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Cumpleaños y regalos, ¿se nos están yendo de las manos?

No hace mucho tiempo, la celebración de un cumpleaños infantil consistía en una reunión familiar, con algunos amiguitos del cole y del barrio, en la que se disfrutaba de una tarde de juegos, ganchitos, medianoches y sándwiches de Nocilla. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el cumpleaños infantil se ha convertido en un evento multitudinario al que ha de estar invitada toda la clase y que se celebra en parques de bolas, paintballs o spas infantiles; una fiesta en la que los padres, tanto del cumpleañero como de los invitados, tienen que desembolsar grandes cantidades de dinero entre regalos, menús y actividades, ¿qué ha ocurrido?

Muchos padres, aunque contrarios a estos excesos, no pueden evitar caer en ellos, ya que todos los niños lo hacen y su hijo no va a ser menos. Tal y como plasma la antropóloga Alison J. Clark en su estudio sobre los cumpleaños infantiles, “la fiesta ejerce una enorme presión sobre los padres para mantener el equilibrio social”. Son muchos los problemas que esta ‘moda’ de los cumpleaños está creando a los padres.

Muchas familias no pueden permitirse una fiesta de estas características, pero está el miedo de que su hijo sea excluido de las de sus compañeros. Otros padres deciden no participar en los regalos y fiestas del resto de niños y son criticados por ello. Algunos de los que sí se implican pueden llegar a pecar de inocentes, siendo ellos los que se encargan siempre de comprar el regalo comunitario. Otros han de financiar parte de la celebración de las fiestas de otros niños para que su hijo pueda participar en la celebración. Pero, ¿de qué manera afecta esto a los niños? ¿Es necesario este exceso de regalos y atenciones con motivo de su cumpleaños?

Hablamos con Celia Rodríguez Ruiz, psicóloga y psicopedagoga, autora de la web Educa y Aprende.

Para Celia, “el cumpleaños implica una fecha única, un día especial que marca una nueva etapa en la vida de cada persona. En el caso de los niños es muy importante celebrarlo, ya que supone una ocasión especial para que se sientan considerados, queridos e importantes. La celebración puede ser muy positiva para reforzar la autoestima, puesto que el niño se siente querido por sus familiares y amigos y tiene la oportunidad de tener su propio día especial. Celebrar el cumpleaños es bueno, y positivo para la autoestima, pero lo más prudente es poner límites. Los niños necesitan sentirse queridos, pero para ello no es necesario darles todo”.

Pero ¿cómo podemos decir NO al círculo vicioso de cumpleaños, regalos y celebraciones en el que nos vemos envueltos los padres con el resto de niños del colegio? ¿Puede ser perjudicial para nuestros hijos? «Es difícil ir en contra de una tendencia social, de una moda en la que todos nos vemos irremediablemente arrastrados. Sin embargo, aunque pueda ser complicado, hay algunas cosas que podemos hacer; se trata de usar la imaginación y mantener la ilusión haciendo cosas diferentes«.

Como padres, hemos de reflexionar acerca del mensaje que transmitimos a nuestros hijos dándoles cosas que no necesitan. «Existe una tendencia a creer que lo importante es no quedarnos cortos y que siempre es mejor el exceso que el defecto. Tendemos a pensar que para ser buenos padres tenemos que dar a los niños todo lo que podamos ofrecerles». Sin embargo, tal y como nos señala Celia, las consecuencias y peligros del exceso son muchas:

  • Cuando los niños tienen en exceso no valoran las cosas. Enseguida se cansan de lo que tienen y quieren cosas nuevas.
  • Se acostumbran a tener cosas que no necesitan y basan su felicidad en lo material. Esto puede tener graves consecuencias en su futuro, ya que pueden tratar de llenar un vacío mediante cosas materiales, buscando fuera la felicidad que han de cultivar en su interior. Y por muchas cosas que tengan, el vacío se mantiene.
  • Al darles demasiado, a menudo nos centramos en necesidades equivocadas, en necesidades que no lo son. Los niños necesitan afecto, atención, disciplina positiva, comunicación, momentos en familia, etc. más que cualquier regalo o fiesta.

Y ¿qué hay de los regalos? El exceso de regalos en Navidades y cumpleaños hace que últimamente no paremos de oír hablar del síndrome del niño hiperregalado. Según Celia, «cuando los niños tienen demasiados regalos, la consecuencia lógica es que no los valoran. Desarrollan la creencia de que tienen la obligación de recibir regalos, y es muy probable que les cueste comprender el esfuerzo que hacen las demás personas al hacer un regalo. Están acostumbrados a tener tantas cosas que se cansan rápidamente y es difícil que algo llame su atención.»

Si queremos regalar, también podemos plantearnos dejar los juguetes y la tecnología a un lado y regalar a nuestros hijos experiencias o actividades en familia. «Con este tipo de regalos les estamos regalando experiencias únicas, recuerdos, momentos de afecto inolvidables que contribuyen de forma más positiva a su desarrollo y educación.»

También muchos padres tienden a premiar con regalos los logros de sus hijos, ya sean buenas notas, buen comportamiento o logros deportivos. Para Celia, «en algunas ocasiones los regalos pueden ser empleados como reforzadores, pero para que el reforzador sea efectivo es necesario hacerlo bien y seguir un procedimiento. Es por ello que no es lo más aconsejable. En su lugar podemos usar otros tipos de reforzadores más efectivos como el cariño, la atención, etc. No se trata de no hacer regalos, sino de hacerlos con prudencia y no asociarlos a los logros.»

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