Si para nosotros, los padres, el mes de junio es sinónimo de buen tiempo, para nuestros hijos, sin duda, significa: vacaciones. Después de muchos meses de colegio, actividades, horarios y obligaciones llegan casi tres meses en los que la consigna para ellos es disfrutar al máximo y descansar.
Entendamos que los niños necesitan este descanso, ya que el tiempo de ocio fomenta la creatividad, la relajación y favorece los momentos de diálogo distendido e informal.
Nuestros hijos esperan hacer un montón de planes en los que han ido pensando durante todo el curso. Es el momento en el que pueden dedicar más tiempo a lo que verdaderamente les gusta, y se sienten felices y liberados de obligaciones de la rutina escolar. Aprovechemos esta actitud, para abrir un espacio de comunicación y acercarnos a ellos, fortaleciendo la confianza mutua.
Solo a través de la confianza podemos conocerles y ayudarles a superar sus miedos, así como, potenciar sus aptitudes, poner nombre a sus sentimientos… y fomentar el vínculo que realmente nos hace cercanos, sin exigencias ni expectativas por nuestra parte, ni objetivos fijados por la suya.
Al no tener obligaciones escolares, es un momento excelente para mostrarles otras actividades que pueden ser de su interés y que no tienen cabida durante el curso. Disfrutar de momentos distendidos haciéndonos mutuamente partícipes de aficiones y gustos, es una buena manera de afianzar nuestro acercamiento.
Compartiendo las actividades y nuestras experiencias con ellos, nos descubrirán como los niños que fuimos. Les sorprenderá, y a la vez, sentará las bases de sus gustos de adultos, abriendo un espacio común entre nuestro mundo y el de ellos.
