Consejos
Retos en la educación

No existen niños chivatos, sino héroes anónimos que combaten el acoso escolar en primera línea

No hay niños chivatos, sino valientes
Fuente: Canva
Sapos y Princesas
Sapos y Princesas
Fecha de actualización: 05.12.23

Pese a los avances en la lucha contra el bullying, en ocasiones sigue asignándose el estigma de niños chivatos a aquellos alumnos que denuncian estas prácticas indeseables. Sin embargo, ya va siendo hora de dejar atrás, de una vez, esa etiqueta peyorativa, reemplazándola por la de valientes que dan la cara por sus compañeros y contribuyen a poner fin a esta lacra que afecta a millones de menores en todo el mundo.

Observando el primer Estudio Estatal de la Convivencia Escolar en Educación Primaria, publicado hace unos meses por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, parece evidente que queda mucho trabajo por delante. En él se detalla que todavía solo un 30,9% de los estudiantes comunica este tipo de sucesos a los profesores.

En torno a uno de cada cinco se lo cuenta a algún familiar y casi el 15% a otros compañeros. Además, mientras el 9,83% afirma haberse enfrentado al acosador, otro 7,17% reconoce no haber sabido reaccionar de ninguna manera. Un último supuesto que debería hacer que nos planteemos si estamos sabiendo transmitir a nuestros hijos la verdadera importancia de denunciar los casos de bullying.

El primer paso, ayudar a los niños a detectar los casos de bullying

En ocasiones, puede resultar evidente cuando uno o más niños ejercen acoso escolar contra otros. Pero es posible que, otras veces, no esté tan claro y eso pueda inducir a confusión a quienes lo presencian. Cuando, por ejemplo, se hacen bromas que no atentan contra la integridad física ni psicológica y estas fluyen en ambos sentidos, no debe haber motivos para la preocupación.

Sin embargo, haríamos bien en explicar a nuestros hijos las distintas formas en las que se puede manifestar el bullying, algunas de las cuales pueden generarles confusión a la hora de percibirlas como tal. Básicamente, existen siete modalidades:

1. La agresión verbal

Suele manifestarse mediante los insultos, los motes o los comentarios despectivos. Algunas veces se resta importancia a este tipo de acoso aunque, cuando es intenso y se prolonga en el tiempo, llega a tener consecuencias devastadoras en los niños, ya sea desencadenando ansiedad, depresión e incluso consecuencias fatales como el suicidio.

2. El maltrato físico directo

La agresión física es probablemente la variante de bullying más clara y fácil de distinguir. Por lo general, el autor se vale de su mayor fortaleza o se escuda en la superioridad numérica de un grupo de individuos que le secunda.

3. El abuso físico indirecto

En ocasiones, las víctimas son atacadas de manera indirecta a través de sus pertenencias. Dentro de esta categoría, el robo y el deterioro de las mismas son las acciones más comunes.

Casos de abuso físico indirecto
En ocasiones, el abuso físico indirecto no es fácil de detectar | Fuente: Canva

4. La exclusión social

Entramos en una de las modalidades de acoso menos evidentes, que suele materializarse mediante la marginación continua o la exclusión de juegos y actividades en las que no se deja participar a uno o varios compañeros.

5. La coacción, la manipulación y las amenazas

Manipular, amenazar y chantajear a otros alumnos también se engloba dentro de las prácticas consideradas como bullying.

6. El acoso sexual

Entre este tipo de abusos acontecidos en el ámbito escolar, se encuentran los tocamientos, los comentarios sobre la intimidad de los niños, las descalificaciones homófobas y, en definitiva, cualquier acto de índole sexual no autorizado.

7. El ciberbullying

A pesar de no tener lugar presencialmente, el ciberacoso puede ser especialmente destructivo. La posibilidad de ejercerlo a todas horas y, en ocasiones, de hacerlo de forma anónima, representa una amenaza extra para aquellos que lo sufren por la indefensión a la que se exponen.

Transmitir la importancia de denunciar el acoso escolar, una tarea que empieza por los padres

En primer lugar, los niños deben tener claro que los verdaderos cobardes son quienes aprovechan su mayor fortaleza física, su mayor popularidad o, cuando actúan en grupo, su superioridad numérica para maltratar a otros. Denunciar a quién se comporta así es, por tanto, una actitud valiente y necesaria para arrinconar a esos menores y que, desde su entorno familiar o desde el académico, se comience a trabajar con ellos para que modifiquen definitivamente sus conductas. Y es que los acosadores también necesitan ayuda, sea cual sea el origen de su manera de proceder.

Héroes que batallan contra el acoso
No existen niños chivatos, sino valientes que combaten el bullying | Fuente: Canva

Así pues, es hora de desterrar de la mente de nuestros hijos ese concepto de niños chivatos y hacerles ver la importancia de intervenir ante estas situaciones en lugar de mirar para otro lado. Y eso empieza por educarles en casa, transmitiéndoles, desde las primeras etapas, valores fundamentales como la solidaridad, la empatía y el respeto a los demás.

No hay que obviar la potencial gravedad de los actos que, a veces, puedan llevarse a cabo como venganza, sobre todo cuando hablamos de la existencia de grupos de menores violentos que, a veces, están rodeados por un entorno de adultos que también lo es. Todos hemos presenciado, ya sea en nuestro entorno o en los medios de comunicación, casos similares en los que las circunstancias requieren más de la acción policial que de la de los profesores o los responsables del centro.

Cuando se den tales escenarios, puede ser más adecuado que nuestros hijos nos lo cuenten primero a nosotros. A partir de ahí, será más factible actuar garantizando su anonimato, e incluso el nuestro, hasta que sean las autoridades las que actúen contra los responsables.