ConsejosPsicología y salud mental

Cómo evitar que nuestro hijo sea un niño caprichoso

Mostrarse caprichoso es algo común y muy habitual en determinados momentos de la vida de un niño, pero ¿qué pasa si este comportamiento pasa a convertirse en lo habitual?

Cuando los niños son más pequeños, en torno a los 2 o 3 años, demandan caprichos de forma irreflexiva, como un impulso al ver objetos o alimentos que les llaman la atención. Se trata de una actitud normal y bastante generalizada; sin embargo, a medida que van cumpliendo años hemos de evitar que se siga dando, ya que el tratamiento que demos como padres desde el primer momento es determinante para que esta actitud no se prolongue.

A continuación, os mostramos una serie de pautas que os ayudarán a evitar que vuestro hijo sea demasiado caprichoso:

  • El niño ha de aprender la diferencia entre capricho y necesidad. Enséñasela cuanto antes junto al valor de las cosas
  • Fija límites. Desde la infancia temprana, los niños deben empezar a cumplir ciertas normas y hábitos. Es parte fundamental de una correcta educación, porque los prepara para que puedan ir asumiendo responsabilidades y estableciendo metas a largo plazo
  • Sé firme con las rutinas. Si el niño aprende que cada actividad y cosa tienen su momento, irá aprendiendo a autorregularse, lo que le ayudará a comprender mejor su entorno. Además, aprenderá cuáles son sus tareas y lo que sus padres esperan de él, por lo que evitaremos castigos y conflictos.
  • No premiéis nunca comportamientos inadecuados. Lo mejor es ignorar las salidas de tono y no ceder nunca ante ellas. Si aprende que con una rabieta puede salirse con la suya, lo hará siempre.
  • Tampoco debemos premiar con regalos materiales los logros de nuestros hijos; ya sean buenas notas, buen comportamiento o logros deportivos. En su lugar podemos usar otros tipos de reforzadores más efectivos como el cariño, la atención, etc. 
  • Han de aprender el valor del esfuerzo para conseguir las cosas. Una buena manera es haciéndoles «trabajar» por lo que quieren. Por supuesto, sus necesidades están cubiertas, pero ordenar su habitación, poner la mesa, o recoger su ropa son obligaciones que tienen que incorporar a su vida para disfrutar de sus privilegios.
  • Ambos progenitores debéis seguir en todo momento las mismas pautas a la hora de educar a vuestros hijos. Si uno se muestra más permisivo que otro, el niño acudirá siempre a este para conseguir lo que quiere. Además, siempre debéis apoyaros el uno al otro delante de los niños, que no vean contradicciones.
  • Evita que tengan demasiados regalos, ya que la consecuencia lógica es que no los valoren. Se acostumbran a tener tantas cosas que se cansan rápidamente y es difícil que algo llame su atención; además de que desarrollan la creencia de que tienen la obligación de recibirlos.

Si no ponemos límites a este tipo de comportamientos pueden convertirse en verdaderos problemas y evolucionar hacia conductas como el Síndrome del Emperador.

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