Consejos
Educación en casa

Límites a los 3 años: 10 consejos para aplicar reglas de disciplina eficaces a los niños de esta edad

Cómo poner límites a los 3 años
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 29.04.24

Durante los primeros años de vida, buena parte de la disciplina se basa en mantener a los niños alejados de diferentes amenazas. Sin embargo, la labor de establecer límites a los 3 años se prolonga varios pasos más allá, a causa del desarrollo madurativo experimentado en torno a esta edad. Si lo hacemos correctamente, estaremos ayudando a nuestros hijos e hijas a progresar en sus habilidades y depositando unos sólidos cimientos para que sus conductas se mantengan dentro de lo deseado en el futuro.

1. Apoyarse en las rutinas

Fijar rutinas diarias constituye una introducción natural a otros sistemas de reglas más complejos con los que deberán convivir en etapas posteriores. A estas edades, lo normal es que ya tengan interiorizados diferentes hábitos básicos como recibir su baño diario, lavarse los dientes, irse a dormir o relajarse durante el tiempo de lectura previo.

A medida que su desarrollo cognitivo lo permita, haríamos bien en introducir acciones más exigentes y supervisar a los niños hasta que se acostumbren a llevarlas a cabo. Con ello, además de aportar un orden a su existencia cotidiana, aprenden lo que esperamos de ellos, y evitamos en gran medida cualquier sorpresa no deseada que pueda derivar en un conflicto.

Poner límites a los 3 años mediante las rutinas
Las rutinas son una buena iniciación para poner límites a los 3 años | Fuente: Canva

2. Tener en cuenta su madurez mental

Para establecer límites a los 3 años con éxito, resulta imprescindible tener en cuenta la madurez mental de cada niño. De poco valdrá plantearle desafíos muy exigentes si no es capaz de afrontarlos, del mismo modo que será inútil pretender que progrese mediante otros demasiado sencillos.

Por lo general, a esta edad nuestros hijos ya son capaces de comprender oraciones simples e instrucciones concisas, así como de expresarse con mayor claridad incluso evocando sucesos futuros. Su nivel de atención suele mantenerse en torno a cinco minutos y el aumento de su psicomotricidad les permite manipular objetos, vestirse total o parcialmente, empezar a hacer sus necesidades solos o acometer tareas de higiene como lavarse los dientes.

Aunque buena parte de los niños de 3 años puedan desenvolverse satisfactoriamente en los anteriores supuestos, es importante tener presente que no todos evolucionan de la misma manera ni lo hacen homogéneamente en todas las áreas. Algunos, de hecho, estarán preparados para afrontar situaciones exigentes como una reunión social con adultos, si bien sería demasiado ambicioso para una mayoría sujeta al egocentrismo tan propio de esta etapa temprana.

3. Abordar las acciones correctivas de inmediato

Cuando consideremos que una conducta de nuestro hijo es inapropiada, debemos corregirla en ese preciso instante. Será completamente inútil llamarles la atención pasado un rato, cuando seguramente ni siquiera recuerden lo que hicieron. Interviniendo en el momento en el que se comportan mal, les resultará más sencillo identificar esa acción con algo no deseado por nuestra parte.

4. Enseñarles conductas alternativas

No obstante, es más relevante la manera de impartir disciplina que el mero hecho de hacerlo. Por eso no podemos limitarnos a desautorizar sus comportamientos sin más. Lo recomendable es ir un paso más allá, asegurándonos de aportarles alternativas válidas para que, en ocasiones sucesivas, puedan proceder correctamente.

5. Destacar los comportamientos positivos

Además, a la hora de establecer límites a los 3 años, puede ser de gran ayuda acostumbrarnos a destacar los buenos comportamientos. Aplicando la disciplina positiva terminan aprendiendo que las conductas adecuadas conllevan una recompensa en forma de aprobación. Un planteamiento mucho más eficaz que un sistema de crianza basado en intervenciones en negativo.

6. No ceder ante las rabietas

Cuando los niños de estas edades no consiguen lo que quieren, no es extraño que recurran a las rabietas para salirse con la suya. Sin embargo, llegado el momento, lo verdaderamente importante para acabar con estos desagradables episodios es la manera de la que nosotros los abordemos. En primer lugar, hemos de evitar posturas agresivas y esperar a que se calmen antes de volver a comunicarnos con ellos. Por otro lado, nunca debemos ceder a sus peticiones cuando lleguen a estos extremos o, de lo contrario, terminarán por concebirlos como una estrategia de negociación válida.

Rabietas a los 3 años
Es imprescindible que los padres sepamos cómo gestionar las rabietas | Fuente: Canva

7. Mantener la serenidad y no guardar rencor por sus acciones

Pese a que algunas conductas puedan sacarnos de quicio, tenemos que esforzarnos por actuar serenamente y no perder los nervios en ninguna circunstancia. Tampoco tiene sentido guardar a nuestros hijos e hijas algún tipo de rencor por sus acciones, que, al fin y al cabo, son fruto de su escaso desarrollo y su falta de experiencia.

8. Promover su autonomía

Al igual que las reacciones agresivas pueden bloquear a los niños, otorgarles pequeños espacios de independencia fomenta el desarrollo de sus habilidades. Así pues, sería buena idea cederles el poder de decisión en determinados escenarios sin excesiva transcendencia, algo que por otra parte complacerá la necesidad de control que florece en esta fase de la infancia.

9. Ser firmes pero no inflexibles

Mantenernos firmes en nuestras decisiones es compatible con mostrar cierta flexibilidad en algunas cuestiones sin demasiada importancia. La necesidad de establecer límites a nuestros hijos no quiere decir que estos deban aplicarse desde una postura estricta e inamovible.

10. Dar ejemplo

Por último y como en tantos otros ámbitos y momentos de la crianza, erigirnos como un modelo digno de imitar válido resulta esencial si pretendemos que los niños nos tomen en serio. Por tanto, antes de imponerles cualquier norma, debemos estar seguros de que nosotros mismos predicamos con el ejemplo.