Al sur de la provincia de Álava se encuentra uno de los pueblos más bonitos de España: Laguardia. Su encanto reside en la gran riqueza cultural y los preciosos paisajes que posee. Marcada por un profundo bagaje medieval, nos transportará a esta maravillosa época. Una excursión familiar muy completa que os apetecerá repetir.
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Laguardia
Se trata de la capital de la Rioja Alavesa, cuna de vinos de gran calidad y donde se encuentran numerosas cuevas o bodegas familiares que se construyeron a lo largo del siglo XVI y que conectan a casi todo el centro de la localidad por pasillos subterráneos. Aquellos amantes del enoturismo pueden disfrutar de una cata de vinos y actividades como la vendimia en familia.
La existencia de estas cuevas hace que Laguardia se convierta en una villa completamente peatonal, teniendo que dejar los vehículos en uno de los tres aparcamientos a las afueras del centro.
En la Oficina de Turismo nos pueden indicar las actividades disponibles para familias con niños. A través de su página web podemos planificar con antelación nuestra escapada. Además podemos informarnos sobre visitas guiadas que organizan, como la de la Iglesia de Santa María de Los Reyes.
El casco histórico de esta villa tiene un trazado medieval, que hace que sea fácil de recorrer. En la Plaza Mayor hay un reloj animado con El Cachimorro y dos danzarines vestidos, que no podemos dejar de ver y que seguro le encanta a los niños.
De su antiguo Castillo no quedan restos, pero sí podemos ver sus murallas. Si nos acercamos al ascensor ubicado en la parte lateral de este pueblo, podemos acceder a una pasarela apta para sillas de paseo, que nos guía por un paso de peatones hasta la zona amurallada.
Si subimos en este elevador podemos disfrutar de vistas del complejo lagunar, declarado Biotopo Protegido por sus características y su reconocida biodiversidad. También podemos disfrutar de impresionantes panorámicas de los viñedos.
Un pueblo con historia
Visitar Laguardia es sinónimo de viajar en el tiempo hacia la Prehistoria y adentrarse en plena Época Medieval. Su nombre se debe principalmente al papel que le otorgaron los reyes de Navarra como comarca defensiva, que inicialmente fue La Guarda de Navarra.
Cuenta la tradición que el rey navarro Sancho Abarca mandó construir a principios del siglo X un castillo con el fin de guardar y defender el sur del Reino de Navarra. Tres siglos más tarde, Sancho VIII levantó una gran muralla fortificando el castillo, que aún hoy día se conserva perfectamente.
La Edad Media marcó el estilo arquitectónico, así como sus calles y tradiciones. Entre las estrechas y alargadas calles principales conectadas entre sí por plazas y callejas descubrimos una mezcla en su urbanismo, cuyas casas se construyeron en diferentes épocas.
Prueba de esta exquisita mezcla de siglos se ve representada en las fachadas de los diversos edificios que pueblan Laguardia pudiéndose contemplar en ellos hermosos escudos y aleros tallados.
Edificios emblemáticos
Algunos de los monumentos más representativos del medioevo son las Iglesias de San Juan y Santa María de los Reyes. En esta última destaca su impresionante pórtico gótico policromado de imprescindible visita.
Entre los edificios civiles más antiguos destaca el de La Primicia, del siglo XIV, donde se recogían los diezmos y primicias. Paseando por sus calles se llega a la plaza de San Juan para contemplar la Casa Palacio del Fabulista Samaniego.
Algunos de los lugares de interés turístico más excepcionales que datan de la época prehistórica y que aún hoy se conservan son: la Cueva de los Husos, el Estanque celtibérico y algunos dólmenes como el Alto de la Huesera, El Sotillo, San Martín, la Chabola de La Hechicera o Los Llanos.
Fiestas y celebraciones
Laguardia tiene mucho que descubrirnos y cualquier época del año es perfecta para no perdernos esta preciosa villa, pero como todo pueblo que se precie también conserva sus tradiciones cívico-religiosas. Resulta interesante las celebraciones de su Semana Santa, así como las fiestas de San Juan y San Pedro, que tiene lugar en el mes de junio.
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