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Picaduras de mosquito: ¿cómo podemos prevenir sus ataques y aliviar los efectos que causan?

Picaduras de mosquito
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 28.06.21

Las picaduras de mosquito son protagonizadas por los ejemplares hembra cuando, con el fin de obtener las proteínas necesarias para el desarrollo de sus huevos, chupan la sangre de los humanos y otros mamíferos. En nuestro entorno podemos encontrar distintas variedades de esta molesta criatura que, además de provocar desagradables reacciones en nuestra piel, es capaz de transmitir diversas enfermedades. A continuación os detallamos las características de cada especie y repasamos las recomendaciones de los expertos, también válidas contra algunos otros insectos, para dificultar sus ataques y tratar los síntomas que estos provocan.

Mosquito común

El mosquito común, conocido técnicamente como Culex pipiens, posee una gran capacidad para habitar en distintos entornos. Es muy numeroso en las grandes ciudades, donde suele aprovechar las sucias aguas estancadas de las cloacas para criar, un lugar ideal gracias a la resistencia de sus larvas y a la ausencia de cualquier depredador que pueda vivir en tales condiciones de contaminación.

Como explican los especialistas de Mosquito Alert, proyecto científico que investiga la evolución de las principales clases de estos artrópodos hematófagos, es una especie nocturna que se orienta bien en la oscuridad, pues localiza a sus potenciales víctimas a través de su respiración y su sudor. Se trata de la especie que nos acecha en nuestros hogares y nos despierta ocasionalmente con un molesto zumbido cuando sobrevuela las inmediaciones de nuestros oídos, motivo por el que también se le denomina trompetero.

Su color es marrón claro o amarillo oscuro y mide entre 4 y 10 milímetros. Se mantiene activo durante la primavera, el verano y el otoño en latitudes templadas como la nuestra, buscando en invierno refugio en espacios oscuros y húmedos. Una de las principales preocupaciones de las autoridades es que, al igual que otras variedades de mosquito, es capaz de transmitir algunas enfermedades peligrosas. De hecho, se sospecha que es el causante del brote de virus del Nilo Occidental que tuvo lugar hace unos meses en las provincias de Sevilla y Cádiz.

Mosquito tigre

También llamado Aedes albopictus, es originario del sudeste asiático, aunque ya se ha extendido por casi todo el mundo. En España tiene especial presencia en la costa mediterránea, si bien va ocupando cada vez más territorios interiores. A pesar de que también se adentra en las viviendas, es más habitual encontrarlo en espacios abiertos con vegetación, la cual utiliza para cobijarse.

A diferencia del Culex pipiens, las franjas del día en las que intensifica su actividad son las primeras horas de la mañana y, sobre todo, las últimas de la tarde. Suele medir entre 6 y 9 milímetros, es de color negro con rayas blancas y puede picar varias veces para una única comida, por lo que un solo ejemplar es capaz de provocar unas cuantas lesiones. Aunque puede observarse en primavera, verano y otoño, la época de mayor abundancia se da en agosto y septiembre, especialmente cuando se intensifican las tormentas y las temperaturas son elevadas.

Picaduras de mosquito tigre
Las picaduras de mosquito tigre pueden desencadenar otras enfermedades | Fuente: Pixnio

La mayor amenaza del mosquito tigre no son los efectos de sus picaduras, sino la posibilidad de que propague enfermedades graves como el dengue, el zika, la chikungunya, la fiebre del valle del Rift, la encefalitis japonesa y la fiebre amarilla, entre otras. No obstante, no es usual que se desaten brotes en territorios en los que no estén asentadas dichas afecciones.

Mosquito del Japón

También conocido como Aedes japonicus, ha conseguido expandirse a otros continentes, incluido el nuestro, debido en gran parte, según los expertos de Mosquito Alert, al comercio internacional de neumáticos. En España existe constancia de su presencia en Asturias y Cantabria, algo que no es extraño teniendo en cuenta su capacidad de adaptación a las bajas temperaturas, a diferencia de otras especies invasoras como el mosquito tigre o el de la fiebre amarilla.

Otra peculiaridad es que tiene un tamaño ligeramente superior al de las dos variedades mencionadas, además de poseer un cuerpo marrón en el que destaca la presencia de escamas doradas. Su actividad tiene lugar durante el día, intensificándose al atardecer, y suele preferir los espacios exteriores aunque también se adentre en las viviendas. Del mismo modo, tiene predilección por los entornos naturales, por lo que no es muy frecuente encontrarlo en las ciudades.

Su etapa de mayor actividad se da a finales de primavera y principios del otoño, ralentizándose en los meses más calurosos. Aunque su capacidad de transmitir enfermedades entraña menos preocupaciones que la de otras especies, puede actuar como vehículo de patógenos como el virus del Nilo Occidental, el de La Crosse, la encefalitis japonesa, el chikungunya y el dengue.

Mosquito de la fiebre amarilla

Aunque en la actualidad se considera desaparecido en nuestro territorio nacional, existe la remota posibilidad de que podamos toparnos con un ejemplar de este tipo, también denominado Aedes Aegypti. Sin ir más lejos, hace menos de 5 años se confirmó su presencia en Fuerteventura, si bien se consiguió erradicar el brote antes de que se extendiera. Hasta hace apenas un siglo podía encontrarse en Europa, donde de hecho causó severas epidemias, pero se extinguió en casi todo el continente sin conocerse hasta el día de hoy los motivos exactos de tal fenómeno.

Su tamaño es pequeño, con una longitud comprendida entre los 4 y los 7 milímetros y una tonalidad marrón oscura que contrasta con las manchas blancas de su abdomen. Al igual que el mosquito tigre y el del Japón, permanece más activo durante el día, aunque en su caso tiene preferencia por las zonas urbanas y el interior de las viviendas, donde se alimenta de sangre de humanos descartando generalmente la de cualquier otro mamífero.

