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Matemáticas: trucos infalibles para aprender a multiplicar

aprender a multiplicar
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Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 27.02.22

Aprender a multiplicar puede llegar a convertirse en una tarea dificultosa para muchos estudiantes, sobre todo cuando el estudio no se aborda de una manera estructurada y ordenada. Comenzar por la comprensión y por las operaciones menos exigentes facilita la asimilación de las sucesivas fases más complejas. También es importante proponer casos prácticos a los niños, así como apoyarse en los juegos y no dejar de motivarles durante todo el proceso.

1. Comprender en qué consiste multiplicar

Entender la esencia de algo resulta indispensable para adentrarse en su conocimiento. El caso que nos ocupa implica sumar la misma cantidad varias veces, una acción en la que podemos iniciar a los niños con objetos comunes en su día a día como juguetes, cartas, lápices, pinturas o prendas de ropa.

2. Comenzar por las operaciones más básicas

Evidentemente, las primeras operaciones planteadas deben ser sencillas para que los menores no se vean abrumados nada más empezar el aprendizaje. Es buena idea, por tanto, seguir proponiendo retos con elementos cercanos a ellos. Ahora, en lugar de sumarlos, empezarán a practicar con ellos multiplicaciones básicas como 2×1, 2×2, 3×1 o 3×2 antes de elevar el nivel de dificultad.

Primeros pasos al aprender a multiplicar
Al principio, es mejor aprender a multiplicar cifras sencillas y emplear objetos familiares | Fuente: Canva

3. Tener presente que el orden de los factores no altera el producto

Mientras ensayan con desafíos asequibles, es conveniente recordar a nuestros hijos la propiedad conmutativa, basada en la regla de que el orden de los factores no altera el producto. Los coloquen donde los coloquen, el resultado será siempre igual, un aspecto que recordarán cuando estudien las tablas y observen tal coincidencia por sí mismos.

4. Repasar las tablas

Tras aprender a multiplicar pequeñas cantidades, es hora de empezar a enfrentarse a desafíos más complicados. Tener siempre a mano las tablas puede servir de ayuda cuando los niños se queden atascados, pues la representación gráfica contribuirá que vayan absorbiendo las cuentas que más se les resistan.

5. Utilizar otros recursos de apoyo

Y es que el poder de los elementos visuales es un recurso que nunca debemos dejar de lado. Durante etapas tempranas de la infancia, la capacidad de abstracción se encuentra todavía limitada, por lo que siempre se entenderán mejor las cosas valiéndose de objetos materiales. Así pues, es posible emplearlos para calcular los resultados, así como utilizar tarjetas o esquemas que sirvan de recordatorio de las operaciones que representen mayores problemas.

6. Recurrir a casos cotidianos para practicar

Cuando los niños se dan cuenta de que pueden aplicar las enseñanzas a situaciones reales, su curiosidad y, por tanto, su aprendizaje, se disparan. Un escenario ideal para plantearles retos centrados en costumbres cotidianas, como ir a la compra, hacer la comida o recoger la habitación.

Aprender a multiplicar a partir de escenarios frecuentes, como el ir a la compra
Es buena idea usar acciones cotidianas para plantear retos a los niños | Fuente: Pexels

7. Apoyarse en el juego como vehículo de refuerzo

Aprender a multiplicar mediante juegos convierte el proceso en algo divertido, atrayendo la atención de los implicados y maximizando su capacidad retentiva sin que se den siquiera cuenta. Y es que, de este modo, practicar las operaciones deja de parecer algo forzoso para convertirse en un fructífero entretenimiento. Aunque podemos idear nosotros mismos una iniciativa lúdica, en Internet es posible encontrar numerosas con las que perfeccionar las destrezas matemáticas.

8. Motivar a los niños y respetar su ritmo de aprendizaje

Tampoco hemos de olvidarnos de otras vías de motivación, factor imprescindible para impulsar los avances de los niños. Estos deben desempeñar, en todo momento, un papel activo en las actividades formativas, que deben llevarse a cabo dentro de un clima tranquilo y positivo.

En dicho sentido influirá la actitud que mostremos ante ellos, que debería basarse en la paciencia y el respeto al ritmo que siga cada uno. Si un menor experimenta alguna ralentización, forzar sus avances solo contribuirá a que termine cayendo en la frustración.