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Educación en casa

Consejos para educar en el consentimiento a nuestros hijos

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Debemos procurar que los niños asimilen desde pequeños el concepto del consentimiento
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 22.11.21

La sociedad cambia, avanza, y cada vez damos más importancia a la igualdad en todos los sentidos. Educar en el consentimiento es clave para que nuestros adolescentes tengan una vida sexual saludable, especialmente en un entorno donde el porno forma parte del día a día de los más jóvenes y asisten a ejemplos de la llamada ‘cultura de la violación’, que normaliza los ataques sexuales. Y es básico a partes iguales para chicos y para chicas, ya que ambos deben conocer qué significa el consentimiento, cómo pedirlo, cómo exigirlo y cómo respetarlo. 

Pero, en una sociedad en la que hay tantos casos de violaciones y abusos, ¿cómo educar a nuestros hijos en este valor esencial para su desarrollo? Conviene empezar con esta tarea cuanto antes, dando prioridad a la voluntad propia en todos los aspectos de su vida, y no solo en el ámbito afectivo-sexual. De esta forma, conseguiremos que, al llegar a la adolescencia, este concepto forme parte de ellos. 

Cómo educar en el consentimiento

Este cometido, a veces muy complejo, debe repartirse entre el centro de enseñanza y la familia. Al igual que en cualquier otro aspecto de la educación sexual, la conversación abierta, libre de culpas y estigmas es la mejor herramienta para que los jóvenes aprendan. Estos son algunos consejos que podemos seguir para inculcar en nuestros hijos la idea de consentimiento:

1. Empezar pronto 

Como en todas las facetas cruciales de la infancia, lo mejor es iniciar la educación desde que son muy pequeños. De este modo, las ideas quedarán integradas en su manera de ver el mundo y les será más fácil liberarse de los prejuicios que impone la sociedad. Es por eso que conviene transmitirles pronto la esencia de este concepto, aunque lo apliquemos a cuestiones ajenas al sexo. 

Por ejemplo, explicarles que antes de tomar el juguete de un amigo, hay que pedirle permiso. Una práctica que también ayuda es preguntarles nosotros mismos si les parece bien que les demos un abrazo, les prestemos ayuda en alguna tarea que estén realizando o si podemos entrar en su habitación, por ejemplo. De esta manera, entenderán que su voluntad y la de los demás cuenta y que tiene que respetarse. 

2. Predicar con el ejemplo

Esta frase que tanta razón lleva implícita se aplica también al consentimiento. Entre lo que hacemos y lo que decimos, los niños tienden a quedarse con lo primero, por lo que interesa crear un ambiente familiar en el que este valor sea el pan de cada día. Algunas formas de hacerlo es solicitando el permiso de nuestra pareja para darle un beso o un abrazo, y hacer lo mismo con nuestros hijos. 

También es posible llevarlo fuera de casa y asegurarnos de que los más pequeños entiendan que no debemos hacer nada que afecte al otro sin consultar antes cuál es su voluntad. Lo comprenderán mejor si ven que preguntamos a nuestros amigos si quieren que les sirvamos un plato de comida, pedimos permiso para acceder a una habitación y somos respetuosos con las decisiones de los demás, sin imponer nunca nuestros deseos sobre los de otras personas. 

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Pedir permiso a nuestro hijo para abrazarlo le ayudará a integrar el consentimiento | Fuente: Canva

3. Educación sexual

Una parte imprescindible del desarrollo es la educación sexual. Debemos asegurarnos de que los niños y adolescentes la reciban de la manera apropiada, ya sea en su centro escolar o a través de otros medios. Pese a que en muchas corrientes educacionales se piensa que este tipo de contenidos pueden ser perjudiciales para los más jóvenes, lo cierto es que la alternativa —es decir, no intervenir en absoluto— es mucho peor. Y es que, cada vez más, los adolescentes consideran que el sexo es lo que ven en el porno.

Por más que vigilemos y eduquemos a nuestro hijo, Internet es un arma de doble filo, y a día de hoy es casi imposible controlar el acceso a la red. Tarde o temprano, acabará viendo imágenes y vídeos pornográficos, y lo ideal es que para cuando esto ocurra, ya haya recibido información sobre sexualidad de fuentes fiables. Así podremos evitar que imiten los comportamientos de los que serán testigos en este tipo de producciones en Internet, que distan mucho de educar en consentimiento. 

4. Sexualidad femenina

También es recomendable hablar, tanto a los chicos como a las chicas, de la sexualidad femenina. Sobre este tema hay muchísimos mitos y estigmas que hemos ido asimilando a lo largo de los siglos, como que las mujeres no tienen deseo sexual o que este es menos pronunciado que el masculino. Si educamos a nuestros hijos haciéndoles ser conscientes de que estas afirmaciones populares son falsas, entenderán mejor por qué la mujer ha jugado, hasta ahora, el papel de objeto en el sexo. 

Si son chicas, esto les ayudará a comprender que no son únicamente el deseo de un hombre y que en una relación afectiva no es su obligación complacerlo. A los chicos, por su parte, les servirá para tener claro que su pareja sexual también tiene sus propios deseos, y que deben respetarlos y asumirlos para disfrutar de una relación saludable. 

5. Sexualidad masculina

Otro punto importante es desmitificar la sexualidad masculina. Al igual que sucede con la femenina, la cultura popular está plagada de mitos y creencias dañinas a este respecto. Por ejemplo, podemos decir a nuestros hijos e hijas que el deseo sexual no hace a nadie más hombre. La masculinidad no se basa en el número de parejas sexuales que se tengan o en las veces que se practica sexo a la semana. Estas creencias impulsan a los jóvenes a mantener relaciones insanas, motivadas únicamente por el afán de ‘ser masculinos’ o por desempeñar el rol de lo que la sociedad considera que es ser un hombre.