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Detectar el acoso escolar y combatirlo, una tarea de padres y colegios

Detectar el acoso escolar puede ser una tarea complicada si no sabemos qué observar exactamente en la conducta de los niños, no les prestamos suficiente atención o tenemos una comunicación deficiente. Sin embargo es un tema al que debemos dedicar tiempo y trabajar en conjunto con los centros educativos, para combatirlo de una manera adecuada, buscando entender qué genera la conducta del acosador y cómo sanar el malestar de quienes han sido acosados. Para entender mejor, compartimos una serie de señales y datos sobre este tema.

Cómo detectar el acoso escolar 

Para ser capaces de detectar el acoso escolar o bullying debemos saber qué es, y en su explicación más sencilla se define como una práctica de conducta cruel o dominante sobre otros, generalmente menores o más débiles. Puede ser de tres formas: acoso físico (lesiones físicas), acoso verbal (reírse, amenazar, insultar) y acoso social (rechazo, humillación y aislamiento). Se trata de utilizar la violencia de forma destructiva para manifestar el poder.

También debemos entender que es una realidad que se vive a diario en la gran mayoría de escuelas.

El psicólogo y ex secretario general del Defensor del Menor, José Antonio Luengo, asegura que “no se trata de un problema de la escuela, sino de una sociedad que durante años ha estado visibilizando que la chulería, la arrogancia y el pasar por encima de los demás, es una manera de triunfar”.

En España, la cifra de menores que han sufrido algún caso de acoso escolar y se han atrevido a hablarlo se ubica entre el 5 % y el 10 %

Por su parte, el presidente de la Asociación contra el Acoso Escolar Alebrije, Juan Linares, recordó que este problema se ha incrementado con el uso de las redes sociales. «Antes un niño que era acosado en el colegio estaba protegido en su casa o durante sus vacaciones, pero ahora el acoso le persigue a través de su teléfono allá donde va”.

El acoso se prolonga a lo largo del tiempo e incluso puede agravarse, pues el acosador suele estar apoyado por un grupo que aprueba e intensifica su conducta violenta. Las personas cercanas a los participantes pero no implicadas en el hecho, manifiestan, en muchas ocasiones, pasividad, indiferencia o ignorancia reforzando un acto que debería ser erradicado desde el primer intento. El silencio, la impunidad y la minimización de estas situaciones son los principales factores beneficiosos de los acosadores.

¿Cómo se comportan los acosadores con las víctimas?

  • Provocando el aislamiento en cualquier situación de interacción entre iguales.
  • Usurpando y destruyendo objetos de su propiedad.
  • Insultando o agrediendo con palabras, utilizando burlas o ridiculizando determinadas carencias, defectos o deficiencias de la víctima ante un público objetivo.
  • Coaccionando para obligar a hacer ciertas cosas con amenazas con el fin de llegar a un sometimiento de la voluntad de la víctima.
  • Agrediendo físicamente con golpes o empujones.

Según José Antonio Luengo psicólogo y ex secretario general del Defensor del Menor, el problema se agrava cuando los niños acosados, en algún caso, se vuelven acosadores, “porque reconocen, en ocasiones, que prefieren mil veces los reproches de padres y profesores por portarse mal con otros, que ser el objetivo de todas las críticas”.

¿Qué podemos hacer desde la escuela?

  • Establecer un código de convivencia en el Proyecto Educativo de Centro incluyendo a todos los componentes de la Comunidad Educativa.
  • En el Proyecto Curricular, se debe implementar desde los primeros niveles programas de formación de habilidades sociales y programas específicos de prevención del acoso.
  • Realizar estudios para conocer la estructura de los grupos y detectar perfiles de riesgo.
  • Definir procedimientos en caso de emergencia por medio de una comunicación abierta y fluida entre los distintos miembros y departamentos de la Comunidad Educativa.

La problemática del acosador y cómo prevenirla

  • Acentuada tendencia a abusar de su fuerza; mayor identificación con el modelo social basado en el dominio y en la sumisión. Para prevenirlo se deben enseñar valores de igualdad y respeto mutuo.
  • Dificultades para ponerse en el lugar de los demás, falta de empatía o inmadurez en el razonamiento moral. Para evitarlo se tiene que favorecer la capacidad para ponerse en el lugar de los demás, y de coordinar derechos y deberes.
  • Fuerte identificación con una serie de conceptos estrechamente relacionados con el acoso escolar, como los de chivato y cobarde. Debemos impedirlo sustituyendo esos conceptos por alternativas no violentas que permitan detener la violencia, proteger a la víctima y sancionar al agresor, con eficacia y coherencia educativa.
  • Impulsividad, baja tolerancia a la frustración e insuficientes habilidades alternativas a la violencia. Por ello, se deben desarrollar habilidades alternativas eficaces a la violencia y enseñar a rechazarla en todas sus manifestaciones.
  • Dificultades para cumplir las normas y malas relaciones con el profesorado y otras figuras de autoridad. Para prevenirlo hay que incrementar las oportunidades de desarrollar proyectos académicos y vínculos escolares de calidad, así como una participación más activa en las normas de convivencia.
  • Escasa capacidad de autocrítica y ausencia de sentimiento de culpabilidad por el acoso. Si no hay capacidad de autocrítica entonces se debe erradicar situaciones de impunidad, enseñando a asumir su responsabilidad, a reparar el daño originado favoreciendo alternativas a este comportamiento antisocial.
  • Utilización del acoso como una forma destructiva de obtener protagonismo y compensar exclusiones o fracasos anteriores. Los profesores, para evitarlo, deben distribuir las oportunidades de protagonismo académico positivo, favorecer la cohesión del grupo de clase con la integración de todos.
  • Dificultades en el respeto de los límites en la familia. Los padres tienen que enseñar a respetar límites sin caer en el autoritarismo ni en la negligencia.
Fuente: Comunidad de Madrid

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Ana Roa
Pedagoga

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