El ritmo de los niños es imparable y, por ello, necesitan reponer toda la energía que gastan a lo largo del día. En este sentido, la merienda juega un papel fundamental, ya que es el único almuerzo del que pueden disfrutar en el intervalo de tiempo entre la comida y la cena. Gracias a ella cogen fuerzas para las actividades extraescolares que tienen lugar a lo largo de la tarde o para hacer los deberes. De hecho, la ausencia de la misma puede llevar a una bajada en el rendimiento académico. Esto está directamente relacionado con el proceso de desarrollo y maduración de su sistema digestivo, ya que hasta los 12 años necesitan saciar su hambre, aunque más adelante tienden a controlarlo mejor.
La alimentación de nuestros hijos es crucial para determinar su futuro y debemos ser totalmente responsables en este sentido. Pero, ¿sabemos qué puntos hay que tener en cuenta para que sea totalmente saludable?
La dieta mediterránea es la que debemos elegir para nuestro menú. Preferiblemente, optaremos por un consumo ecológico, equilibrado y variado, intentando tomar verduras y cinco piezas de fruta al día. Debemos evitar la comida rápida, procesada, el elevado consumo de carnes rojas y otros alimentos con alto contenido de sal, zumos envasados o refrescos azucarados. Además, cabe destacar la relevancia de consumir productos naturales.
¿Qué opciones de merienda existen?
Cada niño tiene diferentes necesidades alimenticias y no todas las dietas pueden ser iguales, por lo que tenemos que buscar el equilibrio. Por otro lado, el momento de la merienda, en muchas ocasiones, irrumpe la digestión. Por ello, debemos tener en cuenta el horario en el que se haya realizado el almuerzo y que esté lo suficientemente alejada de la comida y de la cena, es importante mantener, al menos, un intervalo de tres horas entre ambas.