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Cólico del lactante: Qué es y cómo tratarlo

Cólico del lactante
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 11.10.19

En el comienzo de los cuidados del niño, pocas situaciones ocasionan tanta preocupación y ansiedad como el denominado ‘cólico del lactante’. Siendo uno de los motivos más frecuentes de visitas a los Servicios de Urgencias, normalmente en horario nocturno y que cuenta con las más peregrinas teorías para justificar su origen.

¿Cuándo suele aparece el cólico del lactante?

Es un trastorno típico en los bebés que, característicamente, suele comenzar entre la segunda y cuarta semana de vida. Es un proceso que aparece pronto, pero no de forma inmediata al nacimiento. Y no persiste más allá de los 3 o 4 primeros meses de edad. La frecuencia es variable desde el 15 al 40% de los lactantes.

¿Qué es y cuáles son los síntomas principales?

El niño presenta llanto excesivo e irritabilidad, inexplicable, diaria y de predominio vespertino y nocturno, pudiendo durar desde unos minutos a más de tres horas. El inicio y final suelen ser bruscos. El llanto es paroxístico, diferente al normal (suele ser más intenso y de tono más alto) e inconsolable.

Durante el episodio el lactante encoge las extremidades junto con enrojecimiento facial. Suele acompañarse de emisión de gases. Característicamente el desarrollo de peso y talla del niño no se ven afectados y entre los síntomas también se encuentra la afección asintomática.

El diagnóstico del cólico es de exclusión, es decir, no existen pruebas complementarias para llegar al mismo. Se habla de él según la clásica “regla del tres” de Wessel (1954): cuando un bebé sano y bien alimentado padece episodios repetidos de llanto intenso durante al menos tres horas al día, tres días a la semana. En primer lugar debemos descartar causas frecuentes de incomodidad como hambre, sed, calor o frío, pañal sucio o necesidad de contacto físico.

La evolución es autolimitada y benigna con un máximo de intensidad de síntomas hacia las seis semanas de vida, disminuyendo posteriormente en frecuencia e intensidad. Suelen desaparecer hacia los 3 o 4 meses de edad. Y es importante saber que no hay diferencias entre los alimentados con leche materna o artificial.

Tratamiento del cólico del lactante

Es fundamental la educación y apoyo familiar: es un cuadro benigno de resolución espontánea. Todas las recomendaciones terapéuticas están basadas en un escaso nivel de evidencia por debilidad metodológica (sesgos) y escaso tamaño muestral. Se indicarán los signos o síntomas que debe vigilar y que exigirían atención médica (fiebre, rechazo de alimento, postración entre episodios o vómitos). Aunque, es importante tener en cuenta que los sentimientos de frustración, impotencia o desesperación son normales. No obstante, algunas de las medidas que podemos tomar para calmar al bebé son:

  • Medidas de primera línea. Realizar tomas tranquilas y lentas intentando reducir la ingesta de aire alimentando en vertical manteniéndolo erguido después de la toma.
  • Técnica de consuelo. Pasear con una mochila, colocarlo boca abajo sobre el brazo para presionar su abdomen suavemente, columpiarlo en una hamaca, llevarlo a dar un paseo en coche o carrito, baño caliente, masaje abdominal o reproducir audio con latido cardíaco.
  • Medidas de segunda línea. No está indicado realizar cambios en la lactancia materna o artificial excepto en sospecha de alergia a proteínas de leche de vaca.
  • Modificación de la conducta de los padres. Intentar tener una actitud comprensiva y paciente.
  • Respecto al uso de medicación no existe evidencia suficiente de su utilidad. Recientemente los probióticos (Lactobacillus reuteri) parece que muestran una reducción del tiempo de llanto en comparación con el placebo. No se aconseja el uso de infusiones (hace ya tiempo que se excluyó el uso de anís estrellado).

Un proceso como este, en el cual se desconoce su etiología, es el clásico para aplicar cualquier forma de medicina alternativa, lo cual no está avalado por la evidencia de los ensayos clínicos. No obstante, es importante que la familia esté tranquila con respecto a la no existencia de secuelas y desaparición espontánea del cuadro alrededor del cuarto mes de vida.

Joaquín Carrasco Almazor
Jefe de Sección Servicio de Pediatría
Hospital de Barbastro (Huesca)