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Psicología y salud mental

Cómo detectar si nos hemos convertido en una familia tóxica

Detectar a una familia tóxica: roles cambiados
Crecer en un ambiente de toxicidad tiene consecuencias graves en el futuro
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 12.01.24

Sabemos que, como pilar fundamental en la vida de las personas, la familia en la que nacemos tiene una gran influencia en la manera que nos desenvolvemos en el mundo y en cómo construimos nuestros vínculos. Aunque las hay de muchos tipos, una clasificación básica es la que distingue entre las funcionales y las disfuncionales. Si sabes cómo detectar a una familia tóxica, que es como también se conoce actualmente a la que no cumple con su razón de ser, evitarás terminar repitiendo sus patrones. 

Si bien el término hace referencia a un sistema en sí mismo, cabe destacar que hay grados de responsabilidad y la imprescindible es la de los padres. El comienzo de la vida de una persona depende de quienes están encargados de cuidarla y que se convierten en las figuras de apego. De ahí la importancia de desarrollar nuestras habilidades en un lugar seguro. 

Es cierto que el núcleo familiar cambia en la medida que la sociedad evoluciona, pero este tipo de relaciones tóxicas tienen como denominador común el conflicto y las dinámicas que afectan al bienestar, el desarrollo íntegro y la estabilidad emocional de todos sus integrantes

Detectar familias tóxicas: conflito
La mayor responsabilidad de generar estabilidad emocional en nuestra casa es los padres | Fuente: Canva

Factores que nos ayudan a detectar a una familia tóxica

“Las familias disfuncionales, comúnmente conocidas como tóxicas, son creadas a través de patrones de comportamiento dañinos que no respetan la individualidad de todos sus miembros. Los componentes acaban estando unidos por obligación, no por devoción. Donde decimos unidos se debe leer presentes”, sostiene el escritor Ferdinand Parks en su libro Cómo lidiar con una familia difícil o tóxica.

Según los expertos en psicología, existen diversos tipos y dinámicas para detectarlas. Ninguna es totalmente pura, pueden adquirir alguna o varias de las siguientes características:

1. Padres con problemas mentales no tratados

Ya sea depresión, ansiedad, trastornos de personalidad u otro tipo de alteración psicológica que no se ataje con el tratamiento oportuno y que dificulte el cuidado adecuado de los hijos e hijas. Esto, sin duda, afectará al ambiente en el hogar y tendrá repercusiones en el sistema de relaciones y convivencia.

2. Confusión de roles

Aquí nos referimos a esas situaciones en las que vemos a niños que se preocupan y ocupan de sus padres. Es el caso de los menores forzados a madurar anticipadamente y que asumen la responsabilidad de cuidado que no se corresponde con su etapa de desarrollo y edad. Es muy triste ver los roles cambiados en las infancias, ya que quitan la posibilidad de juego y goce.

3. Falta absoluta de comunicación

Este punto es fundamental, puesto que la ausencia de diálogo genera el sentimiento de no ser comprendidos y la dificultad para expresar con libertad sensaciones y opiniones. El núcleo familiar es el primer lugar en el que aprendemos a enfrentarnos a los obstáculos de la vida, así como a escuchar y aceptar diferentes puntos de vista.

4. Límites no claros o demasiado rígidos

En los extremos, por un lado, se encuentran los padres demasiado permisivos e indiferentes en la crianza de sus hijos. Y por otro, aquellos que tienden a exigir que de pequeños se esfuercen el máximo posible y se comunican con ellos de modo unidireccional, con reglas estrictas y mucho control.

Detectar familias tóxicas: límites no claros
Ver a adultos indiferentes con los menores nos ayuda a detectar a una familia tóxica | Fuente: Freepik

5. Maltrato físico o psicológico

Sin lugar a duda, la violencia en todas sus formas crea y creará siempre un ambiente envenenado, llenando de inseguridad el hogar y afectando directamente a la autoestima de los menores.

6. Chivo expiatorio de padres a hijos

La proyección de las frustraciones de aquellos adultos que se sienten fracasados y que intentan, por todos los medios, que sus niños realicen aquello que ellos mismos no han logrado. Dichas expectativas pueden convertirse en una carga muy pesada y ser una fuente de estrés y malestar constante.

Consecuencias de crecer en un hogar disfuncional

Un estudio psicológico en la Texas Woman’s University sostiene que “los adultos criados en familias disfuncionales a menudo informan sobre dificultades para formar y mantener relaciones íntimas, mantener una autoestima positiva y confiar en los demás; temen perder el control y niegan sus sentimientos y la realidad”.

Aunque las familias tóxicas son tan diversas como actitudes destructivas existen, es fundamental abrir perspectivas sobre la importancia del crecimiento en un entorno cálido, equilibrado y amoroso dentro del hogar. Porque crecer en un contexto hostil podría ocasionar diversas consecuencias en nuestros hijos e hijas, tales como:

  • Baja autoestima.
  • Alta autoexigencia.
  • Autocrítica.
  • Mala elección de pareja.
  • Problemas de gestión emocional.
  • Adicciones.
  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Trastornos de la conducta alimentaria.
Cómo detectar si nos hemos convertido en una familia tóxica: falta de diálogo
La falta de diálogo es disfuncional en las relaciones de consanguinidad | Fuente: pexels.com

No todo está perdido

Sabemos que la familia es la primera comunidad de toda persona y marca el pulso del patrón de conducta de quienes la forman a través de los hábitos, así como del modo de interrelacionarse que desarrollan. El cambio es un desafío que, a pesar de lo complejo que puede ser, será muy valioso para nuestras vidas. Para lidiar con estos conflictos se vuelve imprescindible establecer dinámicas de vínculos saludables y, sobre todo, no tener miedo a pedir ayuda a los profesionales. Vivir en un hogar con amor y respeto, empatía y escucha activa es posible.