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Síndrome del padre ausente, ¿en qué consiste y cómo puede influir en la vida de los niños?

La manera de relacionarnos con nuestros hijos puede marcar, para bien o para mal, su forma de ser en el futuro. Si no les prestamos la atención que merecen, terminarán percibiendo el desinterés y la insensibilidad, y sufrirán, muy probablemente, consecuencias negativas en el plano emocional. Esa falta de disponibilidad alimenta la aparición de síndrome del padre ausente, capaz de condicionar las futuras relaciones de los niños consigo mismos y con los demás.

Falta de disponibilidad emocional y facilidad para el conflicto

Pese a encontrarse físicamente presentes, este tipo de progenitores suele caracterizarse por su inaccesibilidad y la falta de tiempo motivada por otras ocupaciones. Y no solo nos referimos a las laborales, sino también a otras que tienen lugar durante su tiempo de ocio y que no son compatibles con el cuidado de un menor.

En lugar de preocuparse por lo que sienten sus hijos, tienden a volcar su atención en distracciones superfluas como ver la televisión, navegar por las redes sociales, juntarse con otros adultos o, sencillamente, dormir. Mientras tanto, se mantienen ajenos a las preocupaciones de los niños, a su necesidad de ser escuchados y a la imprescindible acción de transmitirles su cariño incondicional.

Cuando, por fin, terminan conectando con ellos, acostumbran a hacerlo para regañarles o expresarles su descontento en forma de exigencias. Algo que, sobre todo ya en etapas avanzadas de la infancia, termina generando conflictos y afectando a las relaciones entre los distintos miembros de la familia.

Cómo suelen actuar los padres ausentes

No obstante, lo que se conoce como un padre o una madre ausente no se ajusta a un perfil con unos rasgos claros y específicos. En este tipo de crianza existen, eso sí, algunas actitudes perjudiciales para los menores que se suceden de manera frecuente. Entre ellas, las principales son:

1. Indiferencia

La falta de interés por lo que piensan y sienten los niños se convierte en la tónica habitual de la relación paternofilial. Algo que puede incluso afectar a aspectos tan básicos como la nutrición, el descanso o la higiene, si bien normalmente se reduce a hacer caso omiso a sus necesidades emocionales.

2. Desinterés por su día a día

Tampoco es extraño que se produzca un desapego manifiesto por lo que les pasa en el colegio, por las relaciones que tienen con sus profesores y compañeros o por lo acontecido durante sus actividades extraescolares.

3. Impaciencia

Por otra parte, las acciones de los niños suelen recibir una respuesta marcada por la impaciencia. No esforzarse en comprender las causas del comportamiento infantil provoca que, erróneamente, se recurra a las amenazas y los enfrentamientos.

4. Exteriorización de emociones negativas

Aunque, por lo general, predomina la falta de disponibilidad hacia los hijos, estos adultos suelen tener facilidad para exteriorizar sus sentimientos negativos hacia ellos. Cuando, por algún motivo, los perciben como una molestia, les aburre su compañía o les frustran sus actos, acostumbran a expresarlo con brusquedad y vehemencia.

De qué maneras puede afectar a los niños este comportamiento

Antes de que os alarméis sin motivo, es importante precisar que todos los padres, en un momento dado, podemos llegar a cometer errores como los mencionados. Desde luego, no somos perfectos y, tanto las circunstancias externas como nuestro estado de ánimo, pueden llevarnos a proceder puntualmente de una forma incorrecta. El verdadero riesgo aparece, sin embargo, cuando esas actitudes se convierten en la tendencia predominante de nuestra crianza.

Consecuencias del síndrome del padre ausente
El síndrome del padre ausente puede tener serias consecuencias para los niños | Fuente: Canva

Y es que, especialmente durante los primeros años de vida, el contacto continuo y el afecto incondicional resultan indispensables para el desarrollo de los bebés. Eso no quiere decir que durante las etapas posteriores, nuestra entrega de cariño deba perder relevancia. Es más, haríamos bien en seguir potenciando ese vínculo escuchando lo que tengan que decir y apoyándoles en todas las situaciones.

Si, por el contrario, normalizamos los anteriores comportamientos basados en el desinterés y los enfrentamientos, estaremos condicionando negativamente sus vidas tanto a corto como a medio y largo plazo. A pesar de empezar a manifestarse durante la niñez, las consecuencias del síndrome del padre ausente pueden perdurar en el futuro, llegando incluso a reflejarse en las decisiones que tomen durante la fase adulta.

1. Falta de seguridad en sí mismos

Uno de los efectos más inmediatos es la falta de autoestima y de seguridad en sí mismos, que puede repercutir negativamente en diferentes ámbitos de su existencia.

2. Desconfianza hacia los demás

No poder confiar en sus propios padres hará que a los menores les cueste confiar en cualquier otra persona. Un punto de partida para la aparición de problemas a la hora de entablar relaciones sociales.

