3 años). Podremos ir introduciendo complejidad si pasamos a fijarnos y contar los detalles.

3. El Oído

Es el primer sentido que desarrolla el bebé, ya que desde el segundo trimestre de gestación distingue la voz de su madre. Sin embargo, es uno de los sentidos más olvidados. Por ello debemos fomentar experiencias auditivas desde edades tempranas.

El campo nos proporciona un montón de sonidos a descubrir:

  • Indicamos a nuestros pequeños un sonido y nos detenemos para escucharlo en silencio durante unos minutos (0- 32 meses)
  • Sin movernos ni hacer ruido, escuchamos los diferentes sonidos de nuestro alrededor y los describimos. Un coche, el río, un pájaro, personas o viento. Podemos hacerlo con los ojos cerrados (desde los 24 meses)
  • Escuchamos un sonido e intentamos reproducirlo (desde los 3 años)
  • Cogemos diferentes elementos (piedras, hojas, palos o arena) y hacemos música con ellos. Escuchamos cómo suena cada elemento chocándolos entre sí y cómo suenan diferentes elementos juntos (desde los 24 meses). Podemos añadir dificultad y diferentes juegos: si hay más niños, podemos hacer un concierto. Podemos jugar a adivinar el instrumento, de manera que sin mirar adivinemos qué elemento o elementos están sonando. Con los diferentes elementos del campo podemos inventar nuestro propio instrumento.

4. El Gusto y el Olfato

Dos sentidos que van muy unidos. El gusto se suele desarrollar con la comida, pero junto con el olfato y el oído, su educación suele quedar en el olvido. Por eso es importante que los juegos del gusto y el olfato también estén presentes en el desarrollo, pues es fácil encontrar niños que no saben oler o que apenas distinguen los olores.

Podemos jugar a:

  • Si salimos al campo, oler las flores o los árboles que encontramos. También podemos oler todo aquello que nos llevamos para el pícnic, como pueden ser las diferentes piezas de fruta y la propia comida (desde 0 meses)
  • Podemos llevarnos a la excursión, pequeños tarritos de hierbas aromáticas y descubrir sus olores. A medida que el niño crece puede jugar con los ojos cerrados identificando qué hierba, qué flor, o árbol es a través del olor (desde los 24 meses)
  • Para desarrollar el gusto podemos dejar probar al niño (siempre que sea seguro) un pequeño trocito de aquello que estamos comiendo los mayores. Y a medida que crezca podemos jugar a adivinar con los ojos tapados de qué comida, qué fruta, o bebida se trata (desde los 24 meses)
  • Probamos un alimento de cada sabor (dulce, salado, amargo y agrio) y le indicamos qué sabor es. A medida que crece jugamos a adivinar qué sabor tiene cada alimento y clasificarlos (desde los 24 meses)

Estas son algunas ideas a las que podéis añadir variaciones, mayor o menor dificultad en función de las edades. Pero vosotros también podéis crear tantos juegos como se os ocurra uniendo el entorno en el que os encontráis y los sentidos. Las edades que menciono son solo una referencia, pues cada niño tiene un ritmo y cada juego lo adaptaremos a las características y al momento y ritmo de cada bebé o niño.

Así es que deseo que aprovechéis estos preciosos meses para salir a jugar con la naturaleza y despertar los sentidos.

Indira Retuerto
Pedagoga y educadora de Pucherines

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