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Técnica del frasco de la calma: un buen modo de controlar las emociones de los niños inquietos

Técnica del frasco de la calma: un buen modo de controlar las emociones de los niños inquietos
Fuente: Pxfuel
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 09.11.20

Destinada a controlar las emociones de niños especialmente inquietos y nerviosos, la técnica del frasco de la calma es una de las iniciativas más conocidas de la pedagogía Montessori. Cuando el enfado se encuentra en una fase incontrolable, no es el mejor momento para el diálogo, sino de buscar formas de tranquilizar a nuestros hijos, más aún si estos suelen tener problemas para controlar su ansiedad y su frustración. Pero, ¿en qué consiste este método y qué necesitamos para ponerlo en práctica?

Cómo funciona la técnica del frasco de la calma

Pese a su sencillez, pues básicamente consiste en un recipiente rellenado con agua y purpurina, la efectividad del proceso es bastante elevada. No solo para limitar la ansiedad y la hiperactividad, también para potenciar la atención y la concentración infantil. Sus efectos beneficiosos giran en torno a dos ejes:

  1. La descarga de tensión de los niños al agitar el tarro.
  2. La relajación al observar los movimientos de la purpurina en el interior tras dejarlo reposar.

No obstante, las ventajas de esta iniciativa van más allá. Y es que el carácter portátil de la misma permite que nuestros hijos puedan aplicarla, siempre que la necesiten, en cualquier entorno distinto al hogar. Además, supone un pretexto perfecto para que desarrollen su creatividad plasmando su toque personal a lo largo de la fase de fabricación, la cual podemos aprovechar, por otra parte, para compartir un rato agradable y constructivo con ellos.

Técnica del frasco de la calma para potenciar la creatividad
Con la técnica del frasco de la calma los niños pueden dar rienda suelta a su creatividad | Fuente: Pxfuel

Se le puede dar incluso una aplicación alternativa antes de que los niños se vayan a la cama, sin necesidad de que hayan experimentado un estado de especial agitación. Sencillamente, mientras lo manipulan y lo observan, podemos conversar con ellos y preguntarles acerca de sus preocupaciones, gustos o vivencias. La relajación visual fruto de la observación de las partículas de purpurina en suspensión contribuirá a que se desahoguen emocionalmente y se tranquilicen antes de conciliar el sueño.

Qué materiales necesitamos para fabricarlo

Como anticipábamos en el anterior epígrafe, para su elaboración es necesario un recipiente, ya se trate de un bote de cristal o de una botella de plástico, agua y un puñado de purpurina. Una lista de componentes a la que hay que añadir pegamento transparente, colorante alimentario, una cuchara sopera y otra de postre.

En primer lugar, procederemos a llenar el envase elegido con agua templada del grifo hasta completar un tercio de su capacidad. Posteriormente, añadiremos dos cucharadas soperas de pegamento, que ayudarán a que las partículas tarden más tiempo en precipitarse hasta el fondo, consiguiendo así un mayor efecto relajante.

Relajación con la técnica del frasco de la calma
Los movimientos de las partículas hacen que la técnica del frasco de la calma resulte relajante | Fuente: Pxfuel

A estas alturas, podemos dar a elegir a nuestros hijos el tipo de purpurina que más les guste, algo que no solo aumentará su atracción por la técnica del frasco de la calma, sino que también logrará involucrarles en mayor medida en el proceso creativo. Cuando se hayan decidido, debemos echar entre 3 y 4 cucharadas pequeñas a la mezcla y dar unas cuantas vueltas.

Posteriormente, dejaremos que los niños escojan el tono preferido del colorante alimentario, entre lo que son preferibles los de carácter tenue por su mayor capacidad relajante. Tras añadir dos o tres gotas, rellenaremos con más agua y purpurina el recipiente en caso de que haya quedado demasiado vacío. y lo taparemos, asegurándonos de que no exista ninguna fuga de líquido. Y una vez comprobemos que está en condiciones de ser usado con seguridad, llegó el momento de ponerlo en práctica cuando sea necesario.