3. Conductas inapropiadas

Para reclamar la atención de un núcleo familiar indiferente, algunos niños comienzan a manifestar conductas rebeldes, desafiantes y agresivas. Una tendencia preocupante que puede llevarlos a cometer hechos de extrema gravedad, después de observar que otros más leves no han provocado la reacción que esperaban.

4. Carencia emocional

La ausencia de afecto durante la crianza puede llevarlos, por otro lado, a experimentar una carencia emocional durante el resto de sus vidas. En ocasiones, es posible que crezcan con una personalidad frágil que les haga venirse abajo ante cualquier contratiempo. Otras veces, la falta de empatía hacia los demás puede impulsarlos a rebasar los límites de lo ético o incluso de la ley.

5. Dudas e indecisión constantes

No haber crecido con una referencia firme genera confusión en un individuo. A medida que pasan los años, lo normal es que existan dificultades para cumplir las normas, en ocasiones por la mera falta de ejemplo y conocimiento. Al llegar a la adultez, muchas de estas personas se vuelven dubitativas, tienen problemas para tomar decisiones importantes y se muestran incapaces de cumplir con sus compromisos.

6. Comportamientos compulsivos

El síndrome del padre ausente también puede derivar en acciones poco o nada racionales, únicamente basadas en los impulsos más primarios. No sería extraño que, fruto del estrés y la ansiedad acumulados con el paso del tiempo, se normalizaran los comportamientos agresivos cuando no consigan lo que desean.

7. Tendencia a la depresión

Al percibir la indiferencia de su familia desde que tienen uso de razón, los niños también reciben una carga de angustia que se va a acumulando progresivamente. Un escenario que, en un momento u otro, puede desembocar en un cuadro depresivo.

8. Problemas psicológicos y de adicciones

Bajo circunstancias extremas, es posible que todas esas emociones negativas terminen generando problemas graves en el plano psicológico. Si a ello le unimos la comentada personalidad frágil e indecisa que suele caracterizar a estas personas, se multiplican las opciones de sucumbir ante adicciones como el alcohol, las drogas o el juego.

9. Dependencia hacia otros durante la etapa adulta

Las carencias emocionales experimentadas desde la niñez incentivan las posturas dependientes en el futuro. Por ejemplo, la necesidad constante de sentirse queridos a toda costa, en ocasiones hasta rozar lo enfermizo. Tal es el miedo a ser rechazados y abandonados que algunos individuos se muestran dispuestos a transigir con lo inadmisible con tal de tener a alguien a su lado.

Relaciones tóxicas y síndrome del padre ausente
Las relaciones insanas, otro efecto negativo del síndrome del padre ausente | Fuente: Canva

10. Vacío existencial

Ese vacío existencial que los menores perciben desde pequeños sigue acompañándolos a lo largo de sus vidas. Algo que colisiona con sus motivaciones, su dedicación, su éxito y, en definitiva, con la posibilidad de disfrutar de una existencia plena.

Cómo mantener a los niños a salvo del síndrome del padre ausente

Partiendo de la base de que todos los padres nos equivocamos una y otra vez a lo largo de la crianza, el secreto para mantener a los niños a salvo del síndrome del padre ausente reside en la coherencia y la constancia. Es inevitable que, a causa de nuestras obligaciones cotidianas, no encontremos la forma de dedicar a nuestros hijos todo el tiempo que nos gustaría.

Sin embargo, cuando compartamos momentos con ellos, es importante que pongamos los cinco sentidos y no dejemos que otras cuestiones interfieran. Las tareas pendientes seguirán ahí unos minutos más tarde pero, mientras tanto, debemos abstraernos de ellas y disfrutar con el cuerpo, la mente y el alma de las diferentes experiencias conjuntas. En resumen, es conveniente que nos aseguremos de:

1. Estar siempre disponibles para ellos

Mantenernos disponibles no implica que debamos plegarnos a todos los deseos de los niños. Basta con que perciban que tienen nuestra atención continua, ya sea para felicitarles por un buen comportamiento, para escuchar sus reflexiones o para corregir algo que hayan hecho mal.

2. Escucharlos

Por muy intrascendente que puedan parecernos los comentarios de nuestros hijos, es contraproducente que nos acostumbremos a ignorarlos. Es lógico que no podamos permanecer pendientes de lo que digan a cada instante, pero debemos asegurarnos de destinar partes del día a satisfacer estas necesidades.

3. Comunicarnos

Durante esos periodos, interesa ir un paso más allá y fomentar el intercambio de información entre nosotros. Haciéndolo surgirán oportunidades idóneas para razonar con ellos y transmitirles valores positivos.

4. Darles cariño

Los gestos de cariño son esenciales para afianzar una relación paternofilial provechosa. Acciones como acariciar, abrazar y besar a los niños adquieren una importancia determinante para l refuerzo de su autoestima.

5. Nunca desistir

La última clave para prevenir el síndrome del padre ausente es no desistir nunca. Por muchos errores que comentamos, la autocrítica, las ganas de mejorar y la constancia son los mejores recursos para ejercer una crianza saludable.

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