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Psicología y salud mental

Estar en contacto con la naturaleza nos hace más felices, lo dice la ciencia

Estar en contacto con la naturaleza nos hace más felices, lo dice la ciencia
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 06.05.24

En nuestra sociedad actual, los niños crecen en entornos urbanos. La ciudad tiene muchos aspectos positivos, como la cercanía a los centros médicos y hospitales o la oportunidad de elegir entre varios colegios o métodos de enseñanza. Pero, como todo, tiene sus contras. A día de hoy, los jóvenes son sedentarios, están continuamente conectados a las nuevas tecnologías y su contacto con la naturaleza es mínimo.

Muchos de nuestros hijos van al colegio en coche o autobús, vuelven a casa en el mismo medio de transporte y, durante su tiempo libre, juegan en espacios cerrados o a través de una pantalla. Sus actividades extraescolares se realizan en lugares protegidos donde no se ensucien, ni se mojen, ni haya insectos o animales que puedan hacerles daño. Al quitarles la posibilidad de conocer la naturaleza e interactuar con ella, se les está impidiendo desarrollar su capacidad de exploración y de creatividad. El amor por el campo se enseña desde que son muy pequeños, ya que, hasta los seis años, juega un papel esencial en su maduración. Privados de estas experiencias, los niños perderán ocasiones importantes de desarrollo cognitivo y emocional.

Llevar a cabo actividades al aire libre junto a nuestros hijos es beneficioso para ellos

No estar en contacto con la naturaleza puede ser perjudicial 

La desconexión con los espacios verdes puede llevarnos a sufrir enfermedades mentales, según los expertos. Glenn Albercht, filósofo ambiental con teorías aplicadas a la relación entre el ecosistema y salud humana, acuñó, en el año 2000, el término “psicoterrático” para referirse a este malestar, pero, ¿qué significa? La “psicoterrática” es el trauma que nos genera el hecho de no estar en contacto con la naturaleza.

La necesidad de desconectar y de escapar de la ciudad es algo que también sienten los niños. El problema es que no saben expresarlo o no lo entienden, ya que están creciendo en un entorno, por lo general, muy urbano. La disminución de la concentración, la irritabilidad, la fatiga crónica, la depresión, los niveles bajos de vitamina D y las enfermedades respiratorias como el asma, se ven agravadas en ambientes de grandes ciudades. Todo ello, además, puede suponer un trauma.

La experiencia de adentrarse en un entorno al aire libre puede calmar nuestro frenético ritmo de vida relajando cuerpo y mente. Pero, en la sociedad en la que vivimos, los espacios verdes son cada vez más escasos, mientras que los núcleos urbanos crecen prácticamente cada día. Por todo ello, científicos de diferentes países estudian cómo el contacto con el hábitat natural, o la falta de él, puede afectar a nuestra salud mental.

Estar en contacto con la naturaleza durante la infancia fortalece el sistema inmunológico de los niños

Datos científicos lo avalan

En este mismo año, científicos de la Universidad Aarhus en Dinamarca dieron a conocer datos muy reveladores. Sus estudios indicaron que tener una infancia cerca de la vegetación se asocia con un riesgo hasta un 55% menor de sufrir trastornos de salud mental en la edad adulta. Otras investigaciones alternativas han sugerido que la falta de espacios verdes aumenta el riesgo de padecer esquizofrenia, alteraciones en el estado de ánimo e, incluso, puede afectar al crecimiento cognitivo.

A pesar de que en una enfermedad mental intervienen otros muchos factores como el nivel socioeconómico o el lugar de residencia, la escala del análisis es bastante impactante.

Pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿A qué se debe esta relación? ¿Por qué nos perjudica estar cerca o lejos de los espacios naturales? Para Kelly Lambert, neurocientífica de la Universidad de Richmond en Estados Unidos, la explicación se encuentra en el desarrollo de la especie humana. Ya que evolucionamos estando en contacto con la naturaleza y afirma que, quizás, al estar cerca de nuestro “entorno nativo”, podríamos tener efectos psicológicos y fisiológicos muy buenos.

El contacto con la naturaleza es vital para desconectar del día a día

¿Tiene la naturaleza poderes curativos?

En Japón, en el año 1982, se aprobó una práctica que formaba parte de un programa nacional de salud pública denominada “shinrin yoku, en español, “baño en el bosque”. Desde el año 2004 hasta el 2012, se invirtieron millones de dólares en el estudio del alcance psicológico y fisiológico de esta actividad. Llegaron a una conclusión muy interesante: el sistema inmunológico y las células asociadas a la prevención del desarrollo de cáncer, brindaban respuestas más rápidas y sus resultados positivos duraban durante un mes.

Se demostró que los “baños en el bosque” estaban íntimamente relacionados con el efecto curativo de los árboles. Al realizar esta técnica, las personas se exponen a esencias saludables que liberan estas plantas. Este tipo de segregación, llamada phytoncides, es un aceite microbiano muy beneficioso para la salud humana. Mejora el estado de ánimo, la frecuencia cardíaca, disminuye la ansiedad, mejora el sueño y cuenta con un papel fundamental contra el cáncer y la depresión.

Favorecer la creación de lugares verdes en ámbitos urbanos podría reforzar las relaciones sociales, impulsar el ejercicio y ayudar a disminuir la contaminación y el ruido. Otro aspecto que llama la atención es que una exposición a una diversidad más amplia de microbios durante la infancia es beneficiosa, ya que se fortalecen las defensas y el sistema inmunológico del niño desde una edad temprana.

Estar en contacto con la naturaleza tiene efectos positivos en la salud

Cambiar hábitos en familia

Es importante que nuestros hijos crezcan en contacto con los espacios abiertos. Los niños aprenden a través de la exploración. Son investigadores natos, y los espacios verdes ofrecen una experiencia sensorial completa. Pueden oler, tocar, ver y oír elementos desconocidos para ellos hasta el momento.

Si tenéis oportunidad, realizad actividades al aire libre de una manera más habitual. Algunos trucos para ello son:

  • Promover cambios en las agendas infantiles. Es mejor programar planes en contacto con la naturaleza de manera semanal que hacer una gran excursión una vez al año. Algunos ejemplos podrían ser ir de pícnic, organizar rutas de senderismo, salir a patinar, montar en bicicleta o salir a dar un paseo.
  • Fomentar hábitos de vida saludable. No coger el coche para distancias cortas, preparar juegos al aire libre o promover la percepción de libertad y autonomía les hará descubrir los entornos verdes por sí mismos.
  • Evitar la sobreprotección. En las salidas al campo es normal que quieran correr, saltar o explorar. Como padres, debemos dejar que lo hagan e impulsaremos una independencia que les ayudará a ser adultos más felices y autónomos.