ConsejosPsicología y salud mental

Técnica del STOP para ayudar a nuestros hijos y evitar empeorar sus rabietas

Si te preguntas por qué tu hijo reacciona sin control de vez en cuando, si te gustaría poder ayudarle, este artículo te presentará una nueva perspectiva sobre el funcionamiento de sus emociones y una técnica que funciona si la pones en práctica.

Vivimos en una sociedad de prisas y nervios, donde se fomenta actuar de forma resolutiva, eficaz y “para ayer”. En este contexto, no conseguir algo, puede derivar en ira, enfado y frustración, tanto por tu parte como por los que te rodean. Nuestros hijos crecen en este contexto, observan modelos, imitan conductas e integran creencias durante su desarrollo.

Las emociones tienen un poder importante en nuestro crecimiento y desarrollo personal, por cuanto nos sirven como motor, impulso o energía para actuar hacia una dirección u otra. La ira ejerce sobre nosotros una función muy positiva, al darnos fuerza para luchar intensamente por lo que queremos, encauzarnos hacia ese objetivo que deseamos conseguir. Por este motivo, es crucial no reprimirla ni ignorarla, sino encaminarla hacia la dirección que nos ayuda a avanzar.

La neurociencia nos enseña cómo nuestro cerebro está desarrollándose y creciendo hasta la mitad de la veintena. Los científicos lo denominan neuroplasticidad, y significa que el modelado de los circuitos cerebrales durante este periodo de crecimiento, depende, en gran medida, de las experiencias diarias desde la niñez. Es aquí donde entra en juego toda la influencia ambiental: Padres, hermanos, amigos, profesores, juegos, conversaciones, risas, lloros, cuentos, peleas contribuyen a configurar los circuitos neuronales, sociales y emocionales.

Si como padres, profesores o como personas de referencia para el niño, ofrecemos una base segura donde poder expresar, compartir, entender y experimentar las emociones, estamos permitiendo y contribuyendo a generar un refugio o lugar seguro para el aprendizaje social y emocional de nuestros hijos. Desde este, él desarrollará las fortalezas y competencias necesarias para aventurarse a explorar y a interactuar de forma autónoma con los otros.

¿Cómo actuar ante una rabieta de nuestro hijo?

La premisa principal es observar el enfado de nuestro hijo como una oportunidad y experiencia de aprendizaje. Si comenzamos manteniendo esta actitud de observación, nuestra posición ante la rabieta o el conflicto, variará. Estaremos más receptivos a escuchar, a empatizar y, por lo tanto, a entender qué hay por debajo del comportamiento de nuestro hijo.

Cuidado con lo que le dices y cómo se lo dices

Cuando el niño está enfadado, tiene activo su hemisferio derecho, este es el hemisferio de las emociones. Mientras este hemisferio está activo, el otro, el hemisferio izquierdo, está bloqueado. Este último es el área que tiene que ver con la lógica, las palabras o los acuerdos.

Si cuando el niño está con mucha ira le empiezas a hablar y a dar muchas explicaciones, el niño prácticamente no escucha, no asimila lo que le dices. En cambio, si de forma empática comienzas a acercarte, a observarle, a poner nombre a su emoción, a compartir con él cómo crees que se está sintiendo, utilizando un lenguaje emocional, el niño comenzará a escuchar, a querer entenderte. De esta manera se sentirá acogido y reconocido en su malestar. Solo a partir de ese momento, se puede hablar con él a través de palabras más lógicas.

Resumiendo: Habla con el corazón al hemisferio derecho y después habla con lógica a su hemisferio izquierdo.

¿Respondes o reaccionas? Recuerda que eres su modelo

Observa cómo te comportas ante un hecho que te enfada, recuerda que el niño está observándote como referente y modelo en cada momento.

Reflexiona:

  • ¿Cómo actúas cuando tu jefe, pareja, un amigo te dice algo que te molesta o incomoda?
  • Cuándo tienes expectativas sobre algo o alguien y estas no se cumplen, ¿cómo manejas la frustración que te genera?

Echa la vista atrás, trae a tu mente el último ejemplo que recuerdes que te generó frustración, ¿Cómo lo manejaste? ¿Respondiste o reaccionaste? Existe una gran diferencia entre reaccionar y responder a las situaciones.

Reaccionamos ante un hecho cuando actuamos de forma automática, es decir, no utilizamos el espacio de tiempo que existe entre el estímulo y la respuesta, para poner conciencia en lo que queremos decir, sino que nuestra respuesta es impulsiva.

A la inversa, responder sería actuar de manera consciente, decidiendo lo que queremos decir y cómo lo queremos decir, poniendo atención en ello.

Las rabietas o ira descargada de modo impulsivo de los niños, es un claro ejemplo de reacción. Por ello, toma en cuenta esta diferencia como guía para orientarles y ayudarles a desarrollar una mayor autoconciencia. Aprovecha tus circunstancias como oportunidad de aprendizaje para mostrarle esta diferencia.

La técnica del STOP para reaccionar ante una rabieta

Un ejercicio práctico para aprender a responder en lugar de reaccionar es el ejercicio del STOP, que aquí te contamos:

Stop

Toma un Respiro

Observa como te sientes

Poniendo conciencia en el pensamiento y sentimiento que estás experimentando.

PProcede a actuar

Este es un ejercicio sencillo tanto para adultos como para niños, sirve para enseñar cómo responder ante los hechos, decisiones o circunstancias de nuestro día a día, en lugar de dejarnos llevar por el impulso o la reacción automática.

Enséñale a calmarse tras un episodio de rabia

Tan importante como enseñarles a gestionar la rabia, es enseñarles a relajarse y tranquilizarse tras un episodio de conflicto emocional. Enseñarle a tranquilizarse cuando están nerviosos les permite desarrollar mayor fortaleza en los circuitos cerebrales para dominar la angustia.

El objetivo es introducir de una forma práctica, mediante un trabajo de respiración y focalización de la atención, estrategias o habilidades concretas para cultivar la calma y la serenidad, seguido de un entrenamiento repetido y constante, para conseguir que se convierta en una rutina o comportamiento habitual.

Ver más
ConsejosPsicología y salud mental
×