Es especialmente agresivo y causa varias lesiones cada vez que ataca, algo que eleva el riesgo, junto al hecho de que suele mantener su actividad durante todo el año, de transmisión de diferentes enfermedades. Entre las que puede propagar destacan principalmente la fiebre amarilla, el dengue, el chikungunya y el zika.

Cómo podemos prevenir las picaduras de mosquito

Para mantener a las anteriores especies alejadas de nosotros, podemos utilizar alguno de los repelentes disponibles en el mercado. Las sustancias químicas que estos contienen impiden que los mosquitos y otros insectos se fijen en la piel y nos ataquen. Debemos, eso sí, fijarnos en los componentes y tener en cuenta, dependiendo del principio activo, determinadas consideraciones antes de aplicárselos a nuestros hijos. Las alternativas que, por contar con un mayor respaldo científico, recomienda la Asociación Española de Pediatría son:

  • El DEET: resulta efectivo contra la mayoría de los artrópodos y está disponible en lociones, cremas y rociadores, aunque no se debe emplear en menores de 2 meses y se evitará, dentro de lo posible, hasta que los niños cumplan los 2 años.
  • La icaridina: es, de la misma forma, eficaz para ahuyentar a muchos tipos de insectos. No se recomienda, no obstante, su uso en menores de 6 meses al no existir conclusiones sólidas sobre sus efectos en población de esta edad.
  • Sustancias como el IR-3535, la piretrina, la citronela, el citrodiol o los aceites de eucalipto de limón: aunque su validez está probada, existe un menor conocimiento científico sobre las mismas en comparación con otros componentes. Tanto el citrodiol como los aceites de eucalipto de limón no deben utilizarse hasta que nuestros hijos tengan 3 años.

Durante las etapas en las que la utilización de repelentes esté contraindicada, se priorizará el uso de las mosquiteras, otro método sencillo que impide el paso de estos molestos insectos al interior de las viviendas o de determinadas zonas que queramos aislar. La mayoría de los profesionales especializados las fabrican a medida, lo que hace posible su adaptación a cualquier ventana o puerta de nuestro hogar.

Repelentes contra las picaduras de mosquito
Algunos repelentes contra las picaduras de mosquito no deben ser usados hasta cierta edad | Fuente: Pixnio

Por otro lado y teniendo en cuenta que los mosquitos tigre son capaces de atravesar la vestimenta, la AEP aconseja rociar las prendas con insecticidas que lleven permetrina. Algo que no sería necesario si llevamos tejidos gruesos como la ropa vaquera, los cuales no pueden perforar. Sí son capaces, sin embargo, de meterse por los huecos que queden entre los mismos y la piel, una posibilidad que podemos minimizar con los repelentes.

Existen otras acciones a tener en cuenta como evitar pasear por zonas con agua estancada en los periodos de mayor actividad, no vestir prendas de colores muy llamativos ni usar perfumes. Cuando observemos una presencia excesiva de estos insectos en nuestra casa, sería conveniente limpiar objetos como macetas, jarrones, cubos, canalones de lluvia o cualquier otro elemento decorativo de jardín que esté en contacto con una fuente de agua, puesto que son lugares propicios para que las hembras depositen sus huevos.

Tratamientos para aliviar los síntomas

Los efectos provocados por las picaduras de mosquito salen a reducir en torno a dos horas después de que un ejemplar hembra perfore nuestra piel con la probóscide, una parte de su boca, y su saliva penetre en el organismo. Tal y como indican desde la Clínica Mayo, la mayoría de las mismas dejan de molestar y sanan solas en unos pocos días. No obstante, con el fin de acelerar el proceso y atenuar la hinchazón y el picor, proponen varios consejos:

  1. Aplicar lociones de calamina o cremas de hidrocortisona de venta libre en la zona afectada varias veces al día hasta que los síntomas desaparezcan.
  2. Untar pasta de bicarbonato de sodio y agua.
  3. Cubrir el área con un paño frío y húmedo durante unos minutos.
  4. Tomar un antihistamínico oral, como Benadryl o Chlor-Trimeton, entre otros, en caso de que las reacciones sean fuertes.

Cuándo debemos acudir al médico

Generalmente, las picaduras de mosquito no entrañan ninguna gravedad y, por tanto, no resulta necesario acudir en busca de ayuda médica especializada. Dicho lo anterior, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU advierten de la probabilidad, escasa pero real, de que se produzcan determinadas complicaciones como:

  • Infecciones, que pueden aparecer por un rascado excesivo en la zona afectada y presentar aspecto enrojecido, sentirse tibias o tener una raya de color rojo que se extiende desde la picadura.
  • Enfermedades como las comentadas anteriormente que, no obstante, no suelen propagarse por lugares sin una presencia arraigada de las mismas. Por otra parte y para mayor tranquilidad, no todos los individuos que entran en contacto con los patógenos que las causan llegan a desarrollar las respectivas dolencias.

Antes de acudir a la consulta, la Clínica Mayo sugiere preparar una lista con todos los síntomas que hayamos tenido y su duración, y una relación de los medicamentos, vitaminas u otros suplementos que hayamos tomado, con sus correspondientes dosis. Una vez allí, proponen plantear al médico los siguientes interrogantes en función de cada caso:

  • ¿Qué puedo hacer para aliviar la picazón?
  • ¿Está infectada la zona alrededor de la picadura?
  • ¿Los medicamentos que me está recetando tienen posibles efectos secundarios?
  • ¿Cómo sabré si necesito atención médica adicional?