Esta propuesta de la bloguera rusa Tatiana Ivanko para enseñar caligrafía a su hija, convertida en fenómeno de masas durante los últimos años, está basada en dos leyes básicas del aprendizaje: el refuerzo positivo y la práctica. Lejos de haber sido inventada por ella misma, tiene sus raíces en la obra de reputados psicólogos del siglo pasado. Pero, ¿qué es exactamente el método del bolígrafo verde y qué opinan los expertos en educación sobre su efectividad?
¿En qué consiste y qué ventajas tiene?
La mecánica es sencilla: en lugar de tachar con tinta roja los errores cometidos en una actividad, se resaltan los aciertos y progresos rodeándolos con una línea verde. La redactora afirmaba, en su artículo original, que lo ideal no es evitar lo que está mal, sino esforzarnos por repetir lo que está bien. Este planteamiento, según su criterio, provoca un cambio en la estructura del pensamiento puesto que, desde pequeños, nos acostumbramos a concentrarnos en los defectos.
La profesora de Pedagogía Diferencial de la UCM, Mercedes García, relaciona esta visión con diversas teorías constructivistas del siglo XX, relacionadas con el procesamiento de la información y con la psicología positiva o emocional. Recuerda que, gracias a esas corrientes, sabemos que contornear con un color que resalta sobre el escrito sirve para fijar la mirada y la atención, y es el punto de partida para iniciar el proceso de percepción, de atención, de memorización y de respuesta.
En cuanto al hecho de destacar los aciertos, la docente se muestra convencida de que se está reforzando el sentimiento de capacidad. Por otra parte, afirma que cuando este proceso se pone en práctica entre una madre y su hijo, el vínculo maternal y la atención individual conectan las emociones y el bienestar con el aprendizaje.
