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Salud Infantil

¿Por qué los bebés no deben utilizar almohada para dormir?

Bebé durmiendo con almohada
Dormir con almohada puede causar dolores musculares a los bebés
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 24.05.21

Estamos tan acostumbrados a dormir con almohada que podemos caer en el error de pensar que los niños pequeños también la necesitan para descansar plácidamente. Sin embargo, la Asociación Española de Pediatría (AEP) es clara al indicar en un artículo que los bebés no deben utilizar almohada antes de los 2 años, y que solo después de esa edad pueden comenzar a usar una muy plana.

Motivos por los cuales los bebés no deben utilizar almohada

Veamos qué dicen los expertos sobre por qué no es aconsejable que duerman con ella:

1. Riesgo de asfixia

Los médicos recomiendan retirar cualquier elemento de la cuna que represente un peligro para el niño, como mantas, cojines y almohadas. El motivo es que, si se da la vuelta sobre su estómago, podría pegar su carita sobre un objeto que le impida la respiración.

“Cerciórese de no tener mantas, almohadas, juguetes de peluche o protectores para cuna cerca del bebé, para que no se voltee sobre alguno de estos objetos que pueden causarle bloqueo al flujo de aire”, se indica en una publicación de la Academia Americana de Pediatría (AAP).

La asfixia provocada por almohadas o colchas es una de las principales causas del síndrome de muerte súbita infantil.

Bebé con gorrito, tapado en la cuna, bostezando y con osito de peluche al lado.
Hay que retirar los peluches de la cuna cuando llega la hora de dormir | Fuente: Pexels

2. Tortícolis del lactante

Otra de las razones por las que los bebés no deben utilizar almohada para dormir es que les obliga a forzar su postura. Tener un elemento que les mantiene el cuello levantado durante varias horas les puede resultar molesto e, incluso, podría causarles tortícolis del lactante.

La almohada ejerce presión sobre el esternocleidomastoideo. Se trata de un músculo grande y fuerte ubicado a ambos lados del cuello, desde la parte posterior de las orejas hasta la clavícula. Una presión constante en esta área podría hacer que se tense, lo que dificultará que gire su cabecita.

La tortícolis genera dolor y tensión muscular, y podría resultarle más difícil conciliar el sueño por la noche.

3. Sobrecalentamiento

La mayoría de las almohadas pensadas para ellos tienen fundas atractivas hechas de poliéster o telas que retienen el calor. Este efecto, sumado al que aporta el relleno, podría subir la temperatura debajo de su cabeza y generar fluctuaciones de calor en todo su cuerpo.

El incremento excesivo de la temperatura y el sudor podrían provocar en el niño un cuadro hipertérmico, con posibilidad de subida de fiebre.

Cómo mantenerlo seguro mientras duerme

Como hemos visto, hasta los 2 años, nada de almohadas. A partir de esa edad lo mejor es elegir una bastante plana y elaborada con un material que no absorba el calor como el algodón, el lino o el chambray.

Ahora veamos una serie de valiosas recomendaciones de los expertos para preservar la seguridad de tu hijo pequeño mientras duerme:

1. Cuna amplia y cómoda

Tiene que ser grande y confortable, con una superficie lisa que garantice su seguridad. Se recomienda ubicarla en un área de la habitación que se encuentre lejos de las fuentes de frío o calor excesivo.

“No se debe situar debajo de cuadros o estanterías. Tampoco se recomienda ubicar cerca de la cuna objetos que puedan caerse sobre el bebé. Los juguetes deben estar fuera de la cama”, indica la AEP.

Conviene que su altura interna tenga un mínimo de 60 centímetros, es decir, desde el punto más profundo de la cuna hasta el punto más alto de la barandilla.

Si cuenta con barrotes, se aconseja que la separación entre ellos esté entre los 4,5 y los 6,6 cm, para evitar que el niño introduzca alguna extremidad o su cabeza en los huecos y quede atrapado. Otro requisito es que entre los bordes de la cuna y el colchón no haya espacios con más de 2 cm por lado.

Vista cenital de una cuna de barrotes con un recién nacido tapado con una manta
Retira cualquier elemento que pueda obstruir la respiración del niño | Fuente: Pexels

2. Colchón firme

El colchón tiene que ser lo suficientemente duro como para evitar que el bebé se hunda y se despierte con dolores musculares. También es importante que sea resistente y transpirable, para prevenir que la temperatura corporal aumente en las épocas calurosas.

3. Siempre boca arriba

Se recomienda acostar al niño sobre su espalda, tanto en la siesta como durante la noche. Los pediatras americanos aseguran que aquellos que duermen boca arriba tienen menos probabilidades de sufrir de muerte súbita que aquellos que se acuestan de costado o boca abajo.

“El problema con las posiciones de costado es que el bebé se puede voltear con más facilidad sobre su estómago. A algunos padres les preocupa que su hijo se pueda asfixiar boca arriba, pero la anatomía de sus vías respiratorias y su reflejo de la náusea evita que esto suceda. Incluso los niños con reflujo gastroesofágico deben dormir boca arriba”, aseguran desde la AAP.

4. No dormir con él en la cama

Algunos padres cometen el error de acostar a su bebé junto a ellos por las noches, creyendo que de esta manera lo protegerán mejor y que el pequeño se sentirá más a gusto. Sin embargo, existen muchos riesgos cuando un adulto se duerme en la misma cama que un bebé, ya que podría aplastarlo por las noches o darle un fuerte golpe sin intención.

Los expertos advierten que no debemos compartir el colchón con un niño pequeño si:

  • Has consumido bebidas alcohólicas o drogas.
  • Nació prematuro o con bajo peso corporal.
  • Has tomado pastillas para dormir.
  • Es un colchón blando que se hunde.
  • El bebé tiene menos de 4 meses.
  • No eres uno de los padres.
Una madre tumbada en la cama con su bebé
Si duermes con tu bebé en la misma cama podrías aplastarlo por la noche sin querer | Fuente: Pexels

5. Darle el chupete mientras duerme

Los pediatras de España afirman que el uso del chupete durante el sueño disminuye los riesgos de sufrir muerte súbita.

“Uno de los inconvenientes que ha dificultado la recomendación del uso del chupete durante el sueño en niños menores de un año es la creencia de que podría interferir con el establecimiento de una lactancia materna adecuada. Sin embargo, estudios recientes indican que el chupete no interfiere con el proceso de lactancia”, leemos en un informe de la AEP.

Si ofrece resistencia para aceptar el chupete, no lo obligues, simplemente vuelve a intentarlo otro día. También ocurre a menudo que se les cae después de haberse dormido, pero no hace falta volvérselo a poner.