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Cómo explicar a un niño lo que sucedió el 11-M, 20 años después de la tragedia

Se cumplen 20 años desde los ataques terroristas de aquella mañana del 11 de marzo de 2004, un desgraciado acontecimiento que, si no lo ha hecho ya, llegará tarde o temprano a los oídos de nuestros hijos. Algo más probable estos días por su especial relevancia informativa y los correspondientes homenajes a las víctimas, facilitando que, en cualquier momento, puedan surgir preguntas al respecto. Pero, ¿cómo debemos hablar a los niños sobre el 11-M y el terrorismo en general? ¿Hay alguna edad a partir de la cual sea mejor abordar estos temas? Y una vez decidamos dar el paso, ¿qué tono es más conveniente emplear y cómo de preciso ha de ser nuestro relato?

¿Cómo debemos proceder durante cada etapa?

Acudimos en busca de respuestas al Doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud, Javier Urra, que de antemano nos advierte de la primera clave a tener en cuenta. Por muy corta que sea su edad, debemos tratar a los menores con respeto, entendiendo por dicho concepto el hecho de que son ciudadanos y, como tales, tienen derecho a enterarse de todo lo que acontece.

1. Con niños pequeños

Destaca, eso sí, la importancia de modelar nuestros mensajes en función de la etapa de desarrollo en que se encuentren, que determinará en gran medida su capacidad de comprensión y de elaboración. Teniendo esto en cuenta, podemos comenzar explicándoles lo que significa ser fanático, lo que supone ser sectario o lo terrible e irreversible que es quitar la vida a una persona o dejarla herida para siempre. “Y a partir de ahí, hay que hablar de lo positivo. De lo importante que es el diálogo, la palabra, la discusión, el ámbito de la mediación o los jueces. Eso se puede hablar con los niños desde los 7 años”.

Muchas veces, añade el primer Defensor del Menor en España, son ellos los que nos trasladan sus preocupaciones y sus miedos desde los dibujos, tanto o más que a través de la palabra. Sea cual sea el canal escogido, hay que escucharlos y no aleccionarlos. “También es muy relevante transmitirles que los seres humanos no somos clónicos, sino que tenemos diferentes géneros, sexos, orientaciones sexuales, culturas y, en definitiva, distintas historias. Sin embargo, nos unen muchos elementos comunes. Todos morimos, reímos o lloramos”.

2. Con adolescentes

Si nuestros hijos son ya adolescentes, podemos ampliar la información, especialmente los conceptos abstractos, y acometer cuestiones “como el diálogo, los dilemas o las formas de defender una democracia desde la libertad ante aquellos que son fanáticos”. Es partidario de educar recurriendo a la empatía, a la escucha de quienes opinan lo contrario a nosotros, pero utilizando entornos que conocen los menores “como su colegio, su equipo de fútbol o su orfeón”, entre otros ambientes con los que se sientan familiarizados.

Para él resulta esencial mostrarles cómo se pueden resolver las discusiones sin permitir que el conflicto imposibilite o dificulte la convivencia. “Lo bonito es resolver esas discrepancias haciendo uso del diálogo y el debate, con el objetivo común de mejorar la sociedad desde pensamientos distintos que rechacen el sectarismo y el fanatismo”.

3. ¿Y si son menores de 7 años, pero nos preguntan?

Existe, por último, un tercer escenario que puede darse cuando, aun siendo demasiado pequeños para hablarles de terrorismo, nuestros hijos se hayan visto expuestos a algún mensaje relacionado y nos hagan llegar sus dudas e inquietudes al respecto. “Si se han quedado impactados tras ver unas imágenes o porque han oído algo en el colegio”, plantea Urra, “hay que ponerse en su lugar y preguntarles”.

De esta manera “podremos saber la información de la que disponen y, en base a la misma y a su propia terminología, aportarles unas explicaciones que han de ser breves para que no se dispersen”. No debemos caer, llegados a este punto, en un error muy frecuente entre los adultos, que es infravalorar su capacidad de entendimiento. Partiendo de esta advertencia, recomienda recurrir a palabras como cariño, respeto o empatía y, apoyándonos en temas con los que estén familiarizados, exponerles ejemplos de buenas y malas conductas.

Por encima de todo, considera esencial que, a estas cortas edades, nos ganemos su confianza y les transmitamos seguridad. Lo primero podemos lograrlo mostrando nuestra total predisposición a hablar con ellos cuando algo les preocupe. Lo segundo, en cambio, no podemos garantizarlo. En cualquier caso, “eso lo sabemos los adultos. Los niños tan pequeños precisan para vivir agua, oxígeno, amor y seguridad”. Y si, de momento, ese último pilar se puede conservar intacto mediante la omisión de ciertos datos, parece no haber ningún modo de actuar más provechoso para su bienestar.

Otras alternativas para ampliar sus conocimientos

También puede ser muy útil apoyarse en distintos materiales para facilitar el entendimiento de las anteriores cuestiones. Entre las numerosas alternativas disponibles, podemos encontrar propuestas dirigidas a todas las edades e incluso actividades enriquecedoras para poner en práctica en familia.

Monumentos a las víctimas del terrorismo
Los monumentos, útiles para aprender valores como la unidad frente al terrorismo | Fuente: Canva

1. Recurrir a los libros

Los libros pueden ayudarnos a ampliar los conocimientos de los niños sobre el 11-M y terrorismo en general, ya sea directa o indirectamente. Si nuestros hijos aún son muy pequeños, lo más idóneo es recurrir a iniciativas que se refieran a conceptos más genéricos como RESPE-TO: Respeto y cuidado hacia los demás. Está concebida para usuarios de 4 a 8 años y firmada por el propio Javier Urra que, por otra parte, considera muy adecuados para el fin que nos ocupa la lectura de cuentos en general, especialmente los protagonizados por animales durante las etapas tempranas de la infancia.

Durante periodos posteriores, existen opciones más explícitas y exhaustivas como En un lugar de Atocha…: El 11-M vivido por un niño, escrita por Santiago García-Clairac. Y para quienes ya se estén acercando a la mayoría de edad, las alternativas se multiplican con una extensa variedad de las mismas que abarcan géneros como el ensayo, la investigación o el simple pero necesario homenaje a las víctimas.

2. Visionar películas y documentales con contenidos acordes a su edad

Otra manera de ayudar a nuestros hijos a entender más sobre el terrorismo y los factores que lo fomentan nos la ofrecen las diferentes películas y documentales realizados desde el lamentable suceso. Cuando la calle habló, Todos íbamos en ese tren o el reciente documental producido por Netflix, 11M, son buenas elecciones si buscamos contenidos aptos para todos los públicos. En el caso de que tengan 13 años o más, la primera película de ficción basada en el tema, Ilusiones rotas, puede contribuir a que observen los acontecimientos desde otra perspectiva.

3. Visitar enclaves conmemorativos

Por último, la visita a enclaves destinados a homenajear a las víctimas siempre supone una valiosa fuente de aprendizaje, en especial en torno a conceptos positivos como la unión de la sociedad frente a la intolerancia y la violencia. El monumento a las víctimas del 11-M situado frente a la estación de Atocha o El Bosque del Recuerdo ubicado en el parque de El Retiro son dos paradas obligadas e ideales para llevar a cabo una inolvidable ruta en familia.

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