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Aprender a nadar: consejos e indicaciones para que los niños sean autónomos en el agua

El principal (y mejor) consejo que podemos darte, y sobre el que se apoyan los demás, es que «juegues con tu hijo en el agua». Una de las claves para que aprendan a nadar es familiarizar a los niños con este medio lo antes posible y que pierdan el miedo. Por ello siempre recomendamos que a partir de los seis meses de edad vayamos con nuestros bebés a la piscina, bien por nuestra cuenta o participando en clases de estimulación acuática o matronatación, guiadas por profesionales.

Una vez que están familiarizados con la misma y disfrutan con ella, es el momento de empezar a trabajar el resto de contenidos. Debemos hacerlo progresivamente para que, de forma lógica y significativa, se favorezca el conocimiento y el dominio de las habilidades motrices, que le permitirán, primero, ser autónomo y, posteriormente, comenzar a nadar, iniciándose en las diferentes técnicas (a partir de los 6 años). Será independiente cuando pueda desplazarse hacia donde quiera y como quiera por el agua sin material auxiliar de flotación, moviendo de manera sencilla brazos y piernas y controlando su respiración. Cuando hablamos de nadar en este artículo, no nos referimos a las técnicas de natación, sino a esta capacidad de autonomía del niño para desenvolverse en el medio acuático.

Desarrollo de las habilidades motrices acuáticas

1. La respiración

Una vez que nuestros bebés están totalmente familiarizados, lo primero que debemos enseñarles es a respirar. Proponemos una serie de consejos y juegos para facilitar el desarrollo de estas capacidades.

  • Echarnos un cubo o regadera por encima de la cabeza, de esta manera nuestro hijo comenzará a trabajar las apneas.
  • Si el pequeño acerca la boca al agua, hay que estar atentos, pero no impedir que lo haga, trabajará de forma voluntaria el cubrimiento progresivo de las vías respiratorias.
  • Podemos hacer pequeños buceos, a poca profundidad y sin brusquedades; en algunas metodologías se emplea el estímulo de la glotis. Por el desconocimiento que os puede surgir en este punto y la posible tensión o inseguridad que podéis trasmitir a los niños, recomendamos realizarlos solo si se ha participado anteriormente en clases guiadas por profesionales, o tras asesoramiento. Además, en caso os sugerimos intentar coger objetos del fondo.
  • Hacer burbujas con la boca y con la nariz. Una posible actividad es intentar empujar un muñeco mientras las hacen.

2. La flotación

No recomendamos el aprendizaje de la misma como principal objetivo, y menos a través de un método conductista de supervivencia. Es más aconsejable que esta sea descubierta por ellos a través de las inmersiones y desplazamientos, de abajo a arriba y de forma agradable y placentera, entendiendo que el agua le empuja hacia la superficie y que no se hunde. Se trabaja como objetivo a partir de los 3 años, por lo que recomendamos evitar la idea “quiero que mi hijo flote”. El desarrollo normal es una cadena de aprendizaje que le llevarán a obtener autonomía, siempre bajo el ritmo e iniciativa de cada uno.

3. Los deslizamientos

Los deslizamientos ayudarán al niño a experimentar la flotación. Podemos hacerlo de diferentes formas, por ello, os proponemos una serie de actividades:

  • Lleva al bebé mirando hacia ti, por debajo de las axilas (a partir de los 2 años pueden hacerlo con un churro debajo de los brazos) a buscar una pelota, que previamente hayas lanzado. Ayúdale solo a desplazarse cuando él mismo mueva los brazos o las piernas.
  • Ambos papás, uno en frente del otro, tendréis que llevarle en una posición inclinada-vertical. Él, por su parte, tendrá que ir de un lado a otro ayudado por el impulso que le dais.
  • Abrid los brazos simulando las alas de un avión mientras ellos, agarrados a vuestra espalda o cuello, mueven los pies formando espuma para que la «aeronave» se mueva.
Consejos e indicaciones para que los niños sean autónomos en el agua, bebé
Fuente: Canva

4. Los saltos

Los saltos son un contenido importante porque, por lo general, gustan mucho y motivan al niño, a la vez que ayudan a la consecución de los aspectos anteriores como la inmersión y la flotación. Hasta los 3 años no suele hacerlo, sino que realiza una caída o un paso hacia delante, por lo que seremos nosotros quienes le impulsaremos. Inicialmente, sin inmersión, salvo casos que tengan totalmente familiarizados los buceos y que se hayan trabajado anteriormente con profesionales, con el fin de evitar experiencias negativas o bruscas que puedan ser contraproducentes para el aprendizaje. Tened en cuenta que hay que controlar la altura desde donde se salta y la profundidad. Atendiendo a la edad, podremos realizar juegos como:

  • Saltos y «mirarnos debajo del agua».
  • Saltos de animales o superhéroes.
  • Salto y «llegar hasta vosotros».
  • Saltos y «coger algo del fondo».

Los juegos propuestos en cada contenido de aprendizaje siguen una progresión desde los 6 meses de edad hasta los 5 años. Siempre en función de cada uno y de su desarrollo motor. Es importante que efectuéis cualquier juego sin forzarle, siempre a partir de una situación de seguridad y confianza, así como de cariño y diversión.

Además, es fundamental evitar materiales que por sí solos mantienen la flotabilidad, como manguitos o burbujas, ya que crean una falsa sensación de seguridad, reducen los movimientos de propulsión e, incluso, pueden formar parte del esquema corporal que está desarrollando. Recordad que el principal apoyo auxiliar para los niños sois vosotros.

Así que, ¡al agua y a jugar!

Por Indira Retuerto
Pedagoga y profesora de natación
Servicio de asesoramiento a lectores de Sapos y Princesas